Entrevista al guionista de «¿Quién mató a Sara?» José Ignacio «Chascas» Valenzuela: La idea era hacer una serie que generara adicción

Por Galia Bogolasky

Entrevistamos al guionista chileno que ha tenido un enorme éxito por la serie ¿Quién mató a Sara? de Netflix, quien está a punto de estrenar la segunda temporada. El pasado siempre regresa. La muerte de Sara cambió el destino de Alex Guzmán y de la familia Lazcano hace 18 años. Alex debe tener cuidado con su plan de venganza pues podría descubrir secretos que ni él mismo pueda controlar. Saber quién era realmente Sara es solo el principio. La serie de misterio y drama que alcanzó a 55 millones de suscriptores en su primera temporada, regresa con una segunda entrega el 19 de mayo solo en Netflix. Esto fue lo que nos contó.

¿Cómo surgió la idea de hacer la serie ¿Quién mató a Sara??

Surgió de una llamada telefónica que recibí de Netflix a comienzos del año 2019, hace más de dos años. Mi jefe en Netflix, Roberto Stopello, yo lo conocía desde Telemundo, de cuando yo trabajaba ahí. Entonces él sabía que a mí me gustaba mucho escribir misterios, suspenso, intriga, y me llamó un día para preguntarme si me interesaba escribir una serie para Netflix. La verdad es que no lo tuve que pensar mucho, dije que sí inmediatamente, y así nació. La idea era que yo desarrollara algo poderoso, de suspenso, atractivo, que generara adicción. Armé un par de ideas, se las presenté a Roberto, finalmente terminamos seleccionando esta idea en particular. Después vino todo el trabajo de desarrollo con él, de qué te parece esto, qué te parece si hacemos esto otro. Así fue armándose todo. Salió al aire, y pasó lo que pasó.

Se convirtió en un fenómeno mundial, se estrenó en 190 países y se confirmó rápidamente la segunda temporada. Esa segunda temporada, ¿Ya la tenías pre escrita? o ¿en el momento que le fue bien, te la encargaron?

No, piensa que cuando la serie salió al aire, la primera temporada, a los tres días se anunció la otra temporada, ya estaba grabada. Lo que pasó, fue que yo estaba escribiendo la primera temporada, iba por el capítulo cuatro, y Netflix me aprobó una segunda, sólo por leer los capítulos. Se empezó a producir durante el año 2020, y vino el Covid. Estábamos grabando la primera temporada y como no se sabía bien qué iba a pasar, cuando pudieron retomar las grabaciones, Netflix decidió grabar al mismo tiempo la 1 y la 2, por si acaso. Por si venía una segunda o tercera ola que no permitiera seguir grabando, prefirieron grabarlo altiro. Por eso la segunda temporada está lista.

Es impresionante que hayan podido grabar una serie con tanta producción, y tanta gente en el elenco, en plena pandemia…

Fue muy difícil, producción la sufrió mucho, pero los estándares de Netflix son muy altos. Netflix exigía que todo se hiciera de la mejor manera posible, se hacían pruebas, test PCR cada media hora, se desinfectaba todo, se aislaban los vestuarios. No hubo ni un contagio. La gente no lo sabe, porque si yo no lo digo, la gente no tiene por qué enterarse, pero muchas de las escenas se grabaron de una manera muy especial, donde se ven mucha gente en pantalla, pero no estaban todos juntos, está hecho de una manera muy particular.

Para ti como guionista, ¿Cómo fue llegar a esta historia? ¿Qué quisiste contar?

Que pregunta más buena y al mismo tiempo tan difícil, porque muchas veces no soy consciente de las cosas que hago, de las decisiones que tomo. Sí, reconozco que yo quería hacer esta serie de una manera muy clásica. ¿En qué sentido? Yo sabía que esta historia iba a estar contada en distintas épocas. Por lo menos, a nivel visual, iba a ser como desordenada, iba a estar saltando entre el presente y el pasado. Como yo sabía que eso iba a ser así, decidí que su estructura iba a ser lo más clásica posible, para que la gente no se perdiera, por eso usé una estructura muy «Agatachristiesca» de hecho, todos estos libros que tengo aquí son los libros que usé para ¿Quién mató a Sara?, de Agatha Christie. Los tenía aquí a mano para consultarlos. Son libros con estructura muy clásica, a los primeros minutos, está este gran evento, un robo o un crimen, en este caso era un accidente, que descubríamos después que era un crimen. Hay diez sospechosos, no sabemos quién fue y vamos a sospechar de todos. De hecho, ni los actores saben quién fue, ese nivel de cerradito está esto.

