Conversación con Alejandra Costamagna, autora de “Animales Domésticos”

Este libro, va desde cuentos más «tradicionales», o otros que son más experimentales, más cercanos de repente a la poesía, más fronterizo, pero juntos van haciendo como una especie de nueva constelación. La idea original de ese libro era una circulación fuera. En Perú primero, en la editorial Estruendomudo. Después ahora en México cuando la editorial Estruendomudo se vino también a Chile, decidimos hacerlo también acá. Porque igual hay cuentos inéditos pero como hay otros editados, la idea era que saliera afuera para los lectores de afuera, pero resultó igual acá.
¿Nos puedes contar como construiste este libro?. Me gustó mucho el cuento “Hambre”, me encanta como lo construiste, me gusta el relato, pero me gusta por sobre todo la emoción de la historia, que nos puedas contar un poco sobre eso.

¿Te da más placer escribir cuentos o novelas? en esta lucha por cortar que tiene el cuento.
Hay una parte de mi como lectora que puedo responder desde un lugar bien distinto, que incluso hoy mismo con el nóbel a Bob Dylan, uno piensa que las fronteras entre los géneros están cada vez más porosas y qué es novela y qué es cuento, donde se topan, es como que todo se empieza a volver muy híbrido. En ese sentido, yo como lectora también aprecio mucho cuando en un texto uno empieza a ver que se puede ir hacia otra parte y que de repente, no necesariamente, uno puede decir es un cuento porque cumple con una presentación, un nudo, un clímax y un desenlace, desordena un poco eso. Entonces me pasaba también que al escribir estos cuentos, al escribir los otros cuentos de “Imposible salir de la tierra” o el proyecto de novela en el que estoy ahora, me pasa que no sé bien donde estoy. De repente es una especie de artefacto narrativo, pero no sé bien como acomodarlo, en qué lugar ponerlo. Con la novela que estoy escribiendo, todo el rato me está pasando que estoy queriendo silenciar cada vez más. La diferencia entre los géneros, no necesariamente tiene que ver con extensión, que la novela sea larga y el cuento más corto, sino con los niveles, probablemente, de concentración expresiva que uno pueda lograr en un formato o en el otro. La extensión también, sin duda.
¿Como decides si va a ser un cuento o una novela? ¿Como funciona esa decisión en la vida de una escritora?
Hay una cosa bien conservadora, a pesar de estos saltos. Con los editores pasa también, que durante mucho tiempo, se han resistido mucho al cuento. Es como ese lugar común; “el cuento no vende” Me parece algo super a destiempo, pensando que hoy día, cada vez más la inmediatez y la brevedad, y tenemos los tiempos super colapsados. El tema de “Santiago en 100 palabras”, todos los concursos de cuentos breves, es lo que toda la gente, también por tiempo, está como ávido de leer y de acceder a eso. Entonces es un prejuicio que ha costado un montón que salga, y gracias a que ahora están las editoriales auto gestionadas, que de alguna manera, van como a contrapelo de lo que pasa con los grandes mercados internacionales, es que se ha empezado a abrir un poquito más y hay una disposición distinta de las grandes editoriales. Pero igual siempre está como: “ya, y ¿cuando la novela?” todo el rato. Es inevitable que uno igual se lo plantee frente al computador y ya, me da mucho placer escribir los cuentos pero está ahí el otro proyecto. Pero en el momento mismo, en el que yo me siento a escribirla, como ahora mismo, es como también una disposición distinta a como escribí las novelas previas. En la previa, “Dile que no estoy”que fue publicada en el 2007, pero yo creo que todo el proceso fue del 2002 al 2005, más o menos, la escritura. Ahí hay un tema de disposición, de concentración super distinta. También creo que es bueno que uno se plantee como escritor, como te vinculas con este contexto, en el que todos estamos super inmersos. Yo añoro muchísimo ese tiempo en el que estaba 10 horas metida ahí. No había ninguna interrupción, no había un celular que mirar, ni Twitter, ni Facebook. Uno vive en este mundo, y ahí está y es parte del asunto. Entonces también probablemente esta novela que estoy escribiendo es inevitable que se deje también como nutrir por esta cosa un poco más fragmentaria. Entonces la estoy escribiendo en un proceso más fragmentario, en el que funciona, tal vez como cada capítulo es parte de una unidad, que se va armando una especie de mosaico, que va armando el todo. No es el mismo proceso de escribir un cuento, pero tampoco es el mismo proceso de cómo yo escribí las otras novelas.
Habían algunos cuentos que estaban escritos como desde la estructura. Habían otros, que son los que más me gustaron, que yo sentía que estaban escritos más desde la guata, con un flujo más libre. ¿Estás consciente que algunos están escritos de cierta manera y otros de otra?
No, yo creo que al momento de escribir no soy muy consciente de eso. A lo mejor si lo veo después, con distancia, puedo llegar a mirarlo como lectora y establecer esas distinciones. Pero en el proceso mismo, en general, todos surgen de manera muy distinta, pero tal vez una característica, más frecuente, es que parten de una imagen. A partir de esa imagen, es como ir soltando la madeja e ir tirando la lana, hasta ver lo que va saliendo, y es como bien inesperado. A veces ese zumbido aparece, a veces hay un momento en el que uno se vuelve más consciente de hacia donde va la lana y la tiras con más fuerza o menos fuerza, pero es super difícil que uno pueda como tener claridad de en qué momento tiro de las riendas o no. No puedo hacer el ejercicio de mirarlo así desde afuera, ahora. Tal vez si me pusiera a ver cada cuento y tratara de reproducir la escena en la que surgieron, es como podría ser.
Cuando escribes, ¿entras en un trance creativo? Como esa imagen que uno tiene de los escritores.

