
Por Fernando Garrido R.
Fue hace unos meses que una actriz que desarrollaba su trabajo principalmente en el teatro callejero, me dijo: “es que el teatro al cual tú vas, el teatro de sala, con su garbo y ceremonia, con gente pagando su entrada, guardando silencio y apagando el celular – a veces- es un teatro para convencidos, a mi interesa ir por quienes no asisten a las salas, a ese público salgo a encontrar”. Tenía razón en ese momento y la sigue teniendo ahora. La noche de aquel martes me encontré con una enorme fila a la salida de otra función en Matucana 100 – para convencidos- en el marco del desarrollo de Santiago Off. La distancia entre el público de sala y aquel que esperaba encontrar un espacio en las gradas dispuestas alrededor de un espacio central que funcionaba como escenario, no era una mera distinción conceptual.

Estrenada hace ya un año, en un formato callejero estacionario, “La gran amenaza” es un cuadro vivo de gran potencia poética, con una expresividad desbordada y coreográfica, un imponente diseño de iluminación y el rock, pieza central de la narrativa de “La Patriótico…”. Un grupo de oficinistas sumidos en el tedio de su día a día, queman las horas del confinamiento productivo en medio de burlas, donde quienes son objeto de ellas son el otro, el negro, el indígena, el peruano. Esta oficina, funciona como metáfora de las crisis de los espacios de confinamiento, espacios en los cuales actúan los agentes normalizadores y disciplinantes, dada la eficiencia con que logra generar las distinciones de lo propio y el ajeno, la integración, la diferenciación estructural, el etiquetaje de civilización y barbarie. Hay un desenfreno y desparpajo de este colectivo uniformado de traje y celular, que hace inevitable recordar las secuencias de la oficina del Lobo de WallStreet, esa máquina de fraude e intangibles disfrazado de orgía perpetua. La desindividuación como efecto ejercido por un colectivo que hace del anonimato su máscara, no sólo degrada y expulsa de la frontera de la dignidad al que se identifica como diferente, al mismo tiempo opera como un degradante del yo, un aniquilador de la capacidad de concordia y solidaridad, hasta hacer de la imagen que nos mira en el espejo, en un ejercicio performático que nos recuerda a un agusanado Bob Geldof en The Wall o al Gregoria Samsa de Kafka, el rostro del monstruo que atormenta nuestra vida.
El teatro de “La Patriótico…” sale al encuentro del público, hace de la intemperie su escena y de las variables que ahí surgen su entablado, la palabra por tanto, vehículo fundamental del sentido, dada su capacidad de reproducción y reinterpretación, cede espacio a la secuencia coreográfica y la pared sónica de la banda en vivo, lo cual genera una experiencia colectiva que atrapa a la audiencia, y al mismo tiempo, logra entregarle una aproximación única e íntima a cada espectador, ya que en el ejercicio de ir escudriñar el gesto del que está frente a nosotros, es el propio el que se revela. Para lograr esa revelación tanto individual como colectiva, el diseño integral la obra, requiere de un pacto con la audiencia que jamás es roto, haciendo del despliegue técnico, el cable a la vista, el dispensador de agua móvil, así como de la noche y su manto, un todo verosímil en el que “La gran amenaza” logra guiarnos en una sofisticada y cavernosa reflexión. La obra funciona en su propuesta e instala una crítica acertada en torno a cuales son las condiciones en que se desarrollan estos microfacismos que gobiernan nuestro presente, el que nos convierte en los carceleros de nuestros semejantes, microfascismo que no requiere de la anuencia de estados en guerra o folklorizados atuendos, un tipo de violencia que hace del paisaje humano el nuevo campo de batalla.
Aproximarse a un fenómeno por primera vez, a una propuesta escénica en esto caso, ventila la mente, la red de relaciones ilumina nuevos caminos en una cabeza a veces agotada por la repetición, la tensión, la abulia o el convencimiento. Estar frente a algo que nunca más podrás mirar con los ojos de esa primera impresión, es un regalo que no siempre somos capaces de entender. Para quienes conocen o han seguido la trayectoria de “La Patriótico Interesante”, la calidad de sus montajes, la destreza escénica que muestran, la síntesis de circo, rock e imaginería de su lenguaje, no son una novedad. Yo no los había visto nunca, así que para mí sí.
Ficha Técnica
Dirección y guión: Ignacio Achurra. Conceptualización guión: Ignacio Achurra y Pablo De La Fuente. Actores: Alejandra Cofré, Dominic Fuentes, Aaron Gray, Cristóbal Garay, Katherine García y Alejandro Nuñez. Diseño integral: Pablo De La Fuente, Cristóbal Ramos, Katiuska Valenzuela. Dirección y composición musical: Rodrigo Bastidas. Músicos: Gonzalo Bastidas, Andrés Hanus, Rodrigo Bastidas. Jefe Técnico: Cristóbal Ramos. Gráfica: Pablo De La Fuente. Producción: Álex Córdova y Katiuska Valenzuela.