Entrevista a directora “La Mirada Incendiada” Tatiana Gaviola: Es súper valioso que una película permita abrir tantas conversaciones

 

Por Galia Bogolasky

Entrevistamos a la directora de La Mirada Incendiada, película que relata de manera ficcionada los últimos meses de vida de Rodrigo Rojas de Negri, antes del ataque militar que recibiera junto a Carmen Gloria Quintana en 1986. La cinta logró traer a la memoria uno de los casos más terribles y de mayor connotación pública durante la Dictadura, el «Caso Quemados».

La película es protagonizada por Juan Carlos Maldonado en el rol de Rodrigo Rojas de Negri y por Constanza Sepúlveda, como Carmen Gloria Quintana. Participan también en el elenco Gonzalo Robles, María Izquierdo y Catalina Saavedra.

¿Cómo se te ocurrió contar esta historia de Rodrigo Rojas de Negri, y el caso Quemados?

Lo que pasa es que es de esos hechos, de esas historias que calan fuerte. Que son parte de mi historia, de la historia colectiva, yo creo que es de la historia de Chile. Una noticia que se escucha cerca de mediodía, y que dice que a dos jóvenes los quemaron. Es una cuestión tan inconcebible, tan tremenda, que te deja pegado, te deja pegado no sólo ese día, y con esa noticia, sino que los días siguientes. Qué es lo que pasaba en la Posta Central, cómo seguían las heridas de ellos, cómo estaba Rodrigo, cómo estaba Carmen Gloria. Yo siento que ahí empezaron a ser parte de la historia personal. Ellos ocupan un lugar en mi memoria, y yo creo que en la memoria de todos los que vivimos y han heredado esa historia. Yo creo que es muy potente.

Siguiendo esos días, la muerte de Rodrigo, las operaciones de Carmen Gloria, que se va después a Canadá. La historia estuve presente durante mucho tiempo en mi vida. De repente surge en conversaciones: ¿Por qué no la haces? ¿Por qué no la hago? Aparece. Hay un minuto, que no sé cuál es, en que tú decides hacer una película. Para hacer una hay que juntar harta energía, yo por lo menos, y creo que todos. Pero para mí significa un momento en que tú dices; «este proyecto lo vamos a empujar hasta que se concretice». Uno sabe que es mucho tiempo. En Chile, de mi experiencia, sé que toma años, entonces hay que diseñar la fuerza para lograr concretizarlo. Pero hay un momento en que este proyecto aparece, y lo hizo con la invitación que tú haces a otro, y le dices que lo hagamos, que postulemos al fondo, trabajemos el guion, hagamos un diseño de producción. Entonces involucras a otros, y con la fuerza de los otros nos vamos alimentando, y llevándolo adelante. La génesis está en ese 2 de julio del 86’. En esa noticia brutal, escuchar la Radio Cooperativa, claro que marca, y marca las vidas.

Decidiste tomar un punto de vista en particular, mientras él muestra su faceta de fotógrafo, su interés en la fotografía, hasta que finalmente ocurre este hecho. ¿Cómo fue la decisión de elegir esos últimos momentos en su vida?

