Por Paula Frederick
Ser mujer, adolescente, gitana y lesbiana, en la periferia de la Madrid contemporánea. La realidad de Lola, a sus 16 años, es bastante compleja. Siente que da vueltas en un mundo suspendido, donde su única vía de escape es también su obsesión: dibujar pájaros e imaginar el mar. Ambas realidades que ella puede crear, que son símbolos inequívocos de libertad, que permiten volver a ser pintadas y no se borran con las mareas. La mente de Lola fluye más allá de los límites que su realidad insiste en marcarle: su destino es casarse a los 17 años, ser dueña de casa, procrear y meter todos sus impulsos, sueños e ilusiones en un cajón. Cuando Carmen, joven gitana que está por casarse con su primo, se cruza en el camino, Lola descubre que los sueños también pueden ser compartidos, que no está sola, que puede haber alguien más que quiera ver el mar de cerca y que sueña con la libertad de los pájaros.
El primer largometraje de Arantxa Echevarría, presentado en la sección Quinzaine des Realisateurs de Cannes 2018, aunque de factura simple y de apariencia sobrio, es bastante ambicioso. Toca un tema profundo, susceptible y vivo, desde muchas aristas a la vez. Siempre rozando el límite entre ficción y documental, la película esboza dos personajes femeninos que se reconocen, se contraponen y complementan en sus deseos: Carmen reniega su instinto y acepta un matrimonio arreglado por su padre; Lola explora su inquietud y la expande, pintando sobre los muros grafitis con pájaros que representan un vuelo imaginario, y al mismo tiempo perpetúan un sueño en la muralla y lo vuelven algo definitivo.
Así, el encuentro entre Carmen y Lola se despliega como un descubrimiento constante, en varios niveles. No solo por parte de las protagonistas, sino también el despertar de las propias actrices. Ambas son debutantes, sin estudios actorales y, a su vez, es la primera historia que Echevarría desarrolla como directora de un largometraje. Todos estos inicios hacen que el filme siga una cadencia propia, que insinúa una suerte de nacimiento, de salida de la matriz, de despertar en un nuevo mundo que es necesario reconocer, explorar y experimentar. La cámara se mueve como si viera todo por primera vez, sin timidez ni titubeos, pero con la naturalidad de un primerizo que plasma su entusiasmo en la sorpresa de lo desconocido.
Mientras la historia de amor toma forma entre grafitis anónimos y cartas secretas, Arantxa Echevarría logra captar la esencia de la comunidad gitana de la periferia madrileña, donde cada escena e interacción subraya el régimen de sumisión femenina, costumbre intrínsecamente arraigada y que se despliega en todos los aspectos de la vida cotidiana. En una dimensión donde la religión y las tradiciones obligan a la mujer a mantener siempre la mirada baja, observar la tierra a la que pertenecen y lo que el destino ha establecido para ellas, Lola es la única que se atreve a mirar hacia arriba, porque sabe que su horizonte puede ser mucho más amplio. Como el cielo, como el mar.
El valor de Carmen y Lola se encuentra, precisamente, en conocer su propio horizonte, saber fluir pero sin caer en vicios melodramáticos. Las temáticas que se entrecruzan –lesbianismo, minorías, discriminación, machismo– podrían cargar la balanza hacia los excesos en el que cae mucho cine del género. Sin embargo, el equilibrio en que se presenta la carga emotiva de cada escena, habla de una madurez cinematográfica que no es fácil de alcanzar en una ópera prima. La película de Echevarría es una historia abierta retratada desde la perspectiva cerrada de una condición sociocultural en desventaja, que encuentra su movilidad en ese contraste. Que mantiene una cierta distancia y no cae en el juicio moral, pero logra generar la conexión necesaria para sentir empatía y tomar partido. Que representa, por sobre todo, un cambio de mirada: desde adentro hacia afuera. Desde las cuatro paredes de una periferia gris y plana, hasta la expansión infinita del mar.
Título: Carmen y Lola
Dirección: Arantxa Echevarría
Intérpretes: Zaira Morales, Rosy Rodríguez, Carolina Yuste, Moreno Borja, Rafaela León
Guion: Arantxa Echevarría
Música: Nina Aranda
Distribución: EXIT Media
Duración: 103 minutos
País. España
Año: 2018