A propósito de esto de la lana, que lo encuentro super interesante, ocupas muchas metáforas o frases super poéticas. ¿Has hecho algo de poesía? ¿Te gusta?
Como lectora, absolutamente. Me parece que es como lo que arma todo. Un escritor sin leer poesía no es nada. Me refiero a un escritor en un amplio sentido, un ensayista, un cronista, un poeta por supuesto, pero un narrador también, se nutre de la poesía. Es como que de ahí viene todo. Puede que yo no escriba versos, pero esa conexión en el lenguaje que me parece fundamental. Al final, escribir para mi es como una experiencia del goce por el lenguaje. Ahí está todo. Junto con contar historias, pero ese contar historias podría ser cualquier cosa si no está este goce con el lenguaje.
¿Te surgen automáticamente estas frases? ¿Tu piensas así?
Yo creo que el ejercicio de escritura es un ejercicio de observar siempre. Tener la capacidad de escuchar. Ahí probablemente, cuando uno está escuchando y está observando, estás creando imágenes poéticas también de las cosas que ves. Es como que las vas transformando. No creo que uno vea la realidad tal cual sin filtro. Siempre las vemos a través de un filtro nuestro y que ese filtro está mediado, cuando uno escribe por el lenguaje, entonces ahí se produce como una construcción que al final puede ser una construcción poética. Como traducimos esto que es intraducible, que es imposible reproducir la realidad, cuando lo hacemos a través de las palabras estamos ya haciendo una construcción y esa construcción del lenguaje al final es poesía.
Cuando llegaste, hablaste del mercado. ¿Cuál es la literatura que hoy va contra el mercado?
Ahí hay una línea super difícil de distinguir, porque al final, si los libros están circulando y se están vendiendo, naturalmente entramos en una lógica de compra venta, oferta, demanda. Pero, tal vez ahí, la distinción tiene que ver con algo de lo que hablábamos recién. La literatura que solamente hace un hincapié en el contenido. Voy a contar una historia que va a vender. No preocuparse del discurso que hay detrás, que el lenguaje también es discurso. Hay una postura ética y estética también las palabras que nosotros elegimos para contar lo que queremos contar. Entonces, en esa línea, probablemente, las literaturas que tienen esa preocupación, que va más allá de contar buenas historias, y que hay también un trabajo con lo estético, con lo discursivo, es como que para mi se salen de lo meramente comercial. Pero la línea es muy delgada también. Es super difícil pensar en qué es una cosa y qué es otra. Por lo demás, a mi me parece super bien que existan distintos tipos de literatura que aporten desde sus distintos lugares, una literatura de masa. El problema es cuando se pasa como gato por liebre. Cuando aparece como literatura, no quiero hablar de pesos o no pesos, porque puede ser un poco pedante también pensarlo de esa forma, es como la alta cultura y la baja cultura. De ninguna manera estoy de acuerdo con eso. Pero si en pensar que la literatura más masiva, que apunta probablemente a un público que no está preocupado, o no le interesa, o no va a apreciar especialmente el trabajo estético con el lenguaje, tiene una dinámica propia, y que es distinta a esa otra literatura, que a lo mejor trabaja desde un lugar en que el lenguaje tiene otro peso. El problema es eso, es cuando se ponen en la misma baraja las dos cosas.