“Fiebre de sábado por la noche”: Deberías estar bailando (y bien)

Crítica de Teatro
“Fiebre de sábado por la noche”: Deberías estar bailando (y bien)
Por Jorge Letelier
El camino de los musicales en Chile se ha caracterizado por un lento pero sostenido avance: aún son pocos montajes al año, pero el nivel de producción ha ido creciendo junto con el interés del público. Y por sobre todo, es el oficio y talento interpretativo de actores y bailarines el que ha generado un salto cualitativo del género.
Pero como todo aprendizaje, hay falencias que aún perjudican su desarrollo, y este ha sido el caso de la dramaturgia. A menudo ha sido apenas embrionaria, un apoyo secundario a las escenas de baile y canto que ha revelado la falta de escritores especializados en un género difícil. El caso de “Fiebre de sábado por la noche”, el musical que se presenta con éxito en el Teatro Municipal de Las Condes, es un paso hacia adelante en el desarrollo del género y una de las apuestas más complejas que se han presentado en la cartelera.
Adaptada de la versión estrenada en EEUU en 2015, que a su vez es una versión distinta del musical lanzado en el West End de Londres en 1999, este montaje producido por el bailarín y coreógrafo Ángel Torrez y dirigido por Moira Miller sorprende de entrada por el ajustado y muy notable trabajo de baile y canto. Tener a 14 actores y 15 bailarines en escena es un trabajo escenográfico mayor y la apuesta brilla con una fluidez notable. El elenco de actores, liderados por el cada vez más completo Eyal Meyer en el rol de Tony Manero, está muy bien elegido y resulta un cast joven y talentoso de intérpretes que pueden cantar aceptablemente y bailar muy sólidamente, acompañados de un cuerpo de bailarines de primer nivel, los que incluso tienen algunas escenas donde demuestran talento actoral.
La historia es básicamente la misma de la película protagonizada por John Travolta en 1977, y tal como la versión en que se basa, se suprimieron elementos de conflicto racial, drogas y violencia para convertirla en un espectáculo de corte familiar. El argumento es muy simple: Tony Manero es un joven ítalo-americano de Brooklyn que mientras trabaja en un empleo de poco futuro, sueña con ser alguien a través de sus dotes para el baile. Junto a sus amigos se reúne en la discotheque Odissey 2001 y se debate entre dos chicas: la impulsiva Annette (Josefina Fiebelkorn) y la bella y arribista Stephanie (Francisca Walker). El eje dramático es el concurso de baile para el cual se prepara y con el que busca enamorar a Stephanie.
El montaje cumple y llega más allá de lo que se espera para un musical. Su diseño escenográfico se sirve de pantallas para recrear los distintos ambientes y estas se ubican de manera estratégica para generar profundidad y espacialidad con el soporte físico que entrega un dispositivo modular de dos pisos. Las visuales diseñadas para ambientar las escenas junto a la iluminación logran construir imaginariamente cada una de ellas y ese es un hallazgo notable que le entrega una gran fluidez a la puesta en escena, incluso sorteando la dificultad de trabajar con un exceso de luz desde las pantallas led.
La banda musical, que se ubica en la parte superior de la escenografía, se luce en su ajustada versión de los famosos temas de los Bee Gees, y en la cual participa como cantante y actriz secundaria la talentosa Marcela Salinas, quien brillara este año en el montaje “Estado vegetal”.
El elenco está muy bien elegido, con la confirmación del talento vocal de la actriz Francisca Walker, quien se luce en una notable versión de “What kind of fool” y cuyos secundarios rayan a alto nivel. Si en su globalidad, la apuesta brilla por sus logros musicales y visuales y demuestra una cuidada producción digna de los mejores escenarios globales, tiene como punto débil las escenas dramáticas que salvo excepciones, no logran estar a la altura de los números de baile: Pareciera ser que a la hora de “teatralizar” el género, aún hay demasiado pudor por dotar de mayor libertad y autonomía para no opacar los aspectos musicales y coreográficos de la puesta en escena. Esto redunda en escenas que pecan de simplismo y son apenas funcionales para hacer avanzar la trama. A su favor juega que los protagonistas exudan sobrado carisma y química entre sí para sortear con encanto las líneas gruesas del texto dramático.
Con todo, es un montaje de notable rigor técnico que hace avanzar el género musical en el país y despierta entusiasmo en el público. Y más aún, revela a un grupo de actores y bailarines jóvenes –algunos de ellos debutando en el género- que en su conjunto hacen brillar esta historia mítica del universo pop, con un oficio y talento que la hace estar entre los mejores montajes de la temporada.
“Fiebre de sábado por la noche”

Teatro Municipal de las Condes. De jueves a sábado a las 20:00 y domingo a las 18:00 horas, hasta el 26 de noviembre. Entradas entre $9.600 y $39.000
Producción Ejecutiva y Coreografías: Ángel Torrez Rey

Dirección General: Moira Miller

Dirección Musical: Cristián “C-Funk” Moraga

Elenco: Eyal Meyer, Francisca Walker, Josefina Fiebelkorn, Emilio Edwards, Santiago Meneghello, Felipe Ríos, Felipe Álvarez, Esteban Cerda, Marita García, Erto Pantoja, Solange Lackington, César Sepúlveda, Luis Uribe, Marcela Salinas.

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