Por Galia Bogolasky
Entrevistamos a la artista chilena residente en Miami, Florida, quien es una de las diez artistas elegidas para exhibir su trabajo en el Museo de Orlando, que mezcla arte textil e instalación.
¿Cómo surgió la exposición en el Museo de Orlando, Florida?
Me contactaron los curadores del Museo de Orlando, Hansen Mulford y Coralie Clauysen-Gleyzon, quienes llevan muchos años trabajando en el Museo y organizan este premio anualmente, esta es la novena edición. Me dicen que están considerando nominarme para el Florida Prize. Yo por supuesto lo conocía, porque desde que estoy en Miami, había escuchado acerca de esta exposición, de lo importante que era y además había visto en redes sociales las ediciones anteriores. Tuvimos un par de visitas virtuales, porque estábamos lejos, y después me contactaron para decirme que me seleccionaron y que soy una de diez artistas elegidas para exhibir en el Museo.
¿Hasta cuándo está la muestra y cómo es tu montaje? ¿En qué consta?
En mi caso, mi trabajo depende mucho del espacio. Ellos estaban interesados en que yo hiciera un montaje completamente insitu, además de unas obras que ya existían, pero que igualmente requerían que yo misma fuera a instalarlas. Entonces, en mi caso, la invitación a participar incluía la oportunidad de una estadía de casi dos semanas en Orlando, donde pude trabajar con el apoyo del staff del Museo. La apertura fue el 2 de junio y la muestra continúa hasta el 27 de agosto de este año. Me dieron plena libertad dentro de la sala que me asignaron. A grandes rasgos, se trata de una instalación a gran escala, donde utilizo telares tejidos a mano, junto con objetos encontrados, ready mades y luces de neón. A esto se le suman varias piezas individuales, algunas que se extienden desde la pared al suelo, y otras sólo en la pared.
¿De qué se tratan las obras que estás exponiendo? ¿Qué otros materiales y formatos ocupas en la presentación?
Mi obra reciente comienza a partir del telar. Básicamente, tejo para obtener un objeto textil. Un textil que no es lo que tradicionalmente entendemos por textil, porque además de fibras contiene muchos materiales de desecho o cosas que no necesariamente son hilos o lanas: papel de embalaje, como uno de globito, las guirnaldas de los árboles de navidad, papel pintado, retazos de tela, cuerdas de saltar, cuerdas de luz, en fin, tantas cosas; estos son sólo algunos ejemplos. No todos los materiales son necesariamente encontrados, sino que también voy acumulando otros que compro porque me llaman la atención, porque funcionan con mi estética. Los compro y los guardo, no es que las compre para un uso específico. Cuando estoy tejiendo no tengo idea qué tan largo va a ser el textil, cómo se va a ver; el tejido se va perdiendo porque se va enrollando en el telar. Hay un cierto grado de misterio, como cuando uno mete una cerámica al horno. Con el textil ya en mano, éste se convierte en el punto de partida para crear mis instalaciones o esculturas de pared. En mi obra siempre hay una mezcla de instalaciones orgánicas junto con piezas más delimitadas. Esta exposición no es la excepción. Pero todo parte de un objeto textil que creo intuitivamente, y cuando sale del telar trato de auto engañarme, trato de pensar que esto no es algo que yo hice, sino algo que me encontré. Como en mis inicios, cuando mi obra era exclusivamente de lo que recogía en las calles de Nueva York. En un minuto dado me hizo clic y pensé, tengo que tratarlo de la misma manera y no porque lo haya hecho yo y me haya dedicado no sé cuántas horas, lo trato con mayor cuidado o apego. Por eso es que muchas veces estos telares terminan en el suelo, colgados, enredados entre objetos, pasa de todo un poco. Entonces, el telar sí tiene una trascendencia importante en mi obra, pero, al mismo tiempo, es parte de un mismo lenguaje. Tiene el mismo potencial para combinarlo con cualquier objeto encontrado, o por qué no, incluso con una pieza de cerámica. Por ejemplo, en esta exposición hay una pieza de cerámica por ahí en medio del caos. No me importa si la gente reconoce su materialidad o piensa que es algo encontrado. Esa cerámica, por ejemplo, es de 2015. Eso también es parte de mi proceso, voy reutilizando mis propias obras y materiales a lo largo del tiempo.
