Por Vanessa León
Estrenada el 27 de octubre 1955, a menos de un mes de que el protagonista de la película, James Dean, falleciera en un trágico accidente de auto, a bordo de su Porsche Spyder 550, bautizado como Little Bastard (pequeño bastardo), con apenas 24 años de edad; Rebelde sin causa catapulta la figura de Dean como leyenda e ícono de rebeldía juvenil. Su presencia es fundamental en este filme, pues realza y reafirma el concepto de rebelde que tiene la película, simbolizando y potenciando, no solo un imaginario, sino numerosos mensajes presentes en el largometraje.
La película comienza con Jim Clark (James Dean), un joven de buena familia ebrio deambulando solo en plena noche. Es detenido por la policía, donde encuentra la necesaria contención y buen consejo en uno de ellos. Su familia va por su liberación, y es ahí donde advertimos las distintas fuerzas de los personajes presentes en Rebelde sin causa. En la comisaría, conoce a quienes serán sus compañeros de escuela Judy (Natalie Wood), una joven de buena situación económica, que necesita con fuerzas el amor y atención paterna, y John «Plato» Crawford (Sal Mineo) un solitario, problemático y millonario joven abandonado por sus padres, al cuidado de la criada de la familia. A medida que avanza el largometraje, seremos testigos de relaciones juveniles conflictivas y violentas, amores, amistades y finales fatales. Jim, nuevo en la ciudad de Los Ángeles, no solo deberá lidiar con sus luchas internas y el encuentro de su lugar en el mundo, sino también con relaciones familiares disfuncionales, pandillas juveniles, el amor y la pérdida.
Tanto la ausencia de ciertas figuras familiares, como los disturbios y carencia de importantes habilidades humanas, básicas y elementales para el desarrollo de los jóvenes, son un detonante de la rebeldía que se presenta en Rebel Without a Cause. Hay algo intrínseco en el ser humano en relación a su pertenencia con un entorno y consigo mismo, algo bastante natural, pero la película también opera con el concepto de rebeldía criticando fuertemente tanto a la familia como a la sociedad misma.
Una de las películas más representativas de los 50, por numerosas razones. Una claro está, es el protagonismo de James Dean, pero también por sus temáticas y por su aporte tanto cultural, histórica y estéticamente significativa, por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para su preservación en el National Film Registry.
Son los jóvenes quienes tienen mayor protagonismo en Rebelde sin causa. Las interpretaciones son honestas, crudas, profundas, calan hondo, dando cuenta de la compleja psicología de los personajes y de su entorno. La historia tiene una progresión dramática que implica la evolución de ciertos personajes, así como el estancamiento de otros. Hoy en día, notamos como la dirección las actuaciones tienen este «toque antiguo», por ejemplo, con los contenidos besos. También la banda sonora nos transporta al pasado, con una música compleja, cuya melodía en sí misma, debido a su potencia y ritmo, relata lo que sucede, y sumado a la imagen en movimiento nos envuelve en un drama poderoso.
Los colores comunican de forma activa. La presencia del rojo en este mundo lleno de colores cafés, negros, contrastados, nos permite como espectadores interpretarlo. Así mismo, esta película estrenada hace 66 años atrás nos regala una representación del vestuario, costumbres y ambientación de la época. Su sistema de grabación de Cinemascope nos entrega una imagen mucho más «apaisada», sumado a movimientos de cámara poco convencionales para la época, narrando una historia siempre en equilibrio con todos los elementos del séptimo arte, brindándonos una experiencia para deleitarnos.
La rebeldía puede ser algo maravilloso; una energía renovadora, idealista que remueve cada célula del cuerpo para concretar, hacer, ser y oponer resistencia a patrones, estatutos que son contrarios a valores primordiales, formas de ver la vida que pueden ser oprimidas, vulneradas. Sin embargo, la rebeldía aparece como una sobrevivencia, como una única forma de ser al existir en un ambiente que te obliga a ello, tanto en casa como en la escuela, con más rebeldes, muchos con una maldad intrínseca.
Al igual que Dean, Sal Mineo tuvo una trágica muerte a corta edad. Luego de un ensayo de teatro fue apuñalado, muriendo instantáneamente a sus 37 años. Aquella frase cliché «la realidad supera a la ficción» se hace presente aquí, pues aquella sociedad que es criticada en Rebelde sin causa mata a uno de sus protagonistas.
Hay motivos para ser rebeldes, sí, pero no hay motivos para generar rebeldes víctimas de su entorno, que se transforman luego en víctimas de ellas mismas. Rebel Without a Cause es más que una película, es un retrato de una sociedad particular, en una época particular que traspasa aquel espacio tiempo para convertirse en un retrato transversal, estremeciendo tanto por su belleza como por su crudeza.
Título Original: Rebel Without a Cause
Dirección: Nicholas Ray
Producción: David Weisbart
Guion: Stewart Stern
Historia: Nicholas Ray
Adaptación: Irving Shulman
Basada en: Rebel Without A Cause: The Hypnoanalysis of a Criminal Psychopath (Rebelde sin causa: El hipnoanálisis de un psicópata criminal) de Robert M. Lindner
Música: Leonard Rosenman
Fotografía: Ernest Haller
Montaje: William H. Ziegler
Vestuario: Moss Mabry
Elenco: James Dean, Natalie Wood, Sal Mineo, Jim Backus, Ann Doran, Corey Allen
País: Estados Unidos
Año: 1955
Género: Drama
Duración: 111 minutos
Idioma: Inglés
Productora: Warner Bros. Pictures
Distribución: Warner Bros.
Plataforma: Qubit