Crítica literaria: Vencer el miedo: La convocatoria de Martha Nussbaum

 

Por Nicolás Poblete Pardo

La última publicación traducida de Martha C. Nussbaum, La monarquía del miedo, se centra en los miedos y sus redes, en cómo el miedo “enlaza con otras emociones problemáticas como la ira, el asco y la envidia, y las intoxica”. Un detallado estudio de cada una de estas emociones es el que lleva a cabo Nussbaum, y lo hace con un tono que mezcla confesión, erudición, auto-cuestionamiento y generosa reflexión.

Cándidamente, desde las primeras páginas, Nussbaum nos comparte sus orígenes y, en varias oportunidades, hace alusión a su educación, retornando con especial énfasis a la figura de su padre, un hombre bienintencionado, un soporte como educador y padre proveedor, a la vez que una persona sumamente prejuiciosa, racista y prácticamente antisemita (cosa especialmente delicada para la misma Nussbaum, quien, contra todo consejo familiar, termina casándose con un judío, uno de los grupos menospreciados por el background familiar en el que Martha creció). Martha dice: “Empecé a verme como el resultado de unas fuerzas sociales que están desigualmente distribuidas”.

Esa es la primera revelación que comparte Nussbaum, una educación que, idealmente, todos tenemos en algún punto de nuestras vidas: la noción del “otro”. Luego se zambulle en su exploración del miedo: “El miedo tiende […] a bloquear la deliberación racional, envenena la esperanza e impide la cooperación constructiva en pos de un futuro mejor”. En un diálogo imaginario que Martha proyecta, se halla respondiéndole a un detractor con el siguiente argumento: “El miedo tiende […] a sobrepasarnos y a impulsarnos a actuar de forma egoísta, imprudente y antisocial”. Con introspecciones que se acumulan, Nussbaum realiza un repaso para aclarar definiciones y explicar los múltiples matices entre emociones como la ira, la cólera los celos y la envidia.

Nussbaum se vale de la tradición grecolatina, pero su escenario, sus ejemplos y su observación sobre el acontecer son actuales. Una observación especialmente clara es la que ella hace respecto a las redes sociales, en el contexto de la ira como hija del miedo: “Las redes sociales tal vez alientan esa obsesión, pues en ellas la gente tiende a faltarse el respeto, a llevar la cuenta del número de veces que sus publicaciones reciben un me gusta.[…] Cada vez vivimos más a la vista de otras personas y cada vez una parte mayor de nuestras vidas puede ser puntuada por otros individuos, y puede aumentar o disminuir de valoración en función de ello. Pero ¿no es esa obsesión por el estatus una señal de inseguridad? ¿Y no incrementa por sí misma la inseguridad, dado que la persona que escudriña el mundo en busca de señales de desaprobación está condenada a encontrarlas, por pocas que sean?”.

El estatus, sitial simbólico en el universo virtual de las redes sociales, es zona peligrosa, pues nos distrae de nuestra búsqueda por otros valores, más relevantes. Aquí ingresan otras nociones, como autoestima, dignidad, humillación. Nussbaum nos recuerda la jerarquía en la que nos hallamos, para aclarar que la dignidad, “a diferencia de la reputación, es igualitaria e inalienable”. Otro peligro viene bajo el formato del asco; el asco como forma de miedo a lo peligroso. Más aún, el asco “es una aversión al contacto que viene motivada por un pensamiento de contaminación”. En el capítulo “El asco motivado por el miedo: la política de la exclusión”, leemos que éste es un tipo de miedo “relacionado en cierto modo con la muerte y con la potencial descomposición del material del que estamos hechos. […] Nos negamos (literalmente) a ingerir putrefacción y, por lo tanto, a estar muertos”.

Otras fascinantes disecciones que Martha va haciendo a lo largo de su estudio son, por ejemplo, las diferencias entre envidia y su pariente cercano: los celos; los contrastes entre sexismo y misoginia, o las motivaciones para el resentimiento, para lo cual cita a Nietzsche y su definición de esta emoción.

Nussbaum avanza en su manifiesto hacia lo que denomina una “política de la esperanza”, y este es el mensaje con el que quizá debamos quedarnos, después de pasear por su revisión que toma ejemplos clásicos de los orígenes del teatro griego y de su noción legal, así como de hitos clave en la literatura y la especulación psicoanalítica (Shakespeare, James Joyce, D. H. Lawrence, Melanie Klein): “A mi entender, la esperanza comporta una visión imaginativa del positivo mundo que podría seguir a ese posible resultado bueno, y entraña también (no siempre, pero sí a menudo) acciones relacionadas con la posibilidad de llegar a ese mundo”.

Cuando resulta muy difícil, casi imposible, encontrar impulsos para perseguir un positivismo y un sentido de proyección, Nussbaum nos recuerda que la esperanza combate al miedo o, más bien, que “la esperanza es lo contrario (o el reverso) del miedo”. Así, en su tesis convoca a figuras que lindan en lo místico y que ya son parte de nuestras referencias históricas como portavoces indiscutibles: Tagore, Martin Luther King, Jr., Nelson Mandela, así como determinadas escrituras que se elevan hacia una poética de identidad, como las de Walt Whitman, verdadero sello norteamericano, Ralph Ellison y su enorme denuncia racial (El hombre invisible), o David Grossman, autor de La vida entera y la premiada Gran cabaret.

Nussbaum concluye su tesis recalcando aquellas “practicas de esperanza”, que pueden hallarse o cursarse en áreas como la religión, las artes, los movimientos de protesta. Como las agendas políticas determinan los focos de interés o desinterés; admiten o rechazan; adjudican presupuestos según sus propios intereses, es necesario salir del aislamiento para integrarse “en una comunidad movilizada en torno a una serie de metas”, lo que puede infundir esperanza.

Título: La monarquía del miedo. Una mirada filosófica a la crisis política actual.

Autor: Martha C. Nussbaum

Año de publicación: 2019

Páginas: 303

Editorial: Paidós/Planeta

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