Crítica de Cine
120 Battements par Minute: “El corazón late a 1000 pulsaciones por minuto”.
Por Galia Bogolasky
Desde Cannes
“120 Battements par Minute” es una película francesa de Robin Campillo, que acaba de ganar el Gran Prix en el Festival de Cannes. Tiene como protagonista a un actor Argentino llamado Nahuel Pérez Biscayart y dónde interpreta a Sean, un joven que tiene SIDA y que pertenece a un grupo activista llamado ACT UP, que defiende los derechos de los homosexuales que tienen VIH.
La historia se sitúa a comienzos de los años noventa en Paris, cuando recién se empezaba a hablar del tema, y los enfermos morían de Sida. El tratamiento no salvaba vidas, como hoy en día. Era una época marcada por la discriminación, la ignorancia y desesperanza.

Nathan se suma al grupo y de inmediato comienza a participar entusiasmado de las actividades que ellos realizan. Ahí conoce a Sean (Pérez Biscayart) uno de los militantes más radicales, que de a poco empieza a sufrir por la enfermedad, pero que tiene un fuerte espíritu de lucha. La relación nace y crece incorporada y rodeada por la causa. Es lo que los mueve, pero también es un mundo con muchas tentaciones, donde este grupo se convierte en amigos, y pasan mucho tiempo juntos. La amistad es fácil de confundir, y están todos luchando por no caer en la tentación, que puede ser realmente peligrosa, literalmente, siendo que la mayoría están infectados.
Dentro del contexto de las revueltas, enfrentamientos, y actos públicos comienza este romance, entre estos dos jóvenes que tienen una lucha en común. La historia de amor es retratada de manera muy natural, dejando los estereotipos de lado. Sean tiene 26 años y vivió hasta los 15 en Chile, con sus padres. Es hijo de padre chileno y madre francesa. Robin Campillo me explicó acerca de la razón por la cual éste era el origen del protagonista, siendo que el actor es argentino, y dijo que quería que fuera de otro lugar, que supo de Chile por cineastas chilenos que conoció el año pasado en el festival (me imagino que los Larraín) y que quería que viniera de un lugar lejano, por lo que aumentaba el valor de ser activista en Francia.
La película es realizada con mucha cámara en mano, una cámara sucia, muchos personas secundarios, que incluso es fácil de confundir, que están presentes en las reuniones de ACT UP, por lo que desde el comienzo da la sensación que es un documental. A poco andar nos damos cuenta que no lo es, sobre todo cuando comienza la historia de la pareja de Nathan y Sean, con más planos cerrados y escenas más íntimas. Pero el estilo en general es muy documental, lo que le entrega un realismo a la película bastante relevante teniendo en cuenta la trama.
La película sabe conjugar el tema político social, con una historia de amor entre dos jóvenes homosexuales, alejándose de los estereotipos, y logrando mucha profundidad y sensibilidad hacia el tema de la muerte. Los jóvenes que son parte de este grupo están acostumbrados a vivir la muerte todo el tiempo, ven como sus amigos van muriendo, y saben que a ellos tampoco les queda mucho tiempo, sobre todo si su lucha no trae resultados. Están contra el tiempo. El título de la película habla de las pulsaciones por minuto, y esa es la sensación que entrega esta cinta. Hay que actuar rápido antes de que la enfermedad nos detenga.
Campillo logra reflejar muy bien un conflicto social tan fuerte y dramático, de manera muy realista, mostrando un nivel de delicadeza y contenido al mismo tiempo. Es una película que deja un mensaje potente sobre la lucha por la salvación, por la importancia de actuar, de hacer algo por una causa que nos mueve, de hacer algo para que este mundo sea mejor. Eso es lo maravilloso de la película, que a pesar de lo triste que es, también deja una sensación de optimismo. Deja el corazón latiendo a 120 pulsaciones por minuto.