¿El concepto detrás es la reutilización?
Sí, pero no es la reutilización que se asocia con el reciclaje. Obviamente uno no puede separar las lecturas que la gente va a hacer de tu obra y no tengo nada en contra de eso, pero no diría que es el foco principal de mi obra. Inevitablemente yo misma reutilizo mis propios objetos y materiales, pero no es una obra que se trate de reutilización y reciclaje, como para decirte que yo voy por las playas de Miami recogiendo cosas que la gente va dejando. Mi obra es más una visión sobre el exceso, sobre nuestra relación con el consumismo o, al menos, de mi propia relación con el consumismo. En el sentido que creo que todos tenemos un poco ese amor-odio con el consumismo, ¿por qué necesitamos que existan todas estas cosas? Pero, al mismo tiempo, estamos tan metidos en un ciclo, que, por ejemplo, sale el iPhone nuevo y todo el mundo lo quiere cambiar, aunque el tuyo funcione perfectamente. Yo compro muchos materiales, o sea yo misma le doy vida a este ciclo del consumismo al ser parte de él. Expongo mi visión, pero espero que cada espectador tenga la posibilidad de generar sus propias conversaciones con la obra. Para mí, la obra surge al burlarse del consumismo, reconocer que existe y que al fin uno puede elegir ser más o menos parte, pero esta es la sociedad en la que vivimos. Al mismo tiempo, mi obra no existiría si todos estos materiales sin sentido no existieran.
Tu obra va mutando en el camino no es que tengas una idea preconcebida, sino que mientras vas desarrollando, tejiendo, recolectando y vas uniendo piezas, ¿Vas creando la obra?
Cien por ciento, no hay nada preconcebido. Incluso en el telar voy eligiendo materiales de lo que tengo a la mano. Obviamente hay una visión estética y voy recordando colores, texturas que he usado, hay un elemento formal, pero no tengo idea cómo va a terminar, ni cuándo. El momento en que lo corto depende de algo tan simple como si ya me aburrí de esos materiales. El textil que sale termina siendo un objeto más dentro de mi acumulación. A su vez cuando compongo un ensamblaje, los mismos objetos pueden ir cambiando. Es muy intuitiva la generación, a veces dos cosas quedan como “casadas” y ya no se pueden separar; y a veces no, esos mismos dos objetos terminan después en otras piezas. Entonces también hay un comentario ahí sobre al arte efímero, en el sentido que, una pieza que tú viste hace dos años, quizás ya no es posible que vuelva a existir, porque esas mismas partes pasaron a ser parte de otra pieza, pero es la esencia de la obra, y me gusta generar esa continuidad, que el espectador que conoce mi obra vaya viendo que hay ciertos elementos u objetos que se van repitiendo. No me importa si tú dices, «ah, ese ya lo usó en 2010 en tal obra». No es eso, pero sí puedes ir haciendo asociaciones, y de repente hasta crear una historia. Me gusta creer que mis objetos y materiales quizás sí tienen una historia que va contándose a través del tiempo, y no necesariamente en una obra específica.
¿Sigues manteniendo registro a través de fotos? Si la obra se pierde en el camino, ¿tienes fotos o puedes hacer una exposición de las fotos?
Cuando vivía en Nueva York hubo un tiempo que hacía intervenciones urbanas y sacaba fotos de eso. En este minuto no es algo que me interese particularmente. Siento que fue algo que me permitió desarrollar un lenguaje, porque al haber hecho esas cosas en la calle donde uno no tiene ninguna presión, por así decirlo de si quedó bien o si quedó mal, a diferencia de exhibir en una galería. Yo siento que eso me permitió desarrollar libertad en mi manera de mostrar, ahora puedo hacer lo mismo dentro de una galería. Hacer ese tipo de registro del trabajo ahora no me hace sentido. Para mí no era algo ni performativo, ni de arte urbano, sino más una exploración y desarrollo de lenguaje. En cuanto a mis obras en espacios de exhibición, si bien hay cosas que fotografían bien, siento que hay obras que tienen mucha textura, objetos, al final se aprecian mejor en persona. No descarto nada, porque uno nunca sabe, pero no es lo que me interesa en ese momento. Sí, mantengo registro de todo como una bitácora personal, porque al final uno va haciendo muchas veces lo mismo. Así como alguien que pinta sabe que tal color complementa con el otro, o que tal gesto que hiciste en otra pintura puedes repetirlo, acá pasa un poco lo mismo, o sea, yo igual tengo un set de gestos adquiridos, que ya sé que van a funcionar, y consciente e inconscientemente los voy repitiendo en el tiempo.