Como yo sabía que iba a ser muy clásico, traté de meterle temas a la serie, que fueran modernos, que se sintiera contemporáneo. Yo sabía que la serie se iba a estrenar en 190 países, por lo tanto, me puse a pensar qué tenemos en común los 190 países en este momento, para poder echar mano a eso. Yo creo que una de las cosas que está pasando en todo el mundo, es el cansancio de la ciudadanía, sobre el abuso de sus élites, de sus poderosos, de estos grupitos de poder, ya sean los que están en el gobierno, ya sean empresarios, ya sean los que sean, pero en todos los países hay un grupito de poderosos que gozan de una impunidad maravillosa, que hacen las peores cosas, nunca les pasa nada, para ellos los impuestos no existen. Mientras los ciudadanos comunes y corrientes, cada día pagamos más impuestos, cada vez estamos más sobreexplotados, cada vez tenemos menos posibilidades de derechos. Pensé que había un tema que podía generar algún tipo de repercusión a nivel global, por eso creé a esta familia, y en particular a la figura de César Lazcano, que es en quien resumí a estos nuevos villanos, como los llamo yo. Son estos villanos carismáticos, que salen en las noticias, que salen en las páginas sociales de los diarios o de las revistas, que a veces hasta en Twitter hablan, y regalan asados, hacen cosas para encantar a la audiencia, mientras por detrás se roban el agua, despiden gente, manejan a los medios de comunicación. Tiene de clásico, que se lo debemos a esta señora que está aquí, Agatha Christie, y tiene de moderno, que se lo debemos a los movimientos sociales que están pasando hoy en día en gran parte del mundo.

En relación a la estructura de guion, usas la forma aristotélica, pero te saltas el primer acto, de la detonante, te vas al segundo acto rápidamente, que es lo que exige el ritmo de Netflix hoy en día. No puedes perder tiempo en introducción, al minuto uno, la escena del asesinato. ¿Cómo llegaste a esa fórmula?

Retomando lo que te contaba de cuando recibí la llamada de Netflix, que dije que sí, por supuesto, colgué, y por poco vomito de estrés, porque dije «yo no estoy a la altura de Netflix». Netflix hace The Crown, House of cards, y yo ¿qué hago? No tengo ni el talento, me dio pánico, me sentía, y me sigo sintiendo, como David y Goliat. Dije que sí, me metí solito en líos. Me acordé mucho de mi primera etapa cuando hice mi primera telenovela, que se llamó Amor a domicilio, en Canal 13. Les gustó una idea, me preguntaron si tenía el capítulo 1 escrito, yo dije que sí, y era mentira. Fui capaz de hacer un capítulo 1 de una telenovela, sin saber hacer una telenovela ¿Seré capaz de hacer una serie para Netflix, sin saber hacerla? Me matriculé a la Universidad, aquí en Estados Unidos, en la UCLA de California, online, a comienzos del 2019. Todavía no había pandemia. Descubrí que en la UCLA tenían en ese momento, un curso de 6 meses, de escritura de series para streaming. Estaba mandado a ser para mí, era como «este curso lo vamos a hacer a José Ignacio que va a estar histérico gritando, que no sabe cómo escribir, entonces vamos a ayudarlo un poco al pobre infeliz, a que haga su capítulo». En la urgencia tomé el curso sin pensarlo, dije que sí, pagué, me metí, listo. Después caché que el curso era en inglés. Yo hablo y escribo en inglés, pero no es mi primer idioma, de hecho, ni siquiera es mi segundo, es mi tercer, porque mi segundo idioma es el francés. Yo no tengo el talento como para llegar a los niveles que yo llego en español. Después caché que era una cantidad de trabajo bestial. Había que escribir capítulos todas las semanas. Lo hice, porque además soy nerd, entonces yo termino lo que empiezo.

