Por Vanessa Vidal
Delfín es una película argentina, que fue recientemente estrenada en el Festival de Cannes. Dirigida y escrita por Gaspar Scheuer, quien estrenó su tercer largometraje luego de El desierto negro (2007) y(2013). Scheuer se desempeña regularmente como sonidista, sumando 50 trabajos a su haber en este rol. Esta vez se dirigió a su ciudad natal para grabar un filme que refleja los recuerdos de su infancia.
La película cuenta la historia de un niño que cumplirá 12 años y que necesita ir a Junín a una audición para ser parte de una orquesta. Estos dos hechos, son repetidos una y otra vez por nuestro querido protagonista, Delfín. Bautizado así por su madre, con un conmovedor significado que es explicado por el padre del joven.
Delfín vive en un pueblo en la periferia de Buenos Aires. Estudia en la mañana, pero antes va a trabajar a una panadería, para luego repartir los productos en su bicicleta. Duerme sin querer en clase. Sigue a una joven y bella profesora. Hace sus tareas. Cena con su padre. Rutina que realiza de forma obediente, hasta que ve un afiche de una audición para la orquesta, a 50 km de su casa, donde quiere presentarse para tocar el corno francés. La complicación que esto le provoca al padre es tremenda, pues con el poco dinero que gana como obrero, que por cierto no alcanza ni para vivir en condiciones precarias, junto con una falta de apoyo e interés por su hijo, forman una mala combinación que se opone al objetivo de Delfín. Porque no es un sueño.
Valentino Catania, actor que protagoniza esta película, de hecho, no es actor. Vive, efectivamente en la locación donde se llevó a cabo la grabación: Los Toldos. De esta manera fue un gran desafío para el equipo, pero más grande fue el resultado final. Valentino es capaz de llenar la pantalla grande con su mirada, con su silencio y su maravillosa interpretación que hace rememorar la propia infancia, y cuestionar tu futuro. Lo acompañamos en este camino aventurero y complejo que enfrenta, en contra todos los obstáculos que le ponen los adultos. El obstáculo más grande es su padre, interpretado por Cristian Salguero, un hombre que perdió el sentido de la vida, pero que Delfín está por devolvérselo.
Me declaro admiradora de este filme, pues es fundamental para mí, lograr empatizar con el personaje. Más allá de si es “bueno’’ o “malo’’, sino que, a través de la construcción de una narrativa, soy capaz de seguir un recorrido que puede finalizar en un camino de miseria o gloria. No necesito acción, ni efectos especiales, ni grandes dilemas. Necesito sentir que un personaje está sintiendo genuinamente y no me cabe duda de que, Delfín siente y me hace sentir.
Mi empatía se debe, probablemente, al tratamiento de la cámara que sigue al protagonista, encargado de movilizar el relato. A la fotografía con un estilo documental. O tal vez, a la genuina atmósfera, sumado a un reparto acorde al fin imparcial de una película distinta. Habiendo tantas historias ya contadas sobre la misma idea, Delfín lo logra. Nuestro primer encuentro como espectadores con la película es la música orquestal, el mar, las texturas y una enamorada pareja. Luego, nos trasladamos a un escenario distinto y distante. Necesitamos volver a la paz, por lo que la buscamos y sabemos que, si apoyamos a Delfín, la recobrarmos. Finalmente, puedo suponer que es por la naturaleza o por la ruina humanizada, que empatizo con esta película.
Es interesante ver la conexión de la primera escena con la última, que nos manifiesta el viaje, de forma casi literal, pero remarcando la diferencia que tienen los viajeros y la forma en que el desplazarse de forma física, por el mundo, con la persona que más amas es la mejor forma de existir.
Título: Delfín
Año: 2019
Duración: 92 minutos
País: Argentina
Dirección: Gaspar Scheuer
Guion: Gaspar Scheuer
Música: Ezequiel Menalled
Fotografía: Guillermo Saposnik
Reparto: Valentino Catania, Cristian Salguero, Paula Reca, Marcelo Subiotto
Productora: Tarea Fina
Género: Drama, infancia.