Es un período que abarca el entusiasmo de Rodrigo a la llegada a este país, y se desmarca claramente. Él se fue muy niño, se fue a los nueve años a Canadá primero y a Estados Unidos después. Por el mundo exiliado, vive escuchando de Chile. Entonces el momento en que él vuelve, al momento en que lo queman, es un período súper claro de un joven que llega con un entusiasmo, a tratar de aprender un país que ha escuchado, que ha estado presente en la nostalgia de mucha gente, en las noticias. Pero que necesita y quiere conocer. Entre ese momento y el momento en que el país lo destruye, me pareció que era el lugar para contar la historia. El lugar en que esto ocurría. Tomamos ese segmento de tiempo. La ficción es porque es una historia que, si bien tú siempre que tomas un hecho, y uno hecho como este, con ese nivel de dramatismo, ese nivel de raigambre en la historia, ese peso que tienen en la memoria y en la vivencia de la dictadura. Con eso y más allá de eso, uno siempre quiere hablar de otras cosas. En este caso, hablar de un barrio, de una forma de vivir, de un mundo que ocurría dentro de las casas, de un mundo amenazante que ocurría afuera, cómo era esa relación. Y cómo era un mundo en un con personajes que habíamos conocido, el guionista y yo en distintos momentos de la vida, se va vistiendo una película, y va despegándose del material documental y empieza a construirse en la ficción. Sea documental, sea ficción apegada al documental, o más de desapegada, siempre es una interpretación. Aquí decidimos construir esa interpretación alejándonos de los personajes reales. Rodrigo y Carmen Gloria son ineludibles, son los protagonistas, son los que sufren la historia, son los que fueron quemados. Era muy difícil contar la historia de dos jóvenes quemados en Chile, sin decir los nombres, porque son ineludibles. Sus nombres son parte nuestra. No así, el resto de los personajes, entonces al resto empiezan a adquirir otras carnes, otros cuerpos, otras formas, y empiezas a construirlos con la libertad que te puede entregar la ficción. Yo siento que también Rodrigo y Carmen Gloria están pensados por nosotros. Carmen Gloria, que es la que narra, que es la que recuerda, la que imagina más bien a Rodrigo. Es la que supone: «¿Rodrigo estaba aquí? ¿Pensaba esto? ¿Cuándo nos vamos a encontrar?». Va como de alguna forma también especulando en la historia de Rodrigo. Es un personaje que nosotros imaginamos imaginando, entonces también se despega del personaje real. Son interpretaciones. Es cómo nosotros visualizamos a ese Rodrigo y a esa Carmen Gloria que nos marcaron.

¿Carmen Gloria no fue entrevistada, ni participó del proceso de investigación o de la pre producción de la película? ¿No estuvo involucrada directamente?

No, en la historia o el guion, no. Yo conversé con ella, he conversado varias veces. Ella inspira. Mis conversaciones con ella inspiran. De alguna forma ella me abre imágenes, me abre situaciones, pero no está involucrada en la escritura. Ella no conoció el guion. Pero algo que a mí me importa mucho, y que ha sido súpero potente, es que ella ha confiado absolutamente en la película, en mí para hacerla. Por eso te digo que de alguna forma me abre puertas y me inspira, y ha sido apoyadora y potente.

Fue muy exitoso el estreno, con más de 80 mil espectadores tuvo, y agregaron más funciones. Surgió una polémica ya que Verónica de Negri, la mamá de Rodrigo Rojas, quedó disconforme con el retrato de su hijo en la película y sintió que no fue incorporada en el proceso. Entendemos que hay una ficcionalización. ¿Cómo fue tu decisión de no incorporar el punto de vista de la familia?

A mí me habría encantado que ella estuviera. De hecho yo me comuniqué con ella, le planteé que quería hacer esta película y que quería encontrarme con ella, y se negó.  A mí me habría encantado haber tenido un diálogo con ella, como lo tuve con Carmen Gloria. Ella no quiso, incluso después cuando estábamos terminando la película, tuvimos contacto con Verónica y ella lo interrumpió. Yo entiendo profundamente el dolor de ella, es inimaginable. Para una madre imaginar eso, es una dolor infinito. Yo no puedo si no empatizar con ella, dolerme con ella, es tremendo. Yo entiendo su dolor, y creo que todo lo que ella hizo en relación a esta película, está marcado por el dolor y la rabia. La rabia que tiene con un país donde no se ha hecho justicia. Creo que la película tiene poco que ver en eso. Creo que ella no entiende que esta cinta es más bien aliada. Que está desde el lugar de ella, de su hijo, de la Carmen Gloria. Pero lo más interesante ha sido una conversación que se ha abierto. Esta película sirvió para abrir muchas conversaciones. Uno, que es permitir que se siga hablando, que se hable del crimen contra Rodrigo y la Carmen Gloria. Siguen sueltos los asesinos y los criminales, siguen sueltos, siguen sin tener condena. Es importante que se hable, que siga el tema de la memoria presente. Se ha abierto también la conversación de lo impresionante que es, que algo que sucedió hace 35 años, esté tan presente hoy día, con violaciones a los derechos humanos hoy. De la mirada destruída de Rodrigo, hoy hablemos de otras miradas vulneradas y destruídas, que tenga alguna resonancia tan grande en el presente. Se ha abierto otra conversación que tiene que ver con que si tenemos derecho a contar estas historias. ¿Tenemos derecho o le pertenecen a la familia? ¿Tenemos derecho como creadores a mirar la historia de Chile? ¿Tenemos derecho a contar las historias que han sido de impacto absolutamente fundamental en nuestra vida? ¿O no tenemos derecho y pertenecen al mundo privado? Esa es una conversación que se ha abierto, que es súper interesante. Creo que es una historia que nos pertenece a todos. Una historia que, afortunadamente existe la libertad de expresión, que debe existir y debemos cautelar por ella, para que estas historias no queden en el olvido, para que no las tapemos, no nos enceguezcamos, no las tapemos con tierra, que estas historias se puedan contar. Esta historia puede tener muchas versiones, y se pueden escribir libros, se pueden hacer películas, y podemos mirarlas de distintos lugares, pero lo importante es que se miren. Lo importante es que podamos seguir contando. Creo que la conversación que se ha abierto, que la película ha permitido que se abra, es sobre el derecho a contar, el derecho a la libertad de expresión, la posibilidad de narrar en términos de distintos géneros, poder contar desde la ficción. Yo creo que ha abierto muchos temas, y eso a mí me tiene muy contenta. Por que creo que las películas mueven energías, mueven pensamientos, mueven sensibilidades, mueven muchas cosas. Y que una película permita abrir tantas conversaciones, creo que es súper valioso. Tiene sentido haberla hecho, tiene sentido haber pasado todos estos años construyendo este proyecto.

