Crítica de cine “El árbol de peras silvestre”: Viaje al interior de la vida misma

 

Por Ana Catalina Castillo

La última película del premiado director turco Nuri Bilge Ceylan, El árbol de peras silvestre, logra llevar al espectador a un viaje hacia el interior, sin prisa, contemplativo en su genuina dimensión. Esto, en época de la tiranía de lo inmediato, es una arriesgada invitación a “seguir el fluir del tiempo”, como dice uno de los personajes casi al final de esta cinta de tres horas; un rato largo en el que vemos pasar una historia simple que, no obstante, es la vida misma.

El árbol de peras silvestre comienza con el regreso al hogar de Sinan (Dogu Demirkol), recién graduado de profesor, quien se ha empecinado en publicar el libro que ha escrito. Mientras busca apoyo para ello, se va reencontrando con amistades y reconectando con ciertas dinámicas familiares no exentas de tensión.

A partir de aquí, irán apareciendo otros ejes narrativos como la relaciones entre padre e hijo y las decisiones para el futuro de un joven que busca su lugar en el mundo. Cada uno de estos temas van surgiendo en conversaciones del protagonista con quienes lo rodean, porque la película está construida –como la vida– a base de momentos. De tal modo, hay espacio para abordar asuntos familiares y domésticos, para reflexionar sobre la religión y para enfrascarse en disquisiciones sobre la creación literaria.

Sinan es un personaje que conversa mucho y también camina mucho; como un peregrino. Y en sus conversaciones y caminatas hay tiempo para la observación, sobre todo de los paisajes. En ocasiones esos momentos contemplativos se funden con instantes de letargo; la vigilia se mezcla con el sueño y el tiempo narrativo se expande en esta película –con ecos del cine poético de Tarkovski– en las tomas en que la naturaleza se muestra imponente y se revela en su ritmo particular y a veces misterioso.

En varias entrevistas, Nuri Bilge Ceylan se ha definido como un hombre melancólico, y tal vez esa es la condición que hace que El árbol de peras silvestre sea una película tan universal y estremecedora. Hay una visión de la vida en la que el dolor de no alcanzar siempre lo que se busca se redime en chispazos de claridad dados por la naturaleza y sus ciclos, que logra la armonía incluso permitiendo que convivan corderos con chacales, pues en su diferencia cada uno tiene su maravilla, como le insinúa a Sinan su padre en una de las escenas más bellas.

Esa misma naturaleza permite que así como el peral silvestre, un árbol de apariencia extraña, dé frutos que sirvan de base para platos deliciosos, sugiere que, a pesar de todo, hay un lugar también para los “inadaptados, solitarios y deformes”. Así se reconoce el protagonista y descubre que esos rasgos lo conectan con su padre y su abuelo paterno. Y todo eso tiene un sentido: solo hay que encontrarlo.

En los tiempos que corren, la búsqueda frenética del éxito y la felicidad olvida la sabiduría. Algo de esta sabiduría de otras culturas nos regala El árbol de peras silvestre, cuando nos recuerda que hay que dejar que la vida fluya con tiempos propios que no podemos manejar, aunque nos empeñemos en ello. Citando nuevamente al personaje del padre, a cargo de un sublime Murat Cemcir: “Los buenos y malos recuerdos deben fundirse y disiparse. Algunos deben permanecer dejando una huella en el tiempo”. Como la vida misma.

Título: El árbol de peras silvestre

País: Turquía

Año: 2018 

Dirección: Nuri Bilge Ceylan

Guion: Nuri Bilge Ceylan, Ebru Ceylan y Akin Aksu

Fotografía: Gökhan Tiryaki  

Edición: Nuri Bilge Ceylan

Elenco: Dogu Demirkol, Murat Cemcir, Bennu Yildirimlar, Hazar Ergüçlü

Duración: 188 minutos

Plataforma: Arcadia Films

 

 

 

 

 

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