Crítica de teatro “Casi normales”: Teatro musical fuera de lo normal

Por Isabel Agurto

Casi normales (Next to Normal) es un musical espectacular que se estrenó en el Off de Broadway en 2008 y un año después saltó al circuito comercial con gran éxito de público y crítica. Se puede decir, sin miedo a equivocarse, que revolucionó el género musical, ganando tres premios Tony ―entre ellos a la mejor música original― y el Pulitzer en 2010. Luego de estrenarse en más de veinte países, por fin llegó a Santiago de Chile, específicamente al Teatro Municipal de Las Condes, de la mano de la compañía Darshan Teatro, bajo la dirección general de Ramón Gutiérrez y la dirección musical de Francisco Kamei, donde se sigue presentando hasta el 19 de noviembre.

Casi normales es un musical como no hemos visto antes en Chile, se distancia de todo lo que se había hecho en este género. Su argumento cuenta la historia de Diana (Elvira López), una mujer que vive con trastorno bipolar y los efectos catastróficos que este diagnóstico provoca en su familia. La obra también toca otros temas igual de delicados, como el duelo, el suicidio, el abuso de fármacos y algunos procedimientos psiquiátricos, presuntamente obsoletos. Temáticas bastante alejadas de las que podríamos esperar en un musical; se trata de asuntos difíciles de abordar y nada superficiales.

Además de su potente guion, lo primero que destaca en Casi normales es la música compuesta por Tom Kitt. Melódicamente, las canciones se alejan mucho de las que estamos acostumbrados a escuchar en los musicales clásicos. Son canciones rockeras en las que casi no existen temas en solitario, la mayoría son a dos voces o a tres, incluso, a cuatro, haciéndolas aún más complejas. Asimismo, los números musicales son espectaculares y conmovedores, y las letras de cada una de las canciones fueron, no solo traducidas al idioma español, sino que, adaptadas con modismos y formas chilenas, lo que las acerca aún más a la audiencia.

En la primera parte destaca especialmente el tema Vivo estoy interpretado por Francisco Dañobeitía ―que da vida a Gabriel, el hijo mayor del matrimonio―. Es un número potentísimo en el que el actor se luce vocal y físicamente, saltando y bailando por todo el escenario y sin desafinar ni una sola vez. En la segunda parte seguimos boquiabiertos, cada número mejor que el otro, por ejemplo, Canta por el olvido, interpretada a tres voces por Elvira López, Néstor Cantillana y María Pedrique. Tiene una melodía preciosa y el ensamble de las tres voces es perfecto. Aún así, mi canción favorita es Soy yo, interpretada a dúo por Cantillana y Dañobeitía, que logra erizar la piel y humedecer los ojos.

La calidad vocal e interpretativa de su protagonista, Elvira López, sobresale en todo momento, su interpretación de una madre que sufre y no tiene tregua por parte de su trastorno mental ―durante las dos horas y media que dura la obra― es impresionante, mientras mantiene un nivel vocal impecable, logra transmitir su dolor de una manera brillante y conmovedora; Francisco Dañobeitía, en su rol de Gabriel, brilla cada vez que sale a escena, por su bella voz y su presencia que llena el escenario; Daniel, el marido amoroso y comprensivo, interpretado por Néstor Cantillana es toda una sorpresa, ya que, si bien conocemos de sobra la calidad y rango actoral de Cantillana, hacer lo mismo cantando y bailando, a ratos, implica otro nivel de talento y como su primer musical, pasa la prueba con creces; la hija, Natalia, es la otra piedra angular que sostiene esta disfuncional familia y, en su piel, María Pedrique se roba las miradas por su carisma, talento y belleza. El Dr. Martínez es interpretado contundentemente por Claudio Ravanal, quien es, a ratos, el villano y, en otros, el salvador. Finalmente, el pretendiente amoroso de Natalia, Enri, es encarnado por Juan Carlos Maldonado, quien entrega el soporte que necesita Nati, con naturalidad, solidez y humanidad.

A pesar de que el tormento de Diana y el dolor que esto causa a su familia consumen gran parte de la energía que vemos en el escenario, también hay espacio para el amor y la esperanza. Aunque se plantean temas muy duros, Casi normales tiene algunos momentos hasta divertidos que ayudan a digerir ese dramatismo latente en toda la historia.

En la obra conviven la ausencia de psicoterapia y análisis del sufrimiento, la pervivencia del uso abusivo de psicofármacos alienantes y el electroshock como alternativa ante la imposibilidad de curar la mente enferma por excesivo dolor del alma. Destaca el gran mérito de arriesgarse a abordar esta temática incómoda, recluida al ámbito privado que desnuda dolores existenciales, en un musical brillante de fórmula efectista en la emoción y empatía del público, y que ayuda a reabrir el debate social sobre qué es ser normal.

Ficha técnica

Título: Casi normales

Título original: Next To Normal

Dirección general: Ramón Gutiérrez

Dirección vocal: Francisco Kamei

Dirección de actores: Phelix Williamson

Dirección de movimiento: Carla Baeza

Dirección de banda: Francisco Kamei

Traducción original: Ramón Gutiérrez, María Pedrique, Francisco Kamei

Elenco: Elvira López, Néstor Cantillana, María Pedrique, Francisco Dañobeitía, Juan Carlos Maldonado, Dr. Martínez: Claudio Ravanal, Dr. Díaz: Juan Diego Bonilla. Ensamble: Carla Baeza, Josefina Bunster, Nicolás Zambrano

Músicos: Alejandro Bustamante (piano), Ítalo Caello (sintetizadores), Felipe Cherubini (batería), Nicolás González (guitarra), Marcelo Herrera (bajo)

Producción general: Darshan Teatro

Producción ejecutiva: Magdalena Bulnes

Producción artística: María Pedrique

Asistente producción: Antonia Fuentes

Diseño integral: Catalina Muñoz

Realización vestuario: Consuelo Pérez

Realización escenografía: Dariela Magallanes

Asistente escenografía: Nicolás Vergara

Realización Escenográfica: Amor Escénico

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