Por Juan José Jordán
En la premiación de los Oscar del año 1956 Federico Fellini alcanzó fama internacional con La Strada, película que fue candidata a Oscar a mejor película y obtuvo el premio a mejor película extranjera. Aparecía el ya famoso Anthony Quinn interpretando a un canalla de talla mayor, Zampano. Pero había otra cara que el público no conocía: Gulieta Massina, en su interpretación de Gelsomina. Es la historia de un comerciante que monta espectáculos de variedades en los pueblos, que le compra a una familia pobre una de sus hijas, muchacha un poco lenta, para que lo ayude en su espectáculo. Se siente incómoda con el trato e intenta regresar, pero el hombre se lo impide y luego de diferentes percances, decide permanecer a su lado.
Primero en La Strada y un poco más adelante, en Las noches de Cabiria, Massina fue configurado un tipo de personaje que no por nada se dio en llamar el Chaplín femenino, en donde la carencia no es solo material. Personajes aislados y marginales, que incluso dentro de su mismo círculo marginal se encuentran a una distancia insalvable.
Las noches de Cabiria estará disponible por nueve días más en la plataforma de cine MUBI, por lo que este texto se centrará en dicha obra. MUBI es una plataforma con un catálogo más acotado que otros sitios de streaming, pero su ventaja es que constantemente están renovando el material y además, funcionan con listas: selección de películas de Cannes, las 1000 mejores películas, especiales de directores, etc, lo que puede ser amigable para descubrir películas.
Una tarde veraniega en un sector del suburbio romano. Una pareja corre, todo entre risas. Se acercan a un río. En un movimiento rápido el hombre la empuja al agua y le quita su cartera. Trata de salir, pero el río la arrastra. Desde la orilla un grupo se tira a rescatarla. Una vez afuera y recuperada la consciencia, lo primero que hace es preguntar por Giorgio. Un comienzo electrizante que de inmediato capta la atención.
Ella es Cabiria, una mujer que se instala junto a otras prostitutas en un sector de Roma. A diferencia del resto trabaja de forma independiente y por lo mismo, no tiene que rendirle cuentas a nadie. Pero al mismo tiempo eso le hace vulnerable. Y es que su soledad de toda la vida le hace creer que mañana sí, podrá conocer a alguien.
Va dando tumbo en tumbo, a la buena de lo que diga el destino. Pero el destino nunca le sonríe completamente. Incluso cuando le ocurre algo tan increíble como que un afamado actor la vea en la calle y la invite a su casa, las cosas se tuercen; tiene que dormir en el baño y salir escondida puede por alguna puerta trasera.
No sabemos de su infancia, pero podemos deducir que fue muy dura. Está orgullosa de decir que es dueña de una casa y que no tiene que dormir en la calle. Y es que es cierto: es una casa. Tiene cama. Es muy diferente a la escena en la que acompaña a una especie de misionero a entregarle comida a las personas que viven en las cuevas. Reconoce a una mujer que aparentemente gozó de muy buena situación y ahora tiene que vivir así, no tan diferente de cómo lo haría un animal.
Y es que todo el tiempo la pobreza está constantemente ahí, como una amenaza y también como algo que determina a los personajes. Lo que pasa al comienzo por ejemplo; el tipo efectivamente había salido con Cabiria más de una vez y tenían algo parecido a una relación, ella tenía una foto suya en su casa. Puede ser que todo el tiempo planeado robarle de esa manera o también, que se haya visto en la situación y lo haya hecho. La idea del salvarse: estamos enterrados, pero yo voy a respirar una vez más que tú.
Cuando Fellini retrata una historia realista, se las arregla para que haya espacio para ciertos matices en donde, sin tener un enfoque surrealista se genera un espacio intermedio. Esto se puede ver en la escena del hipnotizador que escoge a sus participantes entre el público de un teatro. De pronto están en un bote a punto de naufragar y ruegan por sus vidas y así, el concepto de realidad se vuelve un poco más flexible. ¿Es más real lo que ven los espectadores de la sala o lo que experimentan las personas arriba en el escenario? No es tan fácil responder.
Lo que hay todo el tiempo es una angustia del determinismo, de no poder cambiar de vida. Y es por eso que sobrecoge la escena en la que van a la procesión de la Virgen: todas esas vidas de gente que no da más, pero que conservan la fuerza necesaria para confiar en el favor divino. Y después Cabiria en la mitad de un pic-nic con algunos tragos en el cuerpo se desespera: ninguno ha cambiado, todo sigue igual, la virgen no los escuchó. Es como esos momentos de desesperación que vienen a veces. El tiempo se agota y estoy acá igual que hace x años. Como decía Calamaro: “Yo soy el loco que se dio cuenta que el tiempo es muy poco.” No es fácil salir de la inercia. Pero Cabiria es valiente y tiene más vidas que un gato, como le dicen los que la rescatan al principio. La pregunta es si le bastará con eso o no.
Una gran película de la que es no es difícil detectar influencias en el cine más contemporáneo. Por ejemplo, Todo sobre mi madre de Almodóvar, toma la relación que se establece entre las prostitutas callejeras, con ese lenguaje rápido, coloquial, nunca echándose a morir aunque las cosas se vean difíciles. Y de la actuación, puede resultar una redundancia hablar de lo buena que es. Con la paleta de la emoción completa, muy intensa, con capacidad para ser efusiva, colérica, alegre y transmitir un universo de tristeza. Pero en las antípodas de la sensibilidad de la tarjeta de cumpleaños. Una interpretación profunda y sincera.
A diferencia de lo ocurrido con el centenario de su esposo, Federico Fellini, que tuvo lugar el 2020, en donde se le rindieron distintos homenajes en todo el mundo, en el caso del centenario de Massina, que tuvo lugar el 2021, la situación fue muy diferente; con suerte se encontró algún que otro comentario en una página de internet. Este texto busca contribuir en la medida de lo posible a rendirle un nunca tardío homenaje.
FICHA TÉCNICA
Título: Las noches de Cabiria
Dirección: Federico Fellini
Guion: Fellini, Pier Paolo Pasolini, Tullio Pinelli, Ennio Flacona
País: Italia
Año: 1957
Duración: 117 min
Plataforma: MUBI