Entrevista a Marcela «Maliki» Trujillo
“Me vida se transformó en un cómic”.
SUS COMIENZOS
Cuéntame como pasaste de las artes visuales a dedicarte al comic.

¿Era la época de la Universidad?

No, en la portada no. Como no quisieron publicar el año anterior, esa portada iba para ese año. Después, cuando pasó un año entero, no me pidieron la portada, ya tenían la portada, me pidieron el cómic no más. Salía afuera “Afrodisíaco, Marcela y huevo”. Quedó la cagada. Llegaron los tiras a la imprenta, requisaron todos los números, se llevaron todo, se robaron todo y le hicieron un juicio y los hicieron pagar ene plata mensual por un año entero. Les quedó la cagada porque ellos eran todos extranjeros, argentinos y españoles. A mi me llamaron por teléfono y yo ya no hacía cómics. Yo estaba en mi escuela haciendo pintura. Yo estaba un poco alejada de ellos también. Les pregunté qué iba a pasar y me dijeron: “No te preocupes, tu no tienes nada que ver. Nosotros somos los responsables de cualquier cosa que publiquemos. Somos nosotros los responsables, no ustedes, así que tu no te preocupes, no pasa nada.” Así que yo no me preocupé, pero caché que fue mi primera aparición pública. Fue mi primera fama. Mi minuto de fama, tenía 19 años. Después me entrevistaron, fue el episodio.
SU VIDA UNIVERSITARIA




Tenía como 25 años. Me fui a la vida. Primero a estudiar inglés. Yo no sabía nada de inglés. Estudié inglés un año y medio en la Universidad Hunter College, que es como la Escuela Pública. Es un programa que toman los estudiantes que van a estudiar Business para dar el TOEFL. ESL. (English as a Second Language) Tomé ese, hice todo el curso. No hice el TOEFL porque no quería entrar a la universidad, quería aprender a hablar inglés no más. Aprendí, y me metí a una escuela de arte que era una escuela que tu pagabas mensualmente, el Art Students League. (Liga de Estudiantes de Arte de Nueva York). Ahí tomé el plan que eran 4 años de Bellas Artes. Fine Arts, que era un programa para estudiantes extranjeros, que ellos te tramitaban la Visa, en Hunter College también me tramitaron la Visa. Ahí estuve 4 años, y después en SVA tomé unos cursos de Continuing Education, de Computer Graphics, yo quería aprender PhotoShop y Animación. Eso lo tomé en SVA el último año, 2001. Cuando llegué a Nueva York mi tema era pintar. Era aprender inglés, lo que hice en realidad. Estudiar pintura y todo, pero yo lo primero que hice fue comprarme libros de cómic. Habían librerías especializadas de este tipo de cómics. Cómic autobiográfico, cómic de autor, cómic hecho por una persona, divertido, dramático, súper honesto, con dibujos de todo tipo, no el típico dibujo perfecto francés de la historia del arte. El cómic europeo es como perfecto. Como que separan mucho al lector, es como ver una película. En cambio estos cómics tienen como el error, el mal dibujado, la perspectiva como de niño, lo que sea, lo importante es la historia que están contando, y que te están diciendo algo honesto. Esa era la relación que a mi me gustaba. Empecé a consumir cómic. Cualquier plata que tenía extra, aparte de pagarme la comida, todas las cosas que había que pagar, porque yo trabajaba de niñera, cuidé a una niñita 7 años, esa era mi plata para vivir, para todo. Estudiaba, pintaba, vendía pinturas esporádicamente y me compraba cómics. Empecé a comprar, comprar, comprar. Primero empecé a leer mucho libro, literatura, me compraba libros, o sacaba muchos de la biblioteca, y después empecé a comprar cómic. Eran muy buenos, sobre todo cuando empecé a leer en inglés, porque me demoré como un año en entender, y cuando aprendí a leer, empecé a comprar libros de cómic y me empecé a alucinar. Hasta que compré unos de mujeres. Julie Doucet, Aline Kominsky, Phoebe Gloeckner. Los empecé a leer y empecé a decir, “chuta, esto yo lo puedo hacer”. Me sentí identificada con los temas que ellas trataban al dibujar. No sólo con el dibujo porque los dibujos eran muy distintos, unos con otros. De dibujos muy básicos, infantil. Hasta dibujos súper acabados, como científicos. El rango era muy amplio, pero lo que las unía eran los temas. Era un tema de mujeres. Cosas que a las mujeres les da vergüenza hablar, todo el tema de la condición de ser mujer. Ser mujer frente a los hombres, frente a la sociedad, en el trabajo, en el sexo, en la intimidad, todas las cosas que las mujeres no cuentan porque es feo, es feo verse de una manera. Con todo eso yo me sentí súper identificada porque yo siempre fui de esas mujeres que no me daba vergüenza. A mi nunca me daban vergüenza las cosas. Yo todo muy masculinamente muchas cosas en mi vida, entonces como que me sentí muy identificada y dije: “¡Esto es lo que yo quiero hacer!”