Por Javiera Hojman
Las Barbies fueron protagonistas de mi infancia en todos sus formatos: muñecas, accesorios, películas animadas, incluso un libro de Mattel en que se recopilaba la historia de las distintas muñecas de la marca. El cariño que les tengo a estas muñecas (siempre ligado a la contradicción de la crítica por la imposición de ideales de belleza femeninos) me llevó a ver la película con muchísimas expectativas, que, sorprendentemente, fueron cumplidas. Barbie es un filme crítico, con un mensaje social importante combinado con sentido del humor, guiños al mundo de los juguetes que conocemos, y muy buenas decisiones de fotografía.
No es una película para niños. La protagonista, Barbie Estereotípica, debe salir de su vida perfecta en Barbieland para resolver una “descomposición”, un problema vinculado con el mundo real que tiene consecuencias en ella: sus pies se vuelven planos, empieza a tener celulitis y a desarrollar ideas de muerte. Con esta motivación, Ken y ella viajan a nuestro mundo y ven la gran cantidad de diferencias, especialmente en términos de los roles de género, y eso despierta muchas emociones que ninguno de los dos había conocido anteriormente.
La película juega mucho con los estereotipos. Las Barbies son muñecas superficiales y básicas, con personalidades ególatras y que en todos los otros sentidos son perfectas, con algunas contadas excepciones: las muñecas que han sido descontinuadas porque no se vendían bien, que se salen de los moldes. La muñeca embarazada, la muñeca adolescente que desarrolla cambios hormonales, la que tiene una pantalla incorporada en la espalda, son todas ediciones de Barbie que en la vida real existieron y no tuvieron éxito, y que en la película son lo más parecido a personas inadaptadas. Lo mismo pasa con el gran personaje de la Barbie Rara, una muñeca con la que jugaron bruscamente, lo que generó que su estética fuera mucho menos tradicional que el resto y la puso en un lugar de aislamiento.
Debo confesar que disfruté tanto los primeros minutos de la película, mirando el día a día de Barbie en Barbieland, que lamenté que tuviéramos que mover la trama a un lugar tan poco agradable como nuestro mundo real. Las rutinas bellamente coreografiadas, los gestos de los personajes, los cambios de ropa, la voz en off narrando, todo eso tiene un efecto hipnótico y muy satisfactorio. Este universo paralelo contrasta tanto con el nuestro que, cuando aparecen personas y calles reales, la sensación llega a ser incómoda. La película da un espacio interesante para comparar nuestra sociedad imperfecta y conocida con este mundo ficticio, perfecto, pero para nada apetecible.
Barbie toca temas profundos, complejos, pero los enfoca desde una perspectiva lúdica y humorística. Esa es una combinación que puede salir muy mal, pero en este caso salió muy bien. Se habla de feminismo, patriarcado, imagen corporal, obsolescencia con la edad, trastornos psicológicos, sin pretender abordar en exceso, de forma respetuosa, y nos involucra en la situación de la protagonista.
Tiene momentos enternecedores, y también momentos cómicos y absurdos. Lograron hacer de forma muy acertada el paso del drama a la comedia, y el espectador no se distrae de la trama ni de las reflexiones que nos presentan en ningún momento, porque todo ocurre a un ritmo rápido y en una atmósfera muy atractiva. Los personajes están bien construidos, son complejos ―incluso en la superficialidad que algunos parecen tener― y van evolucionando a lo largo de la película.
Es interesante el rol de la empresa Mattel en la película, y la forma en que, claramente, se involucraron en la producción de la historia. Es un espacio intermedio entre Barbieland y el mundo real, en que los personajes no son exactamente muñecos, pero tampoco son totalmente humanos. Se mueven en coreografía, hablan de forma similar a la de las Barbies, y sus personalidades parecen ser tan estereotípicas como las anteriores. No son exactamente los villanos, pero tampoco son los buenos. Toda su aparición parece una constante broma interna, un guiño permanente entre los productores de la película y los creadores de la muñeca, e incluso se hacen referencias al machismo dentro de la Compañía y a su antigua polémica por evasión de impuestos. En algunos momentos la cantidad de espacio que se les da es excesivo y parece un poco forzado, y la incorporación de Ruth, la creadora original de Barbie, no cumple con su objetivo de emocionar, sino que más bien distrae de la muy bien construida historia que ocurre en paralelo. Las muñecas no necesitaban a los humanos para avanzar con la trama, pero los involucraron de todas maneras.
Excepto por esos detalles específicos, la película Barbie es un gran acierto. Evidencia muchísima preocupación por los detalles, un juego constante de interacción con el espectador y con su mundo. Se juega con lo conocido, con lo que vivimos y amamos en nuestras infancias, y me parecería muy interesante saber cómo es la experiencia para una persona que no haya dedicado su infancia a jugar con Barbies. De todas maneras, con o sin ese cariño de base, es una película buena y bien lograda. Desde el momento en que se relata que las Barbies creen que son las impulsoras del feminismo en el mundo real hasta el discurso emotivo y doloroso de America Ferrera, es una película compleja, entretenida y llena de acción, dirigida a un público impulsado por la nostalgia. Les recomiendo indudablemente que busquen la ropa más rosada que tengan, junten sus muñecas, y le dediquen un tiempo.
Ficha técnica
Título original: Barbie
Directora: Greta Gerwig
Estreno: 20 de julio
Duración: 154 minutos
Elenco: Margot Robbie, Ryan Gosling, Will Ferrell, Simu Liu, America Ferrera, Ariana Greenblatt
País: EE.UU.
Distribuidora: Warner Bros