Crítica de Cine «Nahuel y el libro mágico»: La oportunidad mágica del universo mítico chileno

Por Pablo Troncoso

El largometraje chileno Nahuel y el Libro mágico, es una película animada que cuenta la historia de Nahuel, un niño chilote con un profundo temor al océano, que se enfrenta a las calamidades de la mitología chilena. Para superar su fobia al mar, decide robar un libro que le otorgaría valentía a través de la magia. La obra contempla una duración de 1 hora y 39 minutos. Fue dirigida y producida por Germán Acuña y Pato Escala, cuyo trabajo estuvo visualizado hace ya casi más de 10 años con un prematuro guion escrito en el 2012.

Es la primera película en coproducción con el estudio Levante Films Brasil, Punkrobot y Carburadores, siendo éstas dos últimas productoras chilenas. La película ya tenía los ojos encima a escala internacional, pues obtuvo el primer lugar en la IX versión del Festival Internacional de Animación Chilemonos durante el año 2020, y por fin alcanzará la pantalla grande en más de 70 salas de cine a lo largo del territorio nacional.

Para poder realizar esta columna es necesario advertir que habrá spoilers, sin embargo, estos no impedirán el disfrute de la misma, porque Nahuel y el libro mágico, es esencialmente cómo la naturaleza del título: Mágico. Ambientada en un mundo de fantasía, que pareciera nunca haber sido explorado en la historia cinematográfica chilena, sin lugar a dudas, logra posicionar a Latinoamérica a escala internacional con un nivel muy bueno en cuanto a la animación, y, hablemos de ello, pues la estética con la cual fue producida la película tiene similitudes con producciones al más puro estilo japonés: específicamente recuerdan mucho a Studio Ghibli, productora de «pesos pesados» en el rubro, como El Viaje de Chihiro o El Castillo Ambulante. La fluidez del dibujo se pierde para darle un toque rítmico artificial, muy distinto a cómo se ven las animaciones de Pixar por ejemplo, en donde cada movimiento realizado por los personajes ficticios tratan de emular la fluidez con la que vemos la realidad: como un ejemplo concreto, es cómo si comparamos – a una escala exageradamente distinta – una secuencia realizada en hojas de un cuaderno, donde el personaje se mueve de a poco, según vas cambiando de hoja, mientras que las otras producciones prefieren las herramientas digitales que permitan aprovechar cada cuadro por segundo.

Una decisión que recuerda al estilo clásico de animación de los noventa, y que ha dejado huella en la historia del cine en cuanto a las técnicas de producción. Romántico si nos ponemos a pensar, pues Nahuel y el libro mágico se siente como si fuera la punta de un iceberg para el potencial que tiene Latinoamérica de crear largometrajes de la más alta calidad, igual que lo hicieron las primeras producciones animadas. Una excelente estrategia de presupuesto y estética.

Creo que uno de los objetivos principales de la película era desafiar al público infantil, porque definitivamente deja una sensación peculiar. Las películas infantiles clásicas occidentales suelen tener momentos de canciones y chistes blancos para aliviar la trama, incluso en El rey león tras la muerte de Mufasa a menos de 20 minutos nos tenían cantando Hakuna Matata, pero con nuestro protagonista no, nos traen una atmósfera algo densa y oscura tocando temas cómo la brujería, las maldiciones, y monstruos de la mitología chilena que suelen ser más macabros fuera de pantalla: perturbadora la idea de que un niño de menos de 12 años vaya a tomar un caldo mágico – que parecía ayahuasca – con el Trauco. Sin vacilación el tono de la película nos queda claro a los 15 minutos, pues tenemos 3 hechos concretos: la madre del protagonista murió, tiene un abandono emocional por parte de su papá y sus compañeros lo molestan por su fobia al mar, lo cual es bastante intenso para ser catalogado cómo película infantil, o al menos ser gozado en plenitud para alguien menor a un preadolescente de 10 años.

Considero que lo único infantil fue el diseño de personajes – porque si no, no había chance de vender este producto para niños – y el villano, ya que este último era un personaje bastante aburrido en comparación, por ejemplo, Ruende un hombre transformado en lobo y que vive con un propósito de venganza, o la Machi que, a propósito, abrió la oportunidad de explorar la fantasía animada desde el mundo mapuche, o también el Tabernero, quién  actúa  – de forma interesante – solamente por el miedo que le tenía Kalku, cuyo nombre significa en mapudungún brujo o practicante de magia negra, pero que como villano principal dejó bastante que desear, pues era malo porque sí, porque la trama lo requería.  No se confundan, ya que no por ser catalogado una película «para niños» los libra de darle poco trasfondo a la ambición del poder del personaje – si no pregúntenle a Simba de El rey león por qué su tío mató a su papá – pues resulta paradójico que tengamos a Nahuel en un viaje espiritual para superar los traumas de la infancia y aprender a combatir sus miedos a través de la introspección emocional relacionado con el amor a su difunta madre, al mismo nivel que un villano que quiere destruir el mundo porque estaba aburrido en su casa, hubiera sido genial verlo grotesco, afectado, arrepentido, inseguro, o dominado por la ira, pero no: a Kalku la película le quedó grande.

Nahuel y el libro mágico se siente como haber ido de vacaciones al universo de Harry Potter, pero en versión chilena, donde el viaje del héroe transcurre en la mágica isla de Chiloé. Honestamente, creo que esa es la mayor virtud y puerta de entrada a lo más alto de las producciones animadas, pues la mayor riqueza que tiene la película es precisamente su universo, ¿y si se logra aprovechar creando varias películas conectadas entre sí? Germán Acuña y su equipo pueden lograr cosas increíbles con el tiempo.

Título original: Nahuel y el libro mágico

Creado y dirigido por:  Germán Acuña 

Musicalización: Cristóbal Carvajal y Felicia Morales

Reparto: Consuelo Pizarro (Nahuel), Muriel Benavides (Fresia), Marcelo Liapiz (Kalku), Jorge Lillo (Antonio), Sebastián Dupont (Ruende)

Productoras: Carburadores, Punkrobot, Levante Films

Producción: Germán Acuña, Livia Pagano, Patricio Escala, Sabrina Bogado, Sebastián Ruz

País: Chile-Brasil

Idioma original: español latino

Género: animación para niños, fantasía, aventura

Duración:  1 hora y 39 minutos

Año de estreno en cines: 20 de enero 2022

Distribución: Cinecolor

 

 

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