Crítica de cine “Como el cielo después de llover”: Otra forma de hacer cine

 

Por Valentina Gilabert

Detenerse a oír el rumor de las hojas al viento, el movimiento de una ciudad aglomerada y la coreografía de una escena empapada de dolor. Por un momento cerrar los ojos y solo escuchar el flujo del agua que resuena cada tantas horas, prestar atención al agudo silbido de una persona a lo lejos, al ruido gutural de un departamento viejo, también a la calle y los autos al pasar. Escuchar la propia respiración, el sonido del lápiz al escribir sobre el papel. De alguna forma, de eso de trata esta película, de detenerse un momento y escuchar.

Como el cielo después de llover es el impecable debut de Mercedes Gaviria Jaramillo, directora y sonidista colombiana, hija del escritor y cineasta Víctor Gaviria. Una película que se construye a partir de un espacio de intimidad, donde la protagonista, su propia directora, habla de tanto como le permitan la palabra, la imagen y el sonido. Así, en el transcurso del documental, van quedando en evidencia sus miedos e inseguridades como cineasta, la relación con su familia y lo que su trabajo y el de su padre significan para ella, incluidas sus consecuencias. Un retrato móvil construido a partir de los recuerdos de una familia, pero también del presente en el que esta permanece.

El viaje de Mercedes por este registro y recuerdos comienza cuando vuelve a su tierra natal. La joven directora, que vive en Buenos Aires, donde estuvo estudiando cine, retorna a Colombia para acompañar a su padre en el rodaje de La mujer del animal, una película basada en hechos reales, que da cuenta del testimonio de una joven de dieciocho años que es raptada por un hombre abusivo y violento que todos conocen como “el animal”. De alguna manera, la invitación de su padre se transforma en una punta de lanza, y la excusa perfecta, para el desarrollo de este trabajo documental.

Con cámara en mano, la directora comienza una serie de registros concatenados que, en el desarrollo van cobrando cada vez más sentido. Llamadas telefónicas con su padre, el viaje a Colombia, Víctor trabajando durante el rodaje, los actores en los descansos, también cuando están en plena grabación. Registra escenas que vistas desde su ojo adquieren otro significado, porque se llenan realidad. En esta acción, y la decisión de entrometerse, Mercedes rompe una pared invisible y con ello vuelve aún más cruda cualquier imagen. Una fiesta en un barrio marginal o una violación. La realidad de la ficción queda expuesta bajo su lente. De alguna manera, Mercedes se transforma en una especie de espía, curiosa y atenta a su entorno, grabando naturalmente distintos momentos, queriendo escucharlo y sentirlo todo, conectando de forma impecable las sensaciones de estas nuevas vivencias con su historia personal y familiar.

Mercedes recuerda a sus padres y hermano a través de imágenes de archivo, que son muy personales, pero que dejan un sabor familiar para cualquiera que las observe ¿Quién no tiene recuerdos acumulados en el baúl de la familia? Ya sea un registro audiovisual, fotográfico o cartas, cualquier tipo de documento impulsa esa sensación de una historia que ya fue, y que cobra vida propia en cada época. “Los videos de infancia se convirtieron en un recuerdo inmóvil de la familia que habíamos sido”, dice la directora, intentando atesorar cada uno de esos momentos, pero entendiendo también cómo la determinan en el hoy. Viendo a su madre jugar con ella desde muy chica y a su padre registrando cada evento o anécdota que ocurriera en esa pequeña familia, por muy rutinario que fuera. Mercedes revisita esas imágenes y, con ello, a su madre en la casa. La ve disfrutar, pero también sufrir en silencio. Porque ser madre la alejó de otros amores, de su carrera, de su independencia y es así como, a pesar de la sutileza con que se trabaje, esta película también habla de los roles de género. De cómo muchas veces la mujer se queda con los sueños truncados, mientras el hombre goza de su libertad. Esa historia que es de su madre, lo es de muchas otras, y se repite más de lo que se quisiera.

¿Cuán importante es escuchar? Mercedes Gaviria es sonidista y por eso este documental tiene especial cuidado en ese aspecto. Desde la primera imagen hasta la última, incluso en aquellas que parecen estar mal grabadas, lo principal es el sonido porque Mercedes deja claro que quiere escucharlo todo. Aquello que parezca contar una historia y también lo que sea solo ruido, ya que, de alguna manera, todo transmite, por muy mínimo que sea. La quietud de un campo en medio de la nada, los autos agolpados en medio de la ciudad, la respiración forzada de una joven subiendo una escalera eterna o la energía entre dos completos desconocidos que se saludan por primera vez. Esos sonidos que están en la realidad también son parte de los registros y de aquellos recuerdos que la directora ha insistido en acumular. ¿Qué pasa con todas esas imágenes y momentos que no quedan registrados? ¿Qué pasa con esos sonidos que se pierden?

Mercedes graba en sus inicios como una forma de acumular recuerdos hasta que se da cuenta que existe otra manera de hacer cine, y sin duda la logra. Su visita a Colombia se transforma así en la excusa perfecta para bucear en los archivos buscando historias que ya no le pertenecen, y para escuchar su presente mejor que nunca, incluidas aquellas conversaciones de las que muchas veces no quiso ser testigo. Entonces la directora recuerda y parafrasea una frase que tiene mucho sentido, de un libro que le recomendaron en el pasado, Desierto Sonoro de Valeria Luiselli. “Las conversaciones en una familia fundan el mundo que compartimos y le dan sentido a nuestro futuro”, cuenta ella, pero la frase queda corta, porque la particularidad de lo que escribe Luiselli va un poco más allá. “Las conversaciones, en una familia, se vuelven arqueología lingüística; erigen el mundo que compartimos, lo superponen en palimpsestos, le dan sentido a nuestro presente y nuestro futuro. La pregunta es: en el futuro, cuando rebusquemos en nuestro archivo íntimo y escuchemos de nuevo la cinta de las conversaciones familiares, ¿alcanzarán a componer una historia? ¿Un paisaje sonoro? ¿O encontraremos tan sólo cascajo, ruido, ruinas de lo que fuimos?”, escribe la autora mexicana, en lo que le da el cierre perfecto a una película que merece toda la atención que se le pueda dar, porque podría ser eterna, porque siempre queda por escuchar. A fin de cuentas, ¿esto es una historia o tan solo ruido?

Título: Como el cielo después de llover

Género: documental

País: Colombia

Año: 2020

Duración: 76 min.

Dirección: Mercedes Gaviria

Guion: Mercedes Gaviria, Mauricio Reyes Serrano, Alejandra León

Fotografía: Mercedes Gaviria

Reparto: Documental, (intervenciones de: Mercedes Gaviria, Víctor Gaviria, Marcela Jaramillo, Matías Gaviria, Elvira Berrio)

Productora: Elhecho Cine, Invasión Cine

Plataforma: Centro Arte Alameda

 

 

 

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