Por Pilar Alcántara
Entrevistamos a la directora de la nueva obra del Teatro Finis Terrae, Clarissa/Dalloway. A 140 años del nacimiento de una de las escritoras más importantes de la literatura universal, Virginia Woolf -considerada una de las figuras vanguardistas y feminista más destacada de su época-, se estrena por primera vez en Chile esta adaptación teatral de una de sus novelas más famosas: La señora Dalloway.
Bajo la producción del Teatro Finis Terrae y adaptación dramatúrgica a cargo de la novelista nacional María José Navia y asesoría de Marco Antonio de la Parra, las actuaciones de Bárbara Ruiz-Tagle como Clarissa Dalloway, Álvaro Espinoza, Nathalia Aragonese, Tahina Johnson, Jorge Díaz Wilkinson y Gabriel Díaz.
Esto fue lo que Constanza Brieba nos contó sobre la obra, que estará hasta el 26 de Junio en el Teatro Finis Terrae
¿Cómo emerge este proyecto de llevar a escena la obra Clarissa Dalloway?
A mí me contactó Marco Antonio de la Parra, que es director artístico del Teatro de la Finis Terrae, y me contó que tenía este proyecto para este año. Le habían encargado la adaptación de la novela Mrs. Dalloway a María José Navia, y que entonces había pensado que yo podía ser una persona apropiada para dirigir la puesta en escena.
¿En qué contexto estabas cuando recibes la invitación a este proyecto?
Era febrero, así que estaba de vacaciones en el Lago Ranco. Pero fue muy lindo porque me emocioné mucho que me ofrecieran una cosa así, que me parecía gigantesco como desafío. Me puse a leer rápidamente la novela, porque la había leído hace muchos años, entonces no me acordaba muy bien. Primero quise leerla para tener una impresión de cómo era, para después poder apreciar si me gustaba o no la adaptación que había hecho María José. Leí después la adaptación, y encontré que efectivamente me dejaban ambas con una sensación muy similar, y me pareció que el trabajo de María José era muy respetuoso con la novela original y eso a mi me gusta. En general, prefiero tratar de ser fiel.
En ese sentido, ¿La puesta en escena refleja aspectos clásicos que trataste de mantener en el estilo?
Sí, por supuesto. Está dado, en parte, como una de las cosas fundamentales de la novela, donde ocurre, que es Londres. Otra cosa fundamental, son los monólogos internos de los personajes, que es el sello de Virginia Woolf. Esas dos cosas, para mí, eran fundamentales que se mantuvieran. Además de un ritmo que tiene la novela, que es bastante vertiginoso con todo este pensamiento, pensamiento, pensamiento. Tenía muchas ganas de lograr trasladar esas tres cosas a escena. Por lo tanto, busqué a los referentes, que al menos para mi, significan Londres profundamente, que tiene que ver con sus parques, con el verde, con la naturaleza, con el cielo. Por una cosa de historia personal, me tocó vivir en Londres varios años, entonces tengo una relación bien profunda con la ciudad. A pesar de que Clarissa circula por la ciudad y por los parques, tiene muchos recuerdos también de su pasado en la casa donde parece que creció: en el campo. Entonces para mí fue muy importante traer ese verde, que siempre ha sido para mí como un sello de Inglaterra. Por eso la escenografía. Después lograr encontrar la manera de poner en escena estos monólogos internos, porque es difícil, en ese sentido, tratar de hacer una obra de teatro que el público está esperando que sea: que tenga acción o algo de acción, cuando la mayor parte de lo que uno ve en la obra es lo que los personajes están pensando, no lo que están haciendo ni diciendo en su día a día. Es una obra donde lo que se ve es el “lado b” de las personas. Es lo que piensan mientras están teniendo otra conversación. Había que diferenciar eso. Había que lograr que los actores pudieran encontrar una manera de hacer ese trabajo.
Hablando de los actores, ¿Cómo llegaste a este elenco para llevar a cabo e interpretar este desafío?