. Pero yo tenía mi carrera de pintura súper desarrollada, y me gustaba mucho pintar, entonces como que yo me veía a mi misma en eso, en el arte, haciendo exposiciones, vendiendo. El cómic yo lo encontraba como un hobby, como algo aparte, me hacía sentir muy bien haciéndolo. Lo pasaba bien. Terminé los 4 años, me quedé sin taller, empecé a pintar en mi casa. Mi casa era todo, era un departamento con un dormitorio, que siempre lo arrendé, yo nunca viví sola porque era muy caro. Entonces en el living comedor era mi pieza, en el living comedor era pieza, living, comedor y taller. Además hacía gimnasia, hacía Pilates. Quedaba en Washington Heights. Es muy latino, judío, polaco. Es muy de familias también. En esa época era bien alejado. Ahora está lleno de cafés y no está tan lejos tampoco. Manhattan entero es Manhattan. Me fui para allá porque la niñita que yo cuidaba vivía ahí, en esa misma calle, así que arrendé un departamento en el edificio de al lado. Por eso viví ahí siempre. Era muy chico para mi, para pintar. La escuela donde yo estudié no era la universidad. Era una escuela libre donde iba gente. No es como una escuela de prestigio. Hay de todo. Como en Nueva York hay escuelas muy prestigiosas de arte, esas son parte de la universidad, son pagadas y son súper caras. Todo el sistema de galerías y de exposiciones funciona con la gente que va a esos lugares. Los que salen de Columbia, de NYU. Los que salen de este otro lugar es raro que expongan en una galería. Son muy cerrados los círculos. Yo caché que para mi era como imposible entrar en el circuito del arte, como que no podía, no sabía como, y tengo muy poca tolerancia al fracaso. Empecé a postular a pasantías de verano, residencias, etc, y postulé a una en el Museo del Bronx. En el Museo del Bronx había una pasantía como de verano, donde te pasaban un taller todo el verano, con varios artistas y te visitaban artistas muy grosos y después había una exposición. Yo mandé mis pinturas, que había hecho durante todos los años en esa escuela (Art Student League) que eran autobiográficas completamente. Eran puras imágenes mías con mis pololos, cuando yo era chica, y lo que hacíamos en las vacaciones, y cosas que me gustaban de mis libros también, porque compraba muchos libros de imágenes, y metía cosas chinas, japonesas, cosas de mis amigos, una libreta que me encontré en la calle, pero era cero conceptual, cero qué significa, nada. Es como la pintura. Nunca me gustó eso, nunca trabajé con eso, con el tema del “significado” de la pintura. En esa época estaba muy de moda eso. Entonces quedé clasificada para la primera selección. Me tocó ir a una presentación en un lugar grande, donde mostraban mis punturas y hablar de mis pinturas. Me tocó al último. Eran cinco artistas y los cuatro que me tocaron al principio eran conceptuales. Mostraban las imágenes, y era una sala con una pluma colgando y una silla, y el tipo hablaba, hablaba, y todos los tipos del jurado le preguntaban, y pasaban, otra niña que hacía videos, otro que hacía fotos y yo con mis pinturas, autobiografías con monitos chinos. Empiezo a mostrarles y empiezo a contar de dónde saqué las ideas de las pinturas y por qué la había hecho, pero no tenía mucho que explicar, y no me preguntaron nada. ¡Nadie levantó la mano! No me pescaron, me miraron, y ya listo. Obviamente no quedé, y eso me cagó la psiquis. Yo lo vi como que era Nueva York. Yo dije: “el mundo del arte no es para mi”. Yo estaba leyendo muchos cómics. Ya estaba dibujando monitos. Había dibujado cómics para una pintura que había hecho. Estaba como pololeando con el cómic. Me vino como una cosa de decir, a lo me mejor yo no tengo que pintar más, tengo que dibujar cómics. Me encantaría dibujar un cómic. Quizás más que pintar. El tema con la pintura era que tenía que hacer una pega ahí como de inserción con el mundo del arte contemporáneo en Nueva York, que no sabía como hacerla. No tenía a nadie cerca que me dijera como hacerlo. Me dio susto. No hice esa pega. Dije no, no lo voy a hacer. No, porque al vivir ese rechazo, yo dije no lo quiero vivir de nuevo y dejé la pintura y me puse a dibujar cómics.