Te has caracterizado por trabajar con una paleta de colores muy características, como los tonos fucsias, morados, azules, muy vivos. También veo que tienes tubos fluorescentes. ¿Eliges los objetos sobre la base de esa paleta de colores?
Sí, el color es una firma de mi obra, son colores bastante fuertes, llamativos, y que se ha mantenido más o menos estable en el tiempo. No sé si tiene que ver con haber crecido en los ochenta. Ahora vivo en Miami, irónicamente, porque nunca lo pensé. Mis abuelos vivían en Miami y, cuando yo era chica, venía a verlos. En esa época en Chile quizás no había todas las cosas que ahora sí hay, entonces, en cada viaje iba a la tienda de arte y me compraba el tape neón, el pompón brillante, todas esas cosas. Después me las llevaba a Chile y no las quería usar y las guardaba por miedo a que se me acabaran hasta el otro año. Ya llevo varios años en Estados Unidos y creo que mi obra tiene un poco que ver con eso, ahora estoy en el epicentro del exceso y, por lo mismo, no tengo nada que guardarme.
¿Cómo definirías tu obra? ¿Es la luz mezclada con materiales?
Una de las cosas que me interesa con mi obra es resaltar la dicotomía amor/odio que tenemos con el consumismo. Para eso utilizo lo deseable y la luz, el neón, particularmente, per se es atractivo al ojo humano. No puede haber nada más atractivo, llamativo y deseable que un signo de neón, ¿o no? Hace años que ocasionalmente en mis instalaciones yo incluyo tubos de luz, pero ahora llevo más o menos dos años en que estoy incorporando mucho más la luminosidad. Casi todas mis obras tienen algún objeto luminario que a su vez tampoco es neón, sino que son luces LED. Eso también tiene que ver con la obra, porque al final las luces LED tienen el mismo efecto visual del neón, pero ni siquiera son del refinamiento del neón.
¿Cómo describirías tu obra? ¿Es telar con materiales, es instalación, es escultura?
Qué difícil pregunta. Yo me describo más como una artista de instalación porque siento que de ahí viene todo el resto. Tengo la capacidad de abarcar una sala completa, pero también de hacer una pieza más acotada que vaya de la pared al suelo, o solo en la pared. Pero mi tendencia, a la que a veces tengo que combatir porque es mi inclinación natural, es la de expandirse en el espacio. Pienso que uno tiene que ser inteligente como artista y aprender a trabajar en distintos formatos, porque eso te abre puertas para exposiciones grupales y otras cosas. No siempre me interesa hacer una instalación, depende del espacio también. Incluyo mucho el telar en mi obra, pero no me considero una artista textil. Mi obra no es sobre el telar, trasciende eso, el telar es un medio para crear un objeto textil que luego se incorpora a algo superior a eso.
Te dieron dos semanas para instalarte ahí en la exposición ¿Esto es porque tu obra la vas creando en el lugar, mientras montas?
Es una mezcla. Algunas de esas obras fueron creadas anteriormente en mi estudio, o sea, que yo ya sabía que esa obra tenía que volverla a montar de una cierta manera. Podría haber hecho instrucciones y que el staff del Museo lo hiciera, pero al final para mí es importante hacerlo yo, porque igual uno tiene un ojo particular y así queda exacto como uno quiere. Igualmente, casi la mitad de mi espacio estaba asignado para que yo hiciera algo in situ. Para eso llevé muchos materiales, incluidos telares antiguos, largos que no sabía necesariamente ni cómo iban a terminar ni nada y muchos objetos que venía acumulando, guardando, comprando. Los llevé por si acaso pensando que llevaba mucho e iba a volver con un montón de cosas, pero al final casi todo quedó allá en la instalación.