Se propuso una lista de nombres que venían de parte de la universidad, y a mí al tiro me tincó mucho Bárbara Ruiz Tagle. Aunque no la conocía y no había trabajado con ella, pero con los ojos y las facciones de ella, encontré que era atractiva como señora Dalloway. Fue ella después la que nos sugirió el nombre de Álvaro Espinoza. Era super importante que fueran una pareja que se conocieran – y ellos son muy amigos en la vida real-, entonces creo que eso le aporta también a la relación entre Clarissa y Peter en la obra. Jorge Díaz es un actor que conozco hace años. Fuimos compañeros en la Escuela Fernando González y he trabajado muchas veces con él. Para mí es una persona a la que siempre recurro. Nathalia Aragonese es una actriz con la que he trabajado en montajes anteriores, y al tiro pensé que es una persona que tiene esa plasticidad como para hacer varios roles diferentes con mucha naturalidad. Los dos actores jóvenes los elegí en un pequeño casting que tuvimos… el que hace Septimus y el que hace Rezia y Elizabeth.
El personaje de Nathalia, en este caso, que es la sirvienta en la obra, rompe un poco esta estructura. Es llamativo ese personaje porque es como más contemporáneo ¿Nos puedes contar sobre esa propuesta?
A partir del texto que propuso María José, yo me di cuenta que estaba propuesto ese primer texto de la sirvienta que dice «la señora Dalloway va a comprar ella misma las flores». Desde ese momento sentí que ella podía funcionar también como narradora de otros momentos. Le fui dando textos a ella y fui construyendo esta manera, en que con pequeños textos, ella se volviera un hilo conductor. Sentí que, por un lado, esta es una novela, por lo tanto me hacía falta el narrador. Yo nunca quería perder el vínculo en el montaje. Siempre quise mantener el vínculo con la novela. No quería tratar de alejarme demasiado, al revés, yo quería, ojalá, estar cerca de la novela y tenía ganas de que Virginia Woolf estuviera en alguna parte. Al final terminó estando un poco en ella. María José me comentó después que Virginia Woolf hubiera estado orgullosa de que le hubiéramos dado ese poder a la sirvienta; que para allá iba la intención política. Se fue dando y fuimos construyendo este hilo. Yo la veía como un hada. Me hizo pensar en el personaje de Ariel en La Tempestad de Shakespeare que va construyendo estas situaciones, como moviendo los hilos, dejando las flores que va a usar el personaje en la próxima escena como un hada que va construyendo un poquito el montaje.
En relación al aspecto político, desde el enfoque de género la propuesta feminista de Virginia ¿Cómo lo plasmaron en el montaje? ¿En qué aspectos los podemos presenciar?
Decir “nosotros vamos a hacer un montaje feminista” me parece que no es necesario, porque eso ya está dado con el texto. Está dado con el protagonismo de Clarissa Dalloway. No sentimos una especial presión quizás porque, tanto Bárbara como todas las mujeres que están en el equipo -incluso los hombres que están dentro- son feministas, entonces no hay preguntas al respecto de si queremos o no queremos, porque las cosas son de una manera. Entonces lo que cabe, es simplemente para nosotros al menos y, para mí especialmente, tomarse el trabajo de la dirección, siendo lo más fiel posible al texto y a las sensaciones que te provoca, a las ideas que están y solamente darles el espacio de surgir. No hay una intención doble más que lo que ya hay, que a mi me parece que es harto. Quizás en su momento era más rupturista esta idea de Clarissa diciendo en un matrimonio: «Una mujer necesita su independencia». Hoy día yo no creo que haya gente que no piense, o me imagino que eso ya es algo que todos, en cualquier pareja heterosexual u homosexual, todos necesitamos nuestra independencia. Tiene que ver con ser persona, no mujer u hombre.
El montaje se apoya de una escenografía que es maravillosa. Tú hablabas de los verdes de Londres, pero faltaba el puro olor a bosque en esa propuesta. Cuéntanos más de la escenografía.
