Crítica de teatro “Uncanny Valley”: Un robot como solución al trastorno bipolar

 

Por Eduardo Taylor

Escenix presenta su primer estreno internacional: Uncanny Valley, de la compañía alemana Rimini Protokoll, dirigida por Stefan Kaegi. En ella un robot construido a imagen y semejanza del escritor Thomas Melle da un monólogo acerca de su condición de bipolar, la humanidad y su relación con las máquinas.

Thomas Melle es un reconocido escritor alemán, caracterizado por abordar temáticas incómodas en sus novelas. En Euro 3000, publicada en 2014, los protagonistas son un vagabundo y una cajera que se dedica a la pornografía aficionada.

Su último trabajo fue Die Welt Ruck (2016) novela donde aborda su trastorno bipolar. Es esta última la que dio paso a la colaboración artística con la compañía Rimini Protokoll, caracterizada por la innovación en el escenario, en cuanto al uso de la robótica y la inteligencia artificial.

Podríamos decir que si nos cortamos una pierna es posible mandar a fabricar una prótesis para volver a caminar. Si perdemos la audición existen tecnologías para recuperarla. Si no nos sentimos conformes con nuestro sexo existen procedimientos para tener otro sexo.  Así lo que consideramos una “imperfección” o “discapacidad” puede ser solucionado por la tecnología: ¿Pero qué pasa cuando tenemos otro tipo de “discapacidad” o “condición” que no nos permite ser individuos funcionales a la sociedad? ¿Algo así como un trastorno maniaco depresivo?

Esta es la problemática de la obra. El escritor Thomas Melle mandó a fabricar un robot idéntico a él, física e intelectualmente e incluso le presta su propia voz. Este robot no tiene que lidiar con el principal conflicto de su autor: la bipolaridad, la pérdida del control y los intentos por lograr hacerse con este control una y otra vez. Ahora bien ¿es la bipolaridad una imperfección? Y si lo es ¿puede ésta ser suprimida por una prótesis robótica?

El robot, despojado de su humanidad, es decir de sus imperfecciones, y con un gran control sobre el escenario (como si en términos freudianos fuera el súper-yo de Melle)  nos muestra registros audiovisuales de su construcción, y a la par va realizando reflexiones filosóficas acerca de la condición humana: “muchos pacientes mentales se ven a sí mismos como ordenadores, fantasean con que se les ha implementado un chip en el cerebro que crea recuerdos ficticios que se convierten en sus recuerdos, secretamente ansían deshacerse de su humanidad y  responsabilidad, se ven a la merced  de poderes inescrutables: no soy nada, pero todo gira alrededor de esta nada”, dice el robot.

Melle le dice al público que construyó este robot para asegurar la estabilidad que su enfermedad le ha privado, para no sentirse a merced de su condición ni de las miradas del público. Así, el robot puede hacer el papel de Melle en cualquier parte del mundo, sin la bipolaridad. Lo que nos hace preguntarnos: ¿una vida sana, sin problemas mentales, sería una vida robótica?

La obra nos trae una serie de problemáticas a la hora de hablar de teatro y la representación. ¿Qué es lo que se está re-presentando o volviendo a hacer presente?: “Si vinieron a ver a un actor están en el lugar equivocado, pero si han venido a ver algo auténtico también están en el lugar equivocado. Porque ya no me quiero exponer así, como la persona real, porque el escenario magnifica todo hasta un grado insoportable, gestos vanidades, inseguridades. Si cometo un desliz es capturado por tres cámaras y 100 cerebros y se difunde por el mundo como meme virtual”, dice el robot.

Con esta innovación de la Compañía Rimini Protokoll estamos en presencia de la pérdida del aura de la obra de arte como decía Walter Benjamín. Pues el aquí y ahora de la obra que protagonizaban los actores ha sido despojado por un robot.  Todos los movimientos están calculados, no hay espacio para el azar, el error o la improvisación. De por si cada función de esta obra es igual, está programada. Y vuelve a estar doblemente programada al ser trasmitida vía streaming.

Por último, no podemos obviar el hecho de que el robot de Melle parece un paciente dopado con fuertes narcóticos y antidepresivos, sus movimientos son reducidos, lentos e inexpresivos.  ¿La cura para la bipolaridad va realmente de la mano de la robótica y la supresión de las emociones? ¿o esto más bien da cuenta de que como sociedad no hemos sido capaces de tomarle el peso a las enfermedades mentales y darles un lugar en la sociedad?   

Título: Uncanny Valley

Duración: 61 minutos

Año de estreno: 2018

País: Alemania

Director: Stefan Kaegi

Reparto: Thomas Melle (texto, voz y cuerpo)

Fecha de estreno: 14 de mayo de2020

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