FIDOCS 2023 Crítica de cine “La leyenda del rey cangrejo”: El mito que se vuelve realidad

Por Paula Frederick

Desde sus inicios, el cine nos ha llenado de ilusiones. Como si fuera un juego de espejos, sus imágenes y encuadres ofrecen un despliegue de posibilidades, a veces basadas en la realidad, otras nacidas de la imaginación más fructífera. La magia, dicen, está en creer. Tener fe en lo que se ve, como parte de una dimensión paralela que, aunque solo ocurra en la pantalla, enriquece nuestras vidas reales. Algo similar pasa con la tradición oral. Esa práctica que por siglos alimentó la literatura, el arte, las creencias populares y la construcción social de las comunidades. Sin pruebas, sin documentos, sin aval. Solo fe en la historia que se cuenta.

La leyenda del rey cangrejo, de Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis, se alimenta de esta interacción. De la tradición oral que nutre el mito, de la realidad más cruda que tiene su base en un comportamiento humano. Además, es una película en viaje, que explora en profundidad la psicología del paisaje y de la mente, como si fueran el mismo objeto de estudio. La fusión entre ser humano y su entorno, como parte orgánica del cuerpo cinematográfico.

Todo parte en el presente, pero con una fábula. Un grupo de cazadores viejos, que se juntan en una cantina a beber vino y resucitar viejos relatos. “Ocurrió a fines del ochocientos o inicios del novecientos. En Vejano, existía el hambre. Había solo príncipes y pobres…”, enfatiza el narrador. Luego, prosigue a contar la historia, y nosotros a verla en pantalla: Luciano (Gabriele Silli), es el hijo del médico del pueblo. O quizás, dicen algunos, el primogénito no reconocido del príncipe de la localidad. Borracho y sin norte, mata accidentalmente a su amante durante una revuelta contra la nobleza. Para pagar su crimen, se ve obligado a exiliarse en la isla más remota del mundo, en la Tierra del Fuego de Argentina. La búsqueda del tesoro de un naufragio escondido en la isla se convierte en su única oportunidad de redención.

En medio a una naturaleza que siempre toma ventaja sobre el hombre, el protagonista es exiliado de su natal Sant’Orsio, para ser arrojado a las antípodas de la civilización. Un pasaje directo de los Apeninos a los Andes, despojado de su pasado e inmerso en una dimensión inhóspita, salvaje y cruel, acentuada por una impecable fotografía de Simon D’Arcangelo. Mientras vive su condena, Luciano se funde de manera simétrica con el territorio de Tierra del Fuego, en una suerte de reencarnación.

La interpretación magnética de Silli y la forma en que es retratado, remiten también a la tradición pictórica. Cada escena podría ser un cuadro. Luces y sombras de Caravaggio, semblantes trágicos y seres mitológicos de Goya, rebelión, infierno y apocalipsis de El Bosco. El espíritu de Luciano es el de un artista truncado, un retratista de la realidad y el paisaje cuya creatividad no puede ver la luz, producto de un destino trágico que lo obliga a cambiar de dirección. Solo le queda vivir de las imágenes que el pasado dejó en su cabeza y reconstruirlas de manera onírica. O quizás, olvidarlas definitivamente.

El filme de Zoppis y Rigo de Righi va entrelazando dos dimensiones paralelas: el relato oral que transcurre fuera de campo, y la historia que transcurre dentro del encuadre. Así, funde de manera orgánica una suerte de realismo mágico con la reconstrucción antropológica de un tiempo pasado real, sus dinámicas y su territorio. Como si se tratara de un trabajo de campo, con observación científica y ribetes de mitología, el filme se aproxima de manera certera a la evolución natural de la soledad del ser humano, que tiene como telón de fondo el llamado “fin del mundo”, nombre profético que acentúa aún más esta condición.

La leyenda del rey cangrejo se nutre del documental, pero a su vez se aleja, para transformarse en una peregrinación entre ficción y realidad, donde las imágenes revelan la trayectoria del mapa reconstruido. Para hilvanar este tejido, se entrecruzan anécdotas de cantina y memorias fragmentadas con narraciones que permutan en el traspaso oral, diluyen su fondo y adquieren nuevas formas. Así, se vuelve un homenaje cinematográfico a la vida en la naturaleza abierta italiana, a los terrenos descampados entre pueblos y tabernas, los senderos infinitos enmarcados por cipreses cuyo trayecto es más relevante que el destino. Ese ecosistema es una tela receptiva y dócil, donde se conjugan de mejor manera la imaginación, la mitología y la historia arraigada a la tierra.

Tradición y fábula hacen de la película un producto particular e inclasificable. En La leyenda del rey cangrejo triunfa el sentido de la creación, para ofrecer una sólida propuesta en la que se aúnan la herencia visual de grandes documentalistas con el ejercicio de imaginación ficcional. Sobre todo, pone de manifiesto el valor de la imagen. El proceso de elección de cada fragmento, el tiempo que se toma la cámara en capturarlo, la perspectiva desde donde se observa, los colores, las texturas. Los territorios indómitos que el cine vuelve eterno. Los paisajes naturales que parecen inertes, pero susurran historias del pasado que resuenan en nuestro presente.

Ficha Técnica

Título original: Re Granchio
Dirección: Alessio Rigo de Righi, Matteo Zoppis
Guion: Alessio Rigo de Righi, Matteo Zoppis
Música: Vittorio Giampietro
Fotografía: Simone D’Arcangelo
Reparto: Gabriele Silli, Maria Alexandra Lungu, Severino Sperandio
Duración: 100 min.
País: Italia
Año: 2021
FIDOCS 27 funciones especiales

 

 

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