LOS COMICS
Con el cómic sentí al tiro una aceptación de todos, porque el cómic la gente lo lee, se ríe, le regalaba a mis amigos, los auto publicaba yo misma, los fotocopiaba, ni siquiera los vendía, se los regalaba a mis amigos. Mis amigos los leían y se cagaban de la risa, después me pedían más. Empecé a hacer eso. Yo no tenía un rollo con el tema de la plata porque yo no vivía de mis pinturas. Yo vivía de mi trabajo. Ese no era problema para mi. Empecé a dibujar, a dibujar, a dibujar y mandé un cómic al Fondart. Y lo gané. Me dieron plata, un sueldo por un año. No existía el cómic en Chile todavía. Era un cómic de mis relaciones con los hombres, con todas mis relaciones sentimentales, como metáfora. Hacía un paralelo entre mis relaciones con los hombres y mi cuerpo. Entonces era como mi sistema digestivo con un pololo, con mi sistema nervioso con otro, y empecé a meterme en el tema del cuerpo humano y de ver como funcionaban las hormonas y a leer. Me fui a la biblioteca y saqué un montón de libros y empecé a leer, a leer, a leer y a anotar, y armé como un guión de algo raro que se me ocurrió a mi, y lo empecé a hacer. Las hojas eran gigantes, con rapidograph. Lleno de detalles. Alcancé a hacer como doce hojas. Las llevé a un Festival de Cómics que hubo en Nueva York que se llama Mocca. Llego al festival con mi carpetita y estaban todos los dibujantes de los libros que yo me había comprado. Todos mis ídolos estaban ahí. Yo: “Me encantan tus libros, yo los leo y los tengo todos” Si, mira me gusta este, mira yo también hago cómics, y los empiezo a mostrar y era como “¡Que bacán! Te doy mi teléfono”. Me hice amiga de ellos, y me invitaron a sus casas, ven a comer, ven a mi casa, te presento a este, no sé qué. En eso, yo todos los cómics que había hecho se los había mandado a mi hermana, que vivía acá en Chile. Ella hizo una comida en su casa y una de las personas que fue, conocía al tipo de The Clinic, y los vio y me mandó un mail y me dijo: “Quiero que publiques en el Clinic, cada dos semanas”.
¿Esto fue en los comienzos de The Clinic?
2001. Así que me dieron una página entera.
¿Todavía estando allá en Nueva York?