¿Cómo es el proceso si alguien quiere comprar una obra y cómo la instala?
Yo no espero que un comprador privado me compre la instalación que hice, por ejemplo, en el Museo de Orlando para tenerla en su casa. Pero si la podría comprar una colección institucional, por ejemplo. Por eso también tengo obra completamente trasladable y comercial, incluyendo cosas como trabajos en papel, cerámica, también textiles más pequeños, con y sin luz. Si creo que una persona común y corriente, que, por ejemplo, vio mi instalación en el Museo entiende que no se la va a poder llevar a la casa. Pero se puede comprar, a lo mejor, un dibujo, una pieza de cerámica. Quizás ese objeto le recuerde su experiencia con mi instalación en el espacio. A lo mejor se lleva una cosa más chica que también le genera un vínculo con otra obra que vio y que no puede tener en su casa. Igual mi foco es hacia colecciones, museos. Quizás, compran algo y lo instalan una vez cada diez años, vive guardado en una bodega. En ese sentido, el mercado del arte contemporáneo aguanta mucho más de lo que uno se imagina. Al menos eso quiero creer.
Ahora que estás inserta en el mundo artístico en Estados Unidos y en Miami específicamente, ¿Cómo ha sido codearte con otros artistas, conocer a otros artistas americanos o latinos en el ambiente del arte en Miami? ¿es uno de los epicentros del arte en Estados Unidos?
Miami es un lugar interesante, en el sentido que obviamente hay muchos artistas de todos lados, muchos latinos también. Está todo bien disperso, es distinto a Nueva York. Hay oportunidades, pero al mismo tiempo hay menos conexión entre los artistas, cuesta conectarse porque hay mucha gente que tiene los talleres en sus casas, en el garaje, no hay tantos espacios colectivos. Es verdad que tiene las ferias de arte en diciembre, que en el fondo atraen a todo el mundo una vez al año. Pero tampoco es necesariamente una instancia para nosotros los artistas, pero es bueno porque viene mucha gente de todo el mundo. En Miami hay bastantes museos. La verdad es que estoy recién insertándome bien, no llevo tanto tiempo. Creo que Miami todavía tiene mucho por ofrecer y, por lo que he escuchado, sigue creciendo.
¿Tienes algún referente de algún artista de Estados Unidos que admires?
Hay artistas que me gustan, coincidentemente varias mujeres de instalación que me interesan, como Jessica Stockholder, que trabaja también con objetos, eso sí con una metodología bastante distinta a la mía. Después está la obra de Judy Pfaff, que también es muy interesante, instalaciones, y tiene mucha relación con lo que hago. Me encanta también el trabajo de Katharina Grosse. Hay un montón de artistas jóvenes que trabajan acá el arte textil. Pero es difícil elegir. Quizás artistas más viejos como Sheila Hicks, pero al final uno va agarrando cositas de varios, no te diría que tengo un solo artista favorito.
¿Qué le dirías a la gente en Chile para que se acerque a conocer tu trabajo? Entendiendo que estás en Estados Unidos.
Hoy en día con las redes sociales se hace más fácil. Mi Instagram es Denise Treizman y, en general, es la mejor forma de seguir mi obra. Mi página es www.denisetreizman.com.
Tengo un estudio en un lugar que se llama Laundromat Art Space, si están por Miami y me quieren visitar, feliz de que me contacten.
¿Cuáles son tus proyectos a futuro?
Tengo varios proyectos importantes en carpeta. En enero del 2024 voy a tener mi primera exposición individual en un museo, en el Coral Springs Museum of Art (Coral Springs, FL) está a 40 minutos de Miami, un poco más hacia al norte. Es un espacio súper lindo, así que estoy feliz y ansiosa por eso. En el 2025 voy a tener también otra muestra individual en otro museo que se llama Wiregrass Museum of Art, (Dothan, AL).