El diseño es de Valentina San Juan. Es la primera vez que trabajo con ella y realmente ha sido un regalo del cielo hacerlo. Tuvimos muchísimas conversaciones. Fue un trabajo duro en muy poquito tiempo; ensayamos seis semanas. Tuvimos muy poco tiempo para hacer este montaje y fue intensísimo todo el proceso de ensayo y el proceso de elaboración de la escenografía, tratando de definir luego qué es lo que se necesitaba, cuando en general uno trabaja y tiene tiempo para ir descubriendo qué es lo que va a necesitar en escena. Pero aquí había que decidir muy al principio, qué es lo que íbamos a usar y partimos de conceptos como ese: como el bosque, como los árboles, el verde. Valentina fue llegando a esta propuesta que a mi me parece preciosa. Yo le pedí incorporar también estas cortinas que se movieran. Yo tenía ganas de que la escenografía diera esta sensación de sol, de árboles, de agua, de lluvia, del clima cambiante que tiene Londres, que de verdad en pleno verano puede granizar cinco minutos, caer un aguacero increíble, después salir el sol y las nubes se mueven rapidísimo por el cielo, cambia el clima todo el tiempo y tienes el viento que nunca cesa. Yo tenía muchas ganas de traer esa sensación de aire y de movimiento al escenario tan conectado con la naturaleza, que es algo que los dos personajes tienen. Clarissa Dalloway se ve, se siente viva en los árboles. Ella dice: «En los árboles de mi casa sobrevivo». Ella se siente ahí, en las flores por supuesto que también la fascinan. Septimus, que es el otro personaje, el paralelo, también siente una conexión enorme con la naturaleza y siente que los árboles le hablan, que el pasto está vivo, que toda la naturaleza está explotando, de alguna manera. Había que poner el mundo natural ahí y creo que la solución que encontró Valentina es preciosa y aporta muchísimo a esa sensación de dónde están estos personajes. Se identifican tanto los personajes con la ciudad de Londres que me los imagino hasta hoy, como unas especies de fantasmas que circulan por la ciudad y por los parques. Aunque no los veamos todavía están ahí sintiéndose vivos porque, efectivamente, sobrevivieron para siempre los personajes de la novela y están ahí en los parques circulando, esperando celebrar una fiesta todos los días. Hay algo de eso que yo quería poner en la escenografía.
Esta escenografía llegó hasta la entrada del teatro porque la naturaleza se presenció desde que uno entraba ese día al estreno. Había muchas flores, plantas. Cuéntanos de esa propuesta de llevar una idea también al espectador desde que entramos al teatro.
La verdad es que eso fue algo que se hizo especialmente para el estreno, de poner muchas flores en el hall de entrada del teatro y plantitas en las escaleras y todo porque queríamos hacer un regalo, como dice la señora Dalloway: que su fiesta es una ofrenda a una ciudad adolorida. Queríamos, de alguna manera, también hacerle el mismo regalo al público. No solo con la obra, sino también con que se acordaran, porque de repente son esas cosas pequeñas las que necesitamos observar en el día a día y que enriquecen la vida y no es más que eso: una flor que está abriendo, que en la mañana la viste cerrada y en la tarde ya está abierta; la luz como pasa por entremedio de las hojas de los árboles. Tiene que ver con eso, con mirar los detalles de tu propia existencia y de lo que te rodea.
La obra es una propuesta clásica que nos trae a Virginia después de tanto tiempo, aferrada a un estilo que para nosotros, como espectadores, puede ser llamativo. ¿Con qué se va a encontrar la gente al ver la obra?