Si, estaba allá haciendo mi cómic del Fondart. Se suponía que lo tenía que terminar y editarlo. Pero yo no tenía un guión. Yo iba por página. Eran como unos grabados, porque eran gigantes, hechos con rapidograph. En ese mismo lugar, conocí a la Jessica Abel, que es una dibujante de cómic norteamericana, que ha escrito varios libros de cómo dibujar cómic, ella me dio su teléfono, después me invitó a su casa, me invitó a unas charlas, y me dijo: “Tienes que trabajar con pinceles y con plumilla, no con rapidograph. Tienes que trabajar en un formato humano y publicable, algo que quepa en el scanner, que si tu lo achicas, se lea. ¿Como lo vas a publicar? Tienes que publicarlo gigante. Ya nadie publica gigante” Y como que dije: ¿Qué voy a hacer con esto? Lo dejé de hacer. Ese proyecto nunca lo terminé. Me puse a trabajar en el Clinic. Empecé a hacer un cómic cada dos semanas. Ahí lo amé, amé el cómic. Me vida se transformó en un cómic. Porque yo dibujaba lo que me pasaba. Entonces yo esperaba que me pasaran cosas o todo lo que me estaba pasando, yo estaba muy atenta, muy consciente de mi presente. Nunca había hecho ese ejercicio. De todo lo que la gente me decía, tomaba notas, entonces como que mi vida se volvió un tesoro preciado. Todo lo que yo hacía tenía sentido. Un sentido muy bacán, porque además yo hacía el cómic, en una semana hacía el guión, la otra semana lo dibujaba, lo mandaba, y al día siguiente estaba impreso, estaba en todo Chile. Me empezaron a llegar mails de todas partes, de Punta Arenas, de Chiloé, de Arica, Iquique, de todos lados. La gente me decía que le había pasado lo mismo, y esa recepción de la gente, nunca me había pasado con la pintura. La pintura, las artes visuales es una profesión muy solitaria, estás todo el rato dentro de un taller, pintando, pensando, pintando, y después la ponía en una exposición, la ve una cierta cantidad de gente y de repente a alguien le gusta, se la lleva y no ves más la pintura. Nadie te pregunta, por qué se te ocurrió, que es lo que hiciste, a nadie le importa. Lo importante es la pintura. Entonces aquí se generaba todo lo contrario. A todos le importaba, me preguntaban, opinaban, y yo encontré que era lo máximo. Era como, ¡qué bacán! ¡Como no caché que esto era lo que tenía que hacer siempre! Por supuesto, mi vida está llena de muy malas decisiones, ahí me obnubilé, y dije: ¡Qué bacán Chile!¡Me aman! Como yo tengo un rollo de que no me quieren, dije, me voy a ir a Chile. Después de haber estado 7 años en Nueva York y de tener la Green Card, dije no, yo me voy a Chile, porque en Chile me quieren y voy a hacer cómics, voy a hacer taller de Cómics, voy a publicar, y lo más choro mío era que vivía en Nueva York. También los dibujos pero yo no vi eso. Como dije me voy, mis amigos me decían “¿cómo te vas a ir? ¡Nada que ver” ¡Quédate acá! Publica acá, yo no!, así era mi vida ¡Yo me voy, yo me voy!
Entre medio me llamaron para hacer una exposición en Canadá. Yo tenía muchas pinturas. Las mandé a Canadá, les encantaron, después me las pidieron de Chile, las mandé a Chile, en Chile vendí pinturas. Era harta plata. Con esa plata pagué mi viaje de vuelta, porque mandé todos mis libros y todos mis materiales, fue lo único que mandé. Libros, de todo, novelas, cómic, todo, y mandé materiales, pinturas, pinceles, todo. Con eso pagué ese envío y dije ya, me voy a pegar un viaje a Europa porque nunca he ido a Europa y probablemente nunca más vaya, y en Europa tenía muchos amigos que vivían allá, los contacté, todos me dijeron que si, que me podía quedar, así que armé un viaje, me fui a Europa y después me vine a Chile.
EUROPA

¿El a qué se dedicaba en ese minuto?
El trabajaba en un restaurant, después tuvo un bar. Nos vinimos porque le fue mal en el bar. Cerraron el bar y se quedó sin trabajo. Entonces él estaba empezando a buscar un trabajo. Estaba buscando fondos con el Estado, que lo iba a ayudar, y en eso yo dije vámonos a Chile. El no quería, y bueno. Al final nos vinimos igual y ahí quedé embarazada de la Lupita. Mi segunda hija. Ahí empezó el tema de la crianza pero ahí ya tenía nana, mi familia, mis amigos, la pintura, este taller. Después me separé, él no se devolvió a Alemania, se quedó acá. Ahí empecé a hacer clases en la universidad.