Ese curso fue lo mejor que pude hacer, para poder escribir Sara, porque aprendí, refresqué una cantidad enorme de técnicas que yo sabía, pero que las recordé. Aprendí cosas nuevas, por ejemplo, esto que tú dices, que, en toda narración aristotélica, hay tres actos: introducción, desarrollo, desenlace. Lo que hace pasar del acto uno al acto dos es un giro. Cuando tú escribes para streaming, tienes que tener mucha conciencia del concepto maratón, que es distinto a cuando tú escribes una telenovela. La telenovela es una vez al día, a la misma hora, una serie de Netflix es a la hora que tú quieras, y si son diez capítulos, te echas los diez capítulos si quieres y punto. Entonces debes tener conciencia, que en el fondo, estás escribiendo una película de diez horas, pero a diferencia de una película normal, que sí tiene primer acto, aquí es tanto el vértigo y es tanta la celeridad con la que debes contar la historia, que tienes que entrar directamente al segundo acto. Si esto fuera una serie normal, por decir una palabra, el capítulo uno de Sara tendría que haber sido; ¿Cómo llegaron a la casa?, ¿Qué pasó en la casa? ¿descubrimos que se miraban feo? En el final del capítulo uno o el comienzo del dos, hubiese sido el accidente de Sara. Pero aquí no, aquí yo lo que tuve que hacer fue partir directamente así con el gran accidente, y todo eso que pasó antes, yo lo fui contando diseminadamente a lo largo de la primera temporada. Eso me significó aprender a escribir de nuevo, reformatear el cerebro. Por eso yo digo, que nada va a ser igual después de Sara. No lo estoy diciendo en términos de éxito, nada va a ser igual porque ya me cambió el switch de la escritura. Todo lo que escriba de aquí en adelante, o la gran mayoría, va a tener incorporada esta manera de contar.

Los flashbacks están super bien logrado, porque se nota el paso del tiempo

Tengo la suerte que son distintos actores, en algunos casos. En el caso de los adultos no, son los mismos, que los rejuvenecieron muy bien. Hay un nivel de producción altísimo.

¿Se respetó exacto tu guion? ¿O se hicieron cambios?

No se tocó una letra. Eso tiene que ver con una exigencia de Netflix, donde el dueño de la historia es el escritor, es el creador, el que tiene el crédito de «creada por». En este caso soy yo. Por lo tanto, el trabajo literario que se hace para tener capítulos es tan fuerte, yo hice 17 versiones del capítulo 1, y no estábamos satisfechos ni mi jefe, ni yo, hasta le versión 17. Entonces, cuando llegamos a esa instancia, había pasado casi un año, habíamos estado dándole vueltas a ese capítulo, y fue aquí está, oleado y sacramentado, esto es lo que se dice, lo que se filma y lo que se produce.

Escribir una serie de este nivel, con estas exigencias, debe haber sido un desafío enorme ¿Podías escribir de lo que quisieras?

Claro. Yo te diría que lo más difícil fue lo de los flashbacks. Porque en estricto rigor, no son flashbacks, es que la historia está contada en dos épocas simultáneamente. Entonces para mí fue super difícil al principio, sobre todo en el capítulo 1, lograr desde el libreto, que cuando nos fuéramos al pasado, estuviera tan bien puesto esa ida, que la gente entendiera que nos estábamos yendo al pasado, y entendiera quién demonio estaba en esa escena. Yo sabía que si la gente decía que no entendía lo que estaba pasando, ya se me echaba a perder la serie completa. Te diría que eso fue lo más complejo, porque no fue que yo escribí el pasado completo y después el presente completo, y luego agarré una escena. Lo que sale al aire, lo que ustedes ven, así yo lo escribí. En esa parte tuve que tener una concentración bestial, para no perder nunca el pulso, y que no se me fuera de pronto, se me quedara desbalanceado el capítulo, o demasiado pasado, o demasiado presente, o que no se entendiera los vasos comunicantes entre estas dos épocas, eso fue lo más difícil de todo. Fue intenso.

Es una serie mexicana, tú eres un chileno que vive en Estados Unidos. ¿Cómo fuiste incorporando la idiosincrasia mexicana? o ¿lo trataste de hacer más universal?