Mencionaste el tema de la violación a los derechos humanos, que vimos además hace poco en el «estallido social». Esta historia se asemeja harto a lo que pasó con Fabiola Campillai y Gustavo Gatica. Gustavo también estaba sacando fotos y tampoco era que fuera muy involucrado políticamente, ni que fuera activista. Que increíble que se repite un poco esa historia.¿Cómo resuena esto, tras 35 años después?

Es bien impresionante, porque nosotros filmamos en septiembre del 2018, antes del estallido. Entonces en ese minuto, era la historia dolorosa de Rodrigo y la Carmen Gloria, mientras filmábamos nosotros decíamos «a él lo van a matar». Era como ir encantándonos con este personaje e ir reconociendo, sabiendo que nos íbamos a encontrar con una historia brutal. Pero cuando ya habíamos terminado el montaje, antes de la post producción, sucede el Estallido Social, y empezamos a ver esta destrucción de ojos, destrucción de miradas, estos disparos directos a los ojos, esta forma de matar miradas. Es una cuestión demasiado impresionante lo que ocurrió. Evidentemente la resonancia que tiene la película, y que se transformó para nosotros. Para mí, era una película que tenía que ver con la memoria, 33 años antes de cuando la filmamos. Era una historia que formaba parte de la dictadura, pero no tenía la contingencia, la vigencia, la existencia que tuvo el 2019, el 2020, que tiene hoy día. En que sabemos, no solamente de la mirada que perdió Gustavo Gatica, la Fabiola Campillai, y hay una profesora también, sino que también, muchos ojos perdidos. Muchas miradas con daños oculares, fotógrafos, mucha gente manifestándose pacíficamente. Nada permite una violación tan brutal a tu vida, a tus derechos humanos. Tú puedes hacer una barricada, pero no justifica ningún tipo de violencia tan brutal. Es una cuestión que no tiene proporción.

Se extendieron las funciones online hasta el 30 de abril. ¿Qué le podrías decir a la gente para invitarla a ver la película?

Es una película que va a transitar con ellos desde las emociones, desde un mundo cotidiano, amoroso, cercano, de barrio, con intimidades, con cariño, al mundo que amenaza, al mundo exterior, al mundo que asecha desde la dictadura. Ese tránsito es uno que vamos a hacer juntos desde las emociones. Desde una forma de estar. No es un vínculo solo con el horror, es un vínculo desde el amor. Es una película, que si bien trata de una historia que no queremos volver a vivir, a repetir, a escuchar, a sentir, a tener, es una historia que también habla de las vidas, habla desde las vidas. No habla sólo de la destrucción y la ausencia, sino que habla de la vida de Rodrigo y de Carmen Gloria.

Título: La Mirada Incendiada

Dirección: Tatiana Gaviola

Elenco: Juan Carlos Maldonado, Constanza Sepúlveda, Gonzalo Robles, María Izquierdo y Catalina Saavedra

Fecha: hasta el viernes 30 de abril.

Plataforma: Punto Play, para ver On Demand VOD

 

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