CHILE
Nada de lo que yo imaginaba que iba a pasar con el cómic en Chile, pasó. Esto me da mucha risa. Yo siempre me imagino cosas del futuro, me encanta. Creo que es uno de mis pasatiempos favoritos. Me acuesto, y digo ¿qué va a pasar el próximo año? Me imagino como una escena. Te dicen, si tu te imaginas y creas esa realidad, entonces eso va a pasar. Yo siempre creí eso. Mi vida está llena de cosas que jamás se me ocurrió. Así es. Yo ahora ya lo sé. Pero igual encuentro que es demasiado entretenido imaginarse en el futuro. Yo ya sé que no resulta. Yo sé que algo va a pasar. No va a pasar exactamente eso.
¿Cuánto tiempo pasó hasta que publicaste tu primer libro?

SU NUEVO LIBRO
¿Para cuándo sería este libro? ¿Con qué editorial es?
Es con Random. Se supone que la fecha que me dieron tope es mayo. Como para que entregue todo, pero yo creo que puedo entregarlo antes. Ahora estoy muy embalada y estoy feliz haciéndolo. Al principio me costó mucho hacerlo. Me arrepentí en la mitad, porque este libro en realidad fue la idea de otra persona. Cuando fui a Argentina, y tuve una reunión con un editor europeo, español, el me dijo: “Quiero publicar una novela gráfica contigo. Que tu publiques con nosotros. Pero a mi me gustaría una novela gráfica larga y de tinta china, con achurado y todo eso que a ti te queda tan bien”. Yo le dije, me voy a demorar como 3 años. ¿Cómo me voy a demorar 3 años en hacer un libro, si no me paga nadie?, “No, es que es lo máximo, ¡tu tinta china es increíble!” Yo era no, no quiero. Entonces lo postulé al Fondart. Dije, lo postulo al Fondart, y si me gano el Fondart entonces bacán. Así que hice eso. Entre medio empecé a hacer el libro, porque ellos querían que yo les mandara la historia. Hice el guión, lo escribí entero, y era como autobiografía ficción. Ficcioné algo que me había pasado, un romance. Lo hice y entre medio llegó Random, y me dijo: “Queremos publicarlo contigo”. Dije: “Estoy haciendo esto” y a ellos les encantó. Yo se los mandé a España, pero ellos se fueron de vacaciones. Pasó un mes o algo así, me respondieron y me dijeron: “Sabes que, no nos gusta tu historia” Si yo no hubiera tenido el contrato con Random, yo la dejo, obvio, qué quieren uds. que haga, porque yo quería publicarlo en España. Es como entrar en el mercado. Pero yo no podía hacer eso, menos mal, porque ya había firmado con Random. Y a Random le encantaba. Random es una súper buena editorial. La postulé al Fondart. También salí inhabilitada porque había puesto mi nombre. En el concurso de los cómics, tenía que ser anónimo. Yo no le puse nunca mi nombre, pero en el cómic, decía mi nombre porque mi historia tienen mi nombre. El personaje soy yo pero la historia no es real. Entonces no tenía Fondart ni libro en España. Entonces yo dije, este libro lo hice porque este tipo quería que fuera en tinta china, además llevaba 20 páginas, o sea, podía dejarlo. Dije: lo voy a dejar, hablé con mi editor de Random y le dije: “Pasa esto, yo nunca quise hacer un libro con tinta china, ni una novela gráfica. Yo quiero hacer autobiografía. No quiero hacer un libro de 250 páginas con tinta china, no me quiero suicidar”. Él que es súper buena onda, me dijo “ya, relájate, haz lo que quieras pero hazlo. Haz algo. Preséntame un proyecto nuevo y lo hacemos”. Dije: Voy a contar la misma historia pero sin ficción, todo igual como pasó, y con lápiz mina. Lo empecé y estaba feliz. Estaba en la mitad y escuché un podcast. Se trataba sobre, cuando los artistas que hacen cómics, o que hacen libros o películas, se meten en proyectos que son súper complicados, pasan por un momento que le dicen el “Dark Forrest”. Es un momento donde encuentras que soy lo peor, que tu proyecto es lo peor, que te va a ir pésimo, que te va a quedar mal, entonces mejor no lo hagas. Es entrar a un Black Forrest, donde está todo oscuro, no ves nada, no