Por Isabel Agurto
50×50. La obra interrumpida (1970-1973) es una experiencia inmersiva que nos invita a conectar con la memoria, con los espacios donde se gestó la historia de Chile durante los últimos cincuenta años. La experiencia consta de tres recorridos culturales en los espacios denominados Estación Futuro – GAM, Estación Poder – Centro Cultural La Moneda y Estación Interrupción – Fundación Salvador Allende, los cuales están abiertos al público simultáneamente, de martes a domingo, de 11 a 17 horas, hasta el 28 de mayo.
Este montaje invita al público a articular, desde la memoria colectiva, las formas de habitar y transitar por la ciudad, por medio de acciones e imágenes provocadoras, una visión de los proyectos truncados e invisibilizados que hoy vuelven a revivir ante las personas. Para participar, solo se necesita un teléfono móvil, un par de audífonos y un lector de código QR. Los recorridos se activan en cada estación y duran 45 minutos.
Con financiamiento Fondart 2022, este proyecto une artes escénicas, visuales, antropología y museología para crear una obra colectiva que se juega a través de tres audio-recorridos por la Alameda de Santiago. Una vez terminado el recorrido Estación Futuro – GAM, Culturizarte tuvo la oportunidad de conversar con dos integrantes de su equipo artístico y creativo: Angélica Martínez, directora artística y Tomás Allendes, del equipo de comunicaciones.
¿Por qué La obra interrumpida?
Angélica Martínez: Este proyecto transita desde esa obra interrumpida que fue el gobierno de la Unidad Popular hasta lo que nos sucedió en septiembre del 73 y en adelante, que nos ha ido constituyendo y que, de alguna manera, revisa aquello que no se pudo explorar, por ejemplo, la conmemoración de los 50 años de la Unidad Popular, por motivo de la pandemia.
La estación GAM, llamada Futuro, es la estación que da cuenta de esa obra que se va a interrumpir, luego tienes la trama del Centro Cultural Palacio La Moneda que se llama Poder, que es justamente el golpe de estado y, finalmente, está la Interrupción en la Fundación Salvador Allende que comparte la casona con el Museo de la Solidaridad. Es un proyecto Fondart, donde trabajamos un equipo de quince personas entre artistas visuales, teóricos del área de los estudios culturales, antropólogos, actores, actrices, diseñadores, estetas, etcétera. Es un colectivo grande, cada uno tratando de generar de alguna manera una apertura a la transdisciplina de las artes.
¿Cómo se realizó la curatoría de este recorrido? Porque hay mucho más que decir sobre este espacio, debió ser difícil decidir qué dejar fuera.
AM: Trabajamos con los archivos de la Fundación Salvador Allende, y esta idea curatorial surge básicamente de quien está hablando, yo soy, además de actriz, especialista en patrimonio y trabajo con un antropólogo que también se especializa en patrimonio. Desde ahí surge la pregunta inicial y luego convidamos a todo el equipo que se sumó con mucho cariño y con mucha vocación para esto y fueron convergiendo también miradas diferentes, sobre todo porque es un grupo con mucha diferencia etaria, hay chicos que tienen 25 y los mayores tienen 65 años. Hay un equipo que vivió en democracia y vivió el golpe de estado, otros que nacimos en dictadura y gente que nació tras la recuperación democrática y eso ha sido super interesante en términos de poner en discusión qué es lo que queremos decir.
Por eso trabajamos, también, con otras tramas en que la tortura no solamente nos afecta cuando hay un golpe de estado o una ruptura democrática, como es lo que le pasó a Daniel (Zamudio) en 2010. Es lo que queremos poner en discusión y ese ha sido también un trabajo de los compañeros más jóvenes.
Tomás Allendes: En ese sentido, trenzar los 50 años con el tema de Zamudio, me parece interesante porque lo trae al hoy. Se habla de las torturas de hace 50 años, de los detenidos desaparecidos, pero cómo eso se puede traducir al presente. Con Nicolás (Santelices) nos hicimos la pregunta de si viniera una dictadura hoy, quiénes serían esas personas torturadas, perseguidas o quiénes siguen siendo recriminados, estos grupos que no fueron reconocidos en los informes Rettig y Valech. Sentimos que hay una deuda pendiente.
Efectivamente, ese tema ha sido poco reconocido, nadie lo levantó, incluso antes del golpe.
AM: Más bien se pone en una otredad de la rareza y eso es sumamente violento, desde izquierdas y derechas el discurso no es diferente. Lo que sí es interesante es que, por ejemplo, la primera marcha homosexual sí fue en el período de la Unidad Popular y la siguiente marcha fue en la transición democrática chilena. La dictadura habla de una “higienización” de un grupo social como si las disidencias sexuales fueran una condición de horror, una condición que hay que esconder.
TA: Al abordar este tema desde la obra interrumpida y no desde la romantización, uno puede detenerse a pensar qué hubiese pasado si, cómo sería este espacio. Y si lo llevamos hacia Zamudio en particular ¿cómo serían las disidencias hoy en día si el plan de la UP no se hubiera interrumpido? ¿de qué manera hubiéramos avanzado hacia la inclusión? ¿sería diferente o no?
¿Hay alguna idea o proyecto de tocar más temas o incluir otros recorridos?
AM: Entendemos la memoria como un lugar y ya hay tres recorridos activos que la gente va a poder visitar y, además, hay proyectos colaterales, tenemos pensados varios conversatorios con distintas estrategias. Por ejemplo, hay un conversatorio que organiza el equipo de comunicaciones que tiene una disposición pensada para sus grupos etarios, sin esa intervención muy propia de la academia que es tan verticalizada, se trata de sentarnos a tomar once en distintos centros culturales. También tenemos estrategias de mediación con públicos escolares, organizadas para los tres centros; el lanzamiento de un libro que surge previo y se lanza previo a la exposición, escrito por Patricio Rodríguez Plaza que es nuestro teórico en estudios culturales, y a fines de mayo esperamos tener ya el propio catálogo-libro de esta experiencia.
Ficha técnica
Título: 50×50 La obra interrumpida (1970-1973)
Curaduría y dirección general: Pablo Andrade
Dirección artística: Angélica Martínez y Rodrigo Canales
Guion audiorecorridos: Rodrigo Canales
Espacio sonoro: Daniel Marabolí
Artes visuales: Michelle Piaggio y Roberto Farriol
Teoría de estudios culturales: Patricio Rodríguez-Plaza
Museografía: Laura Gandarillas
Producción y comunicaciones: María Luisa Vergara
Redes sociales: Tomás Allendes, Daniela Campos, Antonia Catalán, Valentina Godoy y Nicolás Santelices
Voces: Paly García, Héctor Morales, Angélica Martínez, Patricio Rodríguez-Plaza, Ismael Valenzuela, Josefina Cortés y María Siebald
Diseño y diagramación: Consuelo Polanco
Fotografías: Gael Ávila
Coordenadas:
De martes a domingo de 11 a 17 horas en GAM, Centro Cultural Palacio La Moneda y Fundación Salvador Allende. Entrada liberada.
Disponible hasta el 28 de mayo de 2023.