Por Cesar Cancino, desde Malibú.
Decir algo más de Joker (Todd Phillips, 2019) seria redundante, de fan o de periodista-picado-a-director-queriendo tener la atención.
Como me dijo un destacado actor nacional, del cual nos vamos a reservar la identidad para no caer en personalismos espurios (como TU columna, señor periodista aquel…), Joker no es una gran película. Es entretenida, con buen arte, buena dirección. Pero como película es destacable, más no superior al fenómeno que surgió desde la interpretación y el trabajo del señor Joaquín Phoenix.
No hay otro Guasón como Phoenix. Es una de esas películas que le caen a la persona correcta en el momento correcto. Cómo olvidar a Mickey Rourke en El Luchador o a Phillip Seymour Hoffmann en Capote. O al mismo Heath Ledger haciendo del mismo personaje en la etapa Nolan del asunto. Llega a dar lata pensar en Phoenix. Después de verlo caer bajo la sombra de su hermano, River, y levantarse desde la vergüenza de tener que haber sido comparado con Peter Ustinov en la factura de su emperador romano, Phoenix ha establecido peldaño a peldaño, incluyendo un mockumentary sobre él mismo, una ascendente carrera a la excelencia actoral. Tiene toda la mitología que envuelve la creación de un personaje vital: que es drogadicto, alcohólico, mujeriego, adicto al juego, abuso infantil, etc. Su mito lo superó. Joker fue aplaudida antes de ser estrenada. Ya era la mejor película de comic de la historia. Luego vinieron los 8 minutos de aplausos en Cannes, las amenazas “incel”, las policías acordonando los cines, etc.
De qué va. Todd Phillips establece una premisa en torno al surgimiento como Guasón del señor Flerck. Entrega giros interesantes, y, consideramos, se pone en la delantera de todo lo que vino antes… ¿Cómo? Claro. Es como llegar al final e imponer el canon. Todo lo desarrollado por el guion es súper plausible, y no queda arrogante ni soberbio. Esta la típica discusión entre los puristas (que cuando se cortó la cara para tener esa sonrisa, que si el señor Wayne había tenido onda con la mama de Flerck, que si el enano, que si se veía la cara de Batman en el espejo, etc.). Pero consideramos que Phillips establece un inicio de difícil discusión ulterior. Todas sus tesis son a lugar. Ver cada cita que hace, cada referencia, cada homenaje, es casi más interesante y emo que varias películas de Tarantino juntas. Por lo de la fiesta de las referencias, decimos.
Es muy bello como esta película cierra círculos. El Rey de la Comedia, Taxi Driver, con el mismo Ledger, con los Wayne, con la niñez de Flerck, con su maldita risa, etc. Ofrece el retrato de una ciudad devastada por la corrupción de los poderosos (oh, sorpresa), y la venganza de un solitario. Un “vigilante” como mal llaman en la película al surgimiento de este “vengador”, desde las profundidades del metro de Gótica/Nueva York.
Al mismo tiempo es atroz. Es una película muy violenta. No lleve a su hijo chico que vio las de Nolan. No tiene nada que ver. Acá no hay capas. Hay balas. Acá no hay maquillaje. Hay sangre. Acá no hay desamor. Hay alucinación.
Y también hay errores e inconsistencias. Es raro que el señor Wayne, siendo el poderoso que es, y candidato a algo además, ande solo por las calles. Es exagerado que llamen “vigilante” a este asesino enfermo. Es débil como se salva el enano. Pero es superior el alma y el cuerpo que nos entrega Phoenix…
Cierren las prensas. Suspendan la categoría mejor actor: ya está listo. ¿Brad Pitt por Ad Astra? Sería más raro que Joaquín Lavín yendo a ver Billy Elliot y hablando sobre la inclusión, la diversidad y los derechos de las minorías sexuales…
Al ver Joker te olvidas de Nolan. Sorry. No te lo puedes sacar de la cabeza. Pierdes tu miedo a llorar en público. Te das cuenta que ni el amor te salva. Te enteras de que la revolución “incel” no va a pasar de solo una paja culposa encerrado en la habitación. Caes en cuenta que nadie va a sacar una UZI para matar gente en el cine. Empiezas a apreciar de nuevo al Old blue eyes. Comprendes que la referencia es admiración y respeto. Que te olvidaste del Episodio IX. Que solo recuerdas a Ledger porque lo que ves te lo hace recordar. Y eso te entristece. Y te emociona. Y te das cuenta que el mejor chiste del Joker es el mejor chiste de Phillips: el último que llega, deja la luz prendida…