conoces a nadie, te cagas de susto y puedes tomar dos decisiones; Te devuelves y sigues en tu confort normal, haciendo lo que haces siempre, repitiendo lo que haces siempre, o te metes al bosque, te cagas de susto y pasas a través del bosque, y llegas a un lugar, y va a llegar un momento en que todo lo que te daba miedo, te empiezas a dar cuenta que son cosas que te costaba mucho hacerlas, pero cuando te das cuenta que ya las estás haciendo, y que te están quedando bien, todo se vuelve a tu favor. En vez de en contra, y todos te empiezan a ayudar y empiezas a hacer un trabajo que es mucho mejor de lo que hacías antes, y llegas a otro lugar, que está después del bosque y a ese lugar, la única manera de llegar es atravesando el bosque. Yo escuché eso y dije: “Oh, ¡esto es lo que me pasó! ¡Es mi cómic! ¡Es mi libro!”. Así que yo dije yo quiero pasar el bosque. Me devolví, lo agarré, lo leí de nuevo, armé el guión de nuevo, y dije ya, lo voy a hacer. Hablé con mi editor y le dije que le estoy haciendo de nuevo, y me dijo que bueno, ¡porque es tan bueno! Así que lo empecé a hacer y eso fue todo el año, porque esto fue el año pasado, cuando postulé el año pasado y estuve todo el año trabajando y ahora ya me quedan como 50 páginas.
¿Te exigen un número de páginas?
No, yo puse lo que era mi libro no más. Ellos me lo van leyendo, les he hecho dos entregas y me dicen cosas de la historia, cosas que si se entienden o no, me dan ideas pero en realidad va a haber una revisión final, pero tampoco se puede cambiar mucho porque no es un texto en Word que tu cambias páginas y párrafos. Esto está hecho. No puedo cambiar la escena, pero si puedo cambiar algunas palabras que están mal escritas, o quizás puedo cambiar alguna escena, dibujar algunas páginas de nuevo, también se puede hacer pero no creo.
¿Cómo se va a llamar este libro?
Se va a llamar “Ídolo”. En realidad ha tenido como 4 nombres. Se ha llamado “Éxtasis”, se llamó “El Deseo”, se llamó “La Aventura”, se llamó “Un Viaje a Lima”, “4 Días en Lima”.
¿De qué se trata?
Es un festival de cómics, es un viaje que yo hago a un festival de cómics, como muchos que he ido, y tengo una aventura con un dibujante europeo.
¿Es ficción? O ¿es basado en la realidad?

¿Cómo es el proceso de trabajo?¿Tu vas creando la historia mientras vas dibujando? ¿Tu ya sabes el final?
Escribí la historia como siete veces, en Word, 30 páginas o 50 páginas, así grande. La historia, lo que pasó, el viaje que yo hice, todo lo que pasó. La escribí entera, con todo lo que me acordaba, porque yo cuando tuve ese viaje, cuando me pasó eso, para mi en ese momento fue una gran historia. Yo volví de ese viaje, se la conté a todos mis amigas y todas me dijeron: ¡Oh, que buena la historia! Todos me decían eso, así que yo dije bueno, esta historia es la historia para el libro, para la novela gráfica para España. Es buena la historia, pero cuando a ellos no les gustó, me dijeron, ¿sabes que pasa? Es una historia de amor. Yo nunca lo vi como una historia de amor. Para mi era una historia de un dibujante de cómics que va allá, tenía que ver también con dejar de tomar alcohol, porque yo tampoco tomaba, entonces tenía que ver con eso, con que todos mis amigos toman y yo no. Tenía que ver con mi edad también, con tener 45 años y estar soltera y que están todos casados, como tienes relaciones con los hombres a esa edad. Mis temas eran esos pero ellos lo vieron como que era una historia de amor. Entonces me dijeron no, para que tu entres al mercado europeo, no puedes entrar con una historia de amor. Pero yo nunca lo vi como una historia de amor. Pero claro, tenían razón, al final el centro de la historia es una relación entre un hombre y una mujer, romántica. En realidad si, es una historia de amor, entonces la trasladé a otro país, ahora sucede en Lima, en Lima hay muchas iglesias, hay muchas