La gente se va a encontrar la historia de una mujer que viene saliendo de una larga enfermedad y además viene terminando la Primera Guerra Mundial. En ese estado, recién recuperándose, como estamos hoy día nosotros después de la pandemia, ella quiere hacer una fiesta y hay un deseo profundo de volver a la vida. En ese día en que prepara la fiesta, Clarissa se encuentra con distintos personajes que cruzan la ciudad de Londres. Por un lado, se encuentra con Peter que es una antigua pareja; un pololo que tuvo de joven y donde todavía queda algo no resuelto, que la hace cuestionarse sus propias decisiones de haberse casado con otro hombre. Aparece su marido, con el que tiene una relación mucho más conservadora, pero que le acomoda, y va apareciendo la relación que tiene con la hija, que es muy distinta a ella. Está también el personaje de Septimus, que es muy importante, porque es un soldado que ha vuelto de la guerra y que se casó con una italiana que se trajo a vivir a Londres. Él está con un estrés post traumático muy grande después de la guerra y que no tiene tratamiento; no encuentra tratamiento en Londres. Esa es una crítica que a mi me parece muy importante de Virginia, con respecto a la salud mental, a las enfermedades mentales y al tratamiento que se les da y cómo se les ve desde el resto de la sociedad. Entonces tenemos a estos dos personajes: Clarissa Dalloway, que quiere celebrar la vida y Septimus que ya no da más, que no aguanta y que no encuentra lugar en este nuevo mundo. Entonces ese es el paralelo que tiene la obra, y vamos a ver el desarrollo de estos dos personajes durante el montaje. Lo que nosotros hemos tratado de hacer es contar una historia porque tenemos aquí, fundamentalmente, dos públicos de los que nos tenemos que ocupar; por un lado, el público que conoce la obra de Virginia, que conoce a la señora Dalloway y que quizás va buscando encontrarse con ciertos contenidos, estilo, aspectos de la novela -cuando a uno le gusta mucho una novela y va a ver una adaptación, ya sea al cine o al teatro, tú esperas reconocer algo de lo que tú leíste y de lo que te enganchó en la novela y que ojalá esté también en la propuesta que se te va a hacer en este nuevo otro lenguaje-. Por un lado, tenemos ese público que satisfacer, que espero que encuentre porque nosotros hemos tratado de mantenernos cerca de la novela. Por otro lado, para la gente que no conoce la obra de Virginia Woolf, nosotros les contamos una historia. Una historia que sucede en este día y que es la que acabo de relatar de cómo estos dos personajes se cruzan y son un paralelo el uno del otro, y que se entretengan y se emocionen con los pensamientos llenos de emociones muy intensas, sobre lo que significa vivir o cómo volver a apreciar la vida después de catástrofes tan grandes como las que también hemos pasado nosotros.
Es un trabajo muy elegante, una propuesta clásica que obviamente invitamos a todos a poder disfrutar de ella ¿Quieres decirle algo al público para que la vaya a ver?
Este es un trabajo que se ha hecho con mucho amor. Creo que para todos ha sido un desafío enorme. A mi me parece que hemos logrado hacer una historia, que se cuenta una historia y aunque uno no conozca la novela la descubre y yo creo que uno queda con muchas ganas de leer la novela, y eso es un súper aporte. Solo decir que estamos en el Teatro Finis Terrae. Quedan apenas ocho funciones, así que se tienen que apurar en comprar entradas porque ya hay funciones que están agotadas. De jueves a sábado es a las ocho y media y el domingo es a las siete de la tarde así que ahí los esperamos.
Ficha artística
Adaptación y traducción de La Señora Dalloway de Virginia Woolf por María José Navia Asesoría dramatúrgica Marco Antonio de la Parra
Dirección: Constanza Brieba
Elenco: Bárbara Ruiz-Tagle, Álvaro Espinoza, Nathalia Aragonese, Tahina Johnson, Jorge Díaz Wilkinson y Gabriel Díaz
Música original: Orlando Alfaro
Diseño integral: Valentina San Juan
Asistencia de diseño: Omar Parraguez
Diseño de sonido: Mono sonoro producciones
Producción artística: Sergio Gilabert
Asistencia de producción: Javiera Barrientos
Una Producción Teatro Finis Terrae 2022
COORDENADAS
Del 9 al 26 de junio
jueves a sábado, 20:30 h, domingos 19 h
$12.000 general, $7.800 adulto mayor, $6.000 estudiantes
Teatro Finis Terrae
Pocuro 1935, Providencia, Stgo.
Entradas por Tickeplus.cl https://ticketplus.cl/events/clarissa-dalloway o TeatroFinisTerrae.cl https://teatrofinisterrae.cl/revisa-la-cartelera/item/clarissa-dalloway