No, yo traté de hacerlo super mexicano. De hecho, los diálogos en mexicano los escribí yo, viví en México muchos años. Me fui de Chile el año 95, justo después de hacer Amor a domicilio, y me fui a vivir a México porque me llevó Televisa. Se suponía que yo iba a pasar un año allá, y me quedé diez, once años viviendo. Yo amo México, entonces para mí es como una segunda patria, porque todo mi desarrollo laboral, no lo hice en Chile, lo hice en México. Yo viví ahí entre mis 20 y mis 30, la edad más fascinante. Entonces yo conozco muy bien la idiosincrasia mexicana, la viví. A pesar de que vivo en Estados Unidos ahora, todos mis trabajos son desde México. La gran mayoría de las películas son para ese país, los libros que tengo, como 30 libros publicados entre Editorial Planeta, Editorial Alfaguara, yo publico con Alfaguara México y con Planeta México, y de ahí se distribuye al resto de Latinoamérica y España. Por lo tanto, México me suena, mira lo absurdo que te voy a decir; me sale más fácil escribir sobre México que sobre Chile.

No se nota que eres un autor extranjero. En Twitter siempre estás muy atento con lo que pasa en Chile, con la contingencia.

Claro, porque Chile es mi país, y es como el familiar más querido. Yo adoro Chile, y por eso me duele Chile. La gente dice que soy resentido, que soy antipatriota. Yo creo que, al revés, ¿cómo voy a ser antipatriota? Si yo fuera antipatriota, yo renegaría de Chile, o simplemente lo ignoraría, pero tan patriota soy, que sigo pagando impuestos en Chile. A pesar de que yo llevo 30 años fuera de Chile, me residencia fiscal sigue estando ahí. De todo lo que gano, lo tributo en Chile, porque yo quiero que mis dineros se gasten en Chile, se usen ahí, que no se los roben. Toda la obra social que yo hago, que es algo de lo que nunca hablo, y que tampoco lo voy a hablar, porque uno no hace obra social para decirlo, pero toda la obra social que yo hago, la hago en Chile. Ahora tenemos voto en el extranjero desde hace dos años, pero mientras no hubo, yo viajaba a Chile por el día para votar. Yo no he dejado de votar en ninguna elección, ni de presidente, ni de senadores, ni de parlamentarios. Me salía carísimo el ejercicio de la democracia, porque tenía que tomar un avión, partir a Chile. Yo decía; por favor que no hubiera segunda vuelta, había segunda vuelta y tenía que volver a ir. Ahora no, puedo votar desde acá. Entonces para mí Chile es muy importante, por eso me alegro mucho cuando los chilenos tenemos razones para alegrarnos, y me enfurezco muchísimo cuando tenemos razones para enfurecernos.

¿Te gustaría escribir una serie o película para Chile?

A mí me encantaría, si me lo proponen por supuesto que lo haría. Yo hice una serie para Netflix que también estás viendo tú en Chile. Hoy en día con la globalidad, no existe mucho de que es una serie para Chile que van a ver en Chile. La Jauría por ejemplo, que se filmó, se escribió y se produjo en Chile, la vi yo en Estados Unidos. Lo que me podría pasar es que me pidieran escribir una telenovela para Chile, que eso sería más acotado.

¿Hay algún referente, algún director, guionista o cineasta chileno, o internacional que admires e influya en tu trabajo?

No sé si influye en mi trabajo, pero yo admiro a mucha gente, y da la casualidad que mucha de la gente que admiro, son chilenos. Yo admiro mucho a Sebastián Lelio, el director de  Una Mujer Fantástica, a la Marialy Rivas, a Maite Alberdi, las admiro profundamente. Admiro mucho a la gente que hace cine. Admiro actores específicos, Alfredo Castro, me encanta Daniela Vega, me fascina, me encantaría trabajar con ella, no la conozco. Daniela, si estás escuchando esto, soy tu fan, quiero trabajar contigo algún día. Admiro a Pablo Illanes, enormemente, a Sebastián Arrau, a la Coca Gómez. Son gente que son muy famosos afuera de Chile, son muy respetados afuera de Chile. A la Verónica Saquel, a nivel de producción, la admiro también profundamente, hizo grandes cosas. Sabatini también lo admiro mucho, hizo grandes cosas. Yo vivo muy orgulloso del medio creativo chileno, por el hecho de vivir fuera de Chile, me ha tocado escuchar siempre muy buenos comentarios del extranjero, en relación a lo que se produce y se escribe en Chile, y no se valora lo suficiente en Chile. A tal punto que el Ministerio de las Culturas yo no sé si existe o no, en este momento.