santas, hay mucha cosa con la religión, y también mi vida tiene mucho que ver con eso porque yo siempre he sido muy rebelde y como muy feminista, pero también mi infancia es colegio de monjas. En el ADN tengo la huevada latina de la santa, de la mujer buena, perfecta, que hace todo bien, la perfección de la santa. Es una figura, un arquetipo que me siento muy identificada. Lo conozco mucho. Porque es mi infancia. Entonces cuando voy a una iglesia, no me siento ajena a la iglesia. Yo entro a la iglesia y me siento bien en una iglesia, independiente que yo no sea católica y que no vaya a la misa y que no tenga ningún rollo con eso, yo entro a la iglesia y encuentro que es bacán estar dentro de la iglesia. Si tengo un problema y me siento como el hoyo, en vez de ir al sicólogo, yo me meto a una iglesia, me siento y ahí se me pasa la pena. Es un lugar donde lo espiritual es la manera. Usé todo ese mundo y la metí en la historia, entonces empecé a investigar sobre el mundo de las santas, de cómo eran estas santas medievales, que se pegaban, que se hacían daño, para estar cerca de Dios, porque el dolor las acercaba, porque el espíritu está en contra del cuerpo, y empecé a investigar de ese tema, y como me gusta investigar y soy media matea, y me empecé a meter en esos temas y lo empecé a juntar con la historia. Pero ese proceso lo hice después, porque primero era cómo contar esta historia pero que no sea igual a lo que pasó. Después que lo tenía hice esto que es un storyboard. Esto es todo el libro dibujado, eran como 6 páginas por página. Ahí hice el boceto del storyboard de toda la historia y ahí caché que la historia duraba 250 páginas. Después del texto hice esto, para ver si la historia funcionaba también. Cuando iba en la mitad del libro, empecé a desarmar esa historia, y empecé a sacar partes. Hay partes que en realidad no van, caché que era demasiado largo, entonces empecé a podar, aparecieron personajes nuevos y ya en las últimas partes lo que tengo que hacer es ir re leyendo todo lo primero para engancharlo con el final. Cosas que salían al principio, se tienen que resolver al final. Porque es ficción, no es lo mismo que la autobiografía. Entonces estoy haciendo ese ejercicio y armé un sistema de anotar cosas que quiero resolver. Ahora ya lo armé entero, y ahí está. Como estoy tan metida con la historia, de repente me estoy duchando y se me ocurren cosas. Estoy en una etapa que para mi es muy entretenida, porque estoy creando, entonces encuentro fome que el guión esté listo desde el principio y uno lo haga no más, no, nunca fue así. Uno tiene la ilusión, igual como cuando te imaginas el futuro, como que jamás va a pasar así porque van a pasar muchas cosas entremedio. Yo sé que cuando hice el guión al principio, sabía que no iba a ser igual, pero en realidad me doy cuenta que no, que no es igual. Ojalá que no porque pasan cosas, es orgánico, va cambiando.
¿Te consideras escritora?
Yo siempre he escrito. De hecho la tesis que hice está escrita entera. Me encanta escribir. Antes que existiera el mail escribía cartas. Soy buena para escribir, ¡me encanta escribir! Cuando empecé a hacer los cómic, el problema con los cómic es cuando escribes mucho, el dibujo debiera hablar. A mi me gustaría no escribir tanto. Que fueran menos textos y más dibujos. Yo he hecho los dos libros, los dos diarios, que son casi puro texto. Me gusta mucho leer también. Soy muy amiga de la literatura. Me encanta leer biografías, novelas, ficción en general.
¿Quiénes son tus escritores favoritos?
Ahora estoy leyendo a Karl Ove Knausgård,el noruego, que hace su autobiografía que se llama “Mi Lucha” y son seis tomos y voy en el cuarto. Sólo se han traducido los 4 primeros.
¿Algún escritor chileno que te guste?
Alvaro Bisama, no los he leído todos pero he leído varios de Bisama.
¿Cuáles “comiqueros” en Chile te gustan?
