Crítica de Delirio a Dúo: “Un Tagadá de Emociones”

Crítica de Teatro

Delirio a Dúo: “Un Tagadá de Emociones”
Por Galia Bogolasky
“Delirio a Dúo” es una obra de la compañía de Teatro Del Uno, basado en el texto de Eugene Inoesco, protagonizada por Alejandro Trejo y Roxana Naranjo. Dirigida por José Ignacio García y con la escenografía del destacado escenógrafo chileno Eduardo Jiménez.
La obra es una de las grandes novedades y sorpresas de la temporada, pero más que por su dramaturgia, por su puesta en escena.

La pieza teatral se sitúa en la Villa Grimaldi, un lugar muy especial por su historia y significado. Era un lugar de detenciones y torturas en la dictadura, dónde mucha gente sufrió y mucha gente murió. Por lo que ya eso te da un contexto muy significativo, y un sentido más potente, sólo por el hecho de situarse en ese lugar.

Luego, lo que sigue, es una ceremonia. Todo lo que rodea la obra está lleno de detalles, es especial y es diferente.

Cuando uno entra, te entregan un afiche que se dobla en varias partes, para que al colgarlo, tenga una forma en relieve. Luego te hacen sentarte a la intemperie por un largo rato y con un foco que encandila, hasta que llega un hombre y entrega las explicaciones. Dice que va ir llamándonos por número, y en grupos nos vamos dirigiendo a otro lugar, “la sala”. También pide dejar los bolsos afuera, y que cuando nos sentemos, que nos mantengamos con brazos y piernas pegados a la silla. Nos dan las indicaciones, pero les falta decir: “Las personas con vértigo o problemas cardíacos no deben entrar”. Lo que viene nunca lo imaginé.

En la fila que nos asignan nos llevan a una estructura/escenografía decagonal convertida en sala de teatro, circular. De a uno nos llevan y nos ubican en nuestra silla. Todo ese proceso dura varios minutos. Finalmente nos sientan y notamos que las sillas están atornilladas a esta plataforma. Mientras se va sentando la gente, vemos a los actores ahí mismo, entre el público.

La historia se trata de una pareja que vive en esta casa (estructura/ escenografía) y que discuten continuamente. Se pueden apreciar las diferencias de una pareja de mediana edad, que ya no se tolera, y que pelea casi de aburrimiento. Se sacan en cara cosas, se dicen verdades duras a la cara, discuten acerca de la diferencia entre un caracol y una tortuga. Todo esto en medio de un ambiente de guerra, un clima hostil, donde la violencia está rodeando la casa hasta tal punto que la hace remecer, literalmente. Es ahí cuándo comienzan los movimientos de la estructura, y cada 5 minutos la casa gira, retumba, y se mueve como si fuera un terremoto. Ahí es cuando uno toma las indicaciones del comienzo y se aferra fuertemente a la silla. Esos movimientos son cada vez más fuertes y estremecedores, que desvía la atención del texto. Mientras tanto, los actores se pasean entre el público, ya que estamos sentados en el escenario propiamente tal. Los actores se desplazan mientras el piso se mueve, y las placas se empiezan a derribar. Como en el más dramático terremoto. Aunque en este caso la idea no es que el movimiento se produce por sismos, sino que por las balaceras y granadas que son lanzadas afuera de la casa.

En un par de ocasiones emergen por debajo del escenario unos personajes, uno dramático, otros absurdos, pero que enaltecen el poder que tiene la escenografía en este montaje, más que el texto.

La particularidad de la escenografía nace como una continuidad en la investigación escénica que el director José Ignacio García inició en 2011 con “Intentar no construir-lo”, donde innovó en el uso del espacio con el público observando la obra desde arriba. La estructura de fierro que alberga la puesta en escena, demoró 3 meses en construir, y estuvo a cargo de Francisco Sandoval. Caben 35 espectadores, y durante la función es manipulada por varios operadores.

La experiencia es inolvidable, la sensación que se vive es extrema, cada movimiento del escenario es un remezón, pero también, gracias al contexto, nos hace sentir el drama de esa época, en un Chile en guerra, dónde ni la propia casa es una protección.

Esta obra juega con el elemento dramático de una pareja que se odia pero que no puede escapar, ya que están rodeados por un conflicto armado. Es una obra que pone a prueba la tolerancia y la capacidad de soportar el dolor juntos, a pesar de todas las adversidades.  Es una obra que te invita a sentir, y a vivir una experiencia en vivo tan fuerte físicamente, que te lleva más allá de lo emocional, a sentirlo en cuerpo y alma. Es un Tagadá de emociones.
Ficha artística
“Delirio a dúo” de Eugène Ionesco.
Adaptación: Juan Claudio Burgos.
Compañía: Teatro del Uno.
Dirección: José Ignacio García.
Elenco: Alejandro Trejo y Roxana Naranjo.
Operadores de escenografía: Eduardo Baeza, Angelo Bonati, Gabriel Castillo, Diego Melgarejo, Matías Moya, Francisco Morales, Juan José Muggli y Juan Manuel Saldaño.
Diseño integral: Eduardo Jiménez.
Realización de escenografía: Francisco Sandoval.
Diseño sonoro: Alejandro Albornoz.
Asistencia de dirección: Giselle Rubio.
Producción: Tania Rebolledo.
Coordenadas
Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi. Av. José Arrieta 8401, Peñalolén.
Estreno 4 de mayo.
Temporada del 5 de mayo al 27 de mayo del 2017.
Días y horarios: De jueves a sábado a las 20.30 hrs.
Entrada gratuita previa reserva. Sólo 35 cupos por función.
Reservas vía mail: teatrodeluno@gmail.com o al teléfono: 232178347

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