Es una precarización en la cultura impresionante…

Impresionante. Esa es otra de mis indignaciones, si tuviéramos un Ministro de las Culturas de verdad, porque no sé si es un holograma, podríamos estar sintiendo que hay a lo mejor un cierto cuidado en particular, que esté haciendo con una clase, además, tan importante para un país. En época de pandemia no nos hemos vuelto locos gracias al arte, pero donde este ninguneo ha sido tan evidente, que queda tan claro en la lista de prioridades del gobierno que tenemos ahora, que la cultura está en el sótano.

¿Te gustaría dirigir una película a futuro? ¿O no está dentro de tus planes?

La verdad, a mí me gusta estar en mi casa, en pijama, escribiendo. Hasta donde máximo llego, es a ser productor ejecutivo. Porque en ¿Quién mató a Sara? soy el productor ejecutivo, y de aquí en adelante todo lo que haga, también lo seré. Por lo tanto, ya eso es un desafío enorme, además de escribir los libretos, hacer una producción ejecutiva, no tengo el temperamento para dirigir equipos, no tengo idea de cámaras, de cables. A mí déjenme en mi casa tranquilito.

A nivel personal estás viviendo una historia super especial, ya que no te podrías venir a vivir a Chile por todo el tema de la adopción de tu con tu hija con tu pareja, debido a la legislación en Chilel sobre matrimonio homoparental o adopción. ¿Te gustaría, a futuro,  escribir una serie sobre esta temática?

Yo escribí una serie, una audio-serie, es una serie original que se escucha, no se lee. En Storytel (una plataforma europea) que se llama Gente como yo. Se trata de una pareja de hombres, que están tratando de convertirse en padres. Todo que nos pasó a Anthony, mi marido, y a mí, durante varios años, lo utilicé como una suerte de catarsis, y con eso creé la serie. Algo de eso puse en ¿Quién mató a Sara?, donde también hay dos hombres que están tratando de ser padres, lo que pasa es que ellos toman una decisión muy mala, que es salirse de la agencia con la que estaban trabajando e irse directamente con esta mujer, con Clara, y saltarse todo lo legal. Nosotros hicimos totalmente legal todo, yo nunca hubiese hecho lo que hicieron ellos.

¿Tú crees que se venga la tercera temporada?

No tengo idea, y no habrá conversación de eso hasta que salga la segunda al aire. Si a la segunda le va bien, le va excelente, es muy probable que a lo mejor me la pidan. Si no le va bien, quedará ahí. Véanla, véanla.

Para finalizar, ¿Qué otros proyectos tienes a futuro? ¿Cuáles son tus planes?

Estoy escribiendo una nueva serie, nada que ver con Sara. Es una serie opuesta a Sara, es una comedia romántica, entretenida, luminosa, también muy adictiva, llena de giros y cosas, pero fresca. Más bien pop, más luminosa, está super entretenida. También estoy escribiendo un nuevo libro, pero esta vez para niños.

Título: ¿Quién mató a Sara?

Elenco: Manolo Cardona, Carolina Miranda, Ginés García Millán, Claudia Ramírez, Eugenio Siller y Alejandro Nones, Matías Novoa, Daniel Giménez Cacho, Martín Saracho, Antonio de la Vega, Ximena Lamadrid, Leo Deluglio, Andrés Baida, Ana Lucía Domínguez, Polo Morín, Luis Roberto Guzmán, Fátima Molina, Ela Velden, Héctor Jiménez, Marco Zapata y Litzy Domínguez

Dirección: David “Leche” Ruiz, Alfonso Pineda y Carlos Bolado

Guion: Juan Ignacio Valenzuela

Producción: Juan Uruchurtu

Productora: Perro Azul.

Temporadas: 2

Estreno Segunda Temporada: 19 de mayo

Plataforma: Netflix

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