Muchos. Me gusta la Sol Díaz, con la que tenemos el podcast “La Polola”. Me gusta Cociña, me gusta Mala Imagen, Gabriel Garbo, hace diseño pero también cómic. La Katherine Supnem me gusta mucho. Ahora voy a presentar un libro de la Katherine Salazar, “Devil Kathy” también era alumna mía en el Alpes. La Alejandra Costa que también hizo un libro de cómic, la Paloma Valdivia, la Margarita Valdés, Karina Coq, pero ella es más ilustradora. Hay gente joven, Pepe Pollo, que hace fanzines. Hay una producción de fanzines muy grande, que también es súper buena, la No Sofíatambién. Hay harta gente que es under. El under es una fuerza muy grande del cómic en Chile. No los conozco a todos pero los he visto en las ferias, he comprado algunos fanzines de ellos, se hacen hartas ferias. Ahora que compré los del “Book Depository” que son dibujantes, la mayoría mujeres, que hacen autobiografía, que es lo que más me gusta. Yo conozco su trabajo, porque cuando yo vivía en Nueva York conocí a muchos dibujantes y les he seguido la pista, pero han salido muchos nuevos. Escucho muchos podcasts de cómic, y ahí me entero de los artistas nuevos, me entero de los libros que salen, cuando hacen review, cuando hablan de los libros. Entonces cuando me metí a Book Depository, dije, voy a elegir esos que he escuchado que son bacanes y los pedí todos. En realidad son increíbles, son lo máximo.
¿Cuáles son tus planes a futuro?
Voy a publicar el libro a principios del próximo año, después me pongo a pintar porque voy a empezar la exposición, porque el próximo proyecto de Gasco lo voy a presentar al Fondart del 2017. Pero ya va a ser otro proyecto. Lo voy a cambiar, de hecho ya me mandé a hacer las telas. Tengo una idea de pintura porque siempre he usado fotos de referencia. Entonces me dan muchas ganas de pintar sin mirar fotos, como hago los cómics. Para eso tengo que haber terminado este libro. Cuando lo entregue, después viene toda una etapa de revisión, la portada, cosas así. De ahí me voy a poner a pintar. Mientras estoy dibujando se me ocurren muchas ideas. Creo que lo que más me gusta es hacer diarios. El formato diario de vida. Pero ahí también es complicado porque estoy contando mi vida y estoy exponiendo a otras personas. Es súper incómodo eso. He tenido problemas con eso. También tengo un proyecto de hacer un libro de cocina con mi hermana, que hizo un libro de cocina y ahora está haciendo otro. También me gustaría colaborar con ella. También tenemos un proyecto con la Sol de hacer un libro con “La Polola”, con las ilustraciones del podcast y hacer cómics entre las dos, sobre el podcast. Pero también es una idea que se nos ocurrió porque se nos ocurren un montón de cosas, pero también ella acaba de tener una guagua y está súper ocupada. Cada vez que veo estos libros que me llegaron y digo: “que ganas de hacer un libro así como este”, pero yo creo que lo más probable es que me ponga a pintar. Porque tengo muchas ganas de pintar, de pintar algo nuevo que no he hecho nunca.
¿Este es tu sexto libro?
Si, primero están “Las Crónicas de Maliki” con Feroces, después está “El Diario ïntimo” con RIL. Después “Maliki en Tinta China” con Ocho Libros, “El Diario Iluminado” con Ocho Libros, “Quiero ser flaca y feliz” con Planeta. Después viene “Idolo”.
¿Con cuál te fue mejor?
“Quiero ser Flaca y Feliz”. Estuvo en el ranking de El Mercurio, de La Tercera, cinco ediciones y le fue bien. Ganamos plata y fue bacán. Fue súper bueno ese libro.
¿Cuál es el que más te gusta?
Los diarios. Son los que más me gustan. Los de “Maliki en Tinta China” son recopilaciones de los que hice al principio. Tampoco me gusta leer muchas cosas que son antiguas mías. Cuando hice los diarios lo pasé demasiado bien porque eran como 4 meses dibujando todos los días, era dibujar, dibujar, dibujar, y creo que esa es la mejor terapia del mundo, fue haber hecho esos diarios. Eran súper bonitos.