Crítica de teatro “El delantal blanco”: Un clásico oportunamente revisitado

Por Ana Catalina Castillo

Una nueva versión de El delantal blanco se estrenó el 20 de enero en el Festival Quilicura Teatro Juan Radrigán, dirigida y adaptada por Héctor Morales al formato virtual. Esta famosa obra de Sergio Vodanovic, perteneciente a la trilogía Viña: Tres comedias en traje de baño, sitúa la acción dramática en la playa, presentándonos a una mujer de clase acomodada que toma el sol acompañada por su empleada, quien no está allí de vacaciones sino para cuidar a Alvarito, el hijo de la patrona.

Muy en consonancia con las temáticas abordadas por lo que los críticos han denominado la generación de los teatros universitarios, la pregunta “¿cómo se ve el mundo cuando se está vestido con un delantal blanco?”, desata el juego de cambio de roles que le propone la señora a la empleada –actualmente usamos el eufemismo “nana”–. Junto con ello se despliega un profundo análisis de nuestra idiosincrasia, con un humor inteligente que tamiza de algún modo la violencia de la desigualdad social que la obra revela.

Las actrices escogidas para revivir este clásico del teatro nacional, eran carta segura. Tanto Tamara Acosta como Francisca Gavilán se desenvuelven con absoluta propiedad en el nuevo soporte; están convincentes en sus papeles y aciertan con el tono satírico que requiere la pieza. Gavilán, como la señora, sostiene su personaje –tal vez de manera más evidente– a través de la forma de hablar. Acosta, como la empleada, lo hace de forma más sutil, mediante la actitud y los gestos. Ambas logran que el público olvide que no están compartiendo físicamente el escenario.

Cabe destacar que el trabajo actoral se ve reforzado con un cuidado diseño teatral. Así, el espectador acepta la propuesta y se entrega a la historia sin que interfieran las pantallas separadas. Las acertadas decisiones del director para la puesta en escena, que al comienzo parece solo una lectura dramatizada, inciden eficazmente en la progresión dramática. A ello se suma la producción audiovisual con planos y efectos sonoros que dinamizan y aportan a la atmósfera de la obra. En ese sentido, es interesante observar cómo esta incide también en la configuración de los personajes. Por ejemplo, al comienzo, a la empleada la vemos en planos más abiertos, pero estos se van cerrando hacia el final, aportando gran carga emocional al desenlace.

Si bien Héctor Morales sigue fielmente el texto de Vodanovic, se permite unas leves variaciones hacia el final de la obra, incorporando algunos elementos que actualizan las formas de decir sin desentonar. Es decir, innova con éxito en la propuesta escénica, pero mantiene el foco en la denuncia social.

Concebida como comedia, El delantal blanco cumple con la esencia de este tipo de piezas: mostrar en clave de humor los vicios de la sociedad. Lo que resulta estremecedor es constatar que el arribismo, la desigualdad y la falta de empatía que ya venía denunciando no solo Vodanovic, sino también gran parte de la generación de dramaturgos contemporáneos suyos (Aguirre, Cuadra, Díaz, Heiremans, Wolf, entre otros), están lejos de ser erradicados en nuestro país. Al respecto, Morales ha destacado en entrevistas y conversatorios que le parecía violento que lo que plantea una obra de 1963, sea tan actual y, por tanto, señala, se convierte en una preocupación ética. Por lo mismo, resulta no solo oportuna sino necesaria la vuelta de un clásico que, contradiciendo a Neruda, demuestra que nosotros los de entonces, seguimos siendo los mismos.

Título: El delantal blanco

Dramaturgia: Sergio Vodanovic

Dirección y adaptación: Héctor Morales

Elenco: Tamara Acosta y Francisca Gavilán

Producción: Cristián Carvajal

Realización y postproducción: El Abrazo Films

Próxima función gratuita en quilicurateatro.cl el viernes 29 de enero

 

 

 

 

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