Por Coté Álvarez Franco
Si bien el dicho reza que el diablo está en los detalles, aplicarlo a El demonio entre nosotros a modo de juego de palabras sería una generosidad. Esto porque apelar a los detalles supondría que a gran escala la película da luces de prender motor, lo que no sería fiel a la verdad. De lo micro a lo macro y al revés, el director británico Lawrence Fowler arma un espectáculo exiguo hasta el punto de la frustración. No es cuestión de detalles; aquí, el diablo habita todos los espacios.
Tras el mega reciclado recurso del dramático flashback de infancia para imponernos preguntas, conocemos la historia de Margot (Michaela Longden), una mujer atormentada por un trauma de larga data que la tiene ad portas de volver a ser internada. Decidida a confrontar el origen de este suplicio, ella retorna a su antiguo hogar en compañía de su esposo Mason (Tom Millen), revelando en el proceso que todo se remonta al asesinato de su hermana menor Evie ocurrido en la misma casa.
En su búsqueda de respuestas, tratando de refrescar su memoria bloqueada, Margot pasa el tiempo entre las tétricas paredes abandonadas de esta mansión donde creció, y donde hoy definitivamente habita el hostil fantasma de su hermana que no se cansa de asediarla. Es más, esto ya se anuncia en el título original, que habla del fantasma que está allá adentro –The ghost within-. Así, el metraje avanza entre apariciones y desapariciones de Evie mediante jumpscares que, a la tercera vez, ya parece un desafío de beber alcohol cada vez que pasa.
El problema neurálgico de la película es que no tiene nada que ofrecer, nada que justifique su más de hora y media de duración, porque el zangoloteo de Evie por la casa nunca alcanza a ser una sorpresa, y entonces el resto es paja molida. ¿Pero qué hay de su asesinato? Es ahí donde apunta la trama, que no deja duda sobre la inocencia del padre que asumió la culpa. Si no fue él, ¿quién? Pues la infidelidad del marido y la incredulidad de un investigador de fenómenos paranormales que la mujer contacta, rellenos que transcurren mientras Evie y Margot juegan a las escondidas, aportan poco para cimentar el camino hacia la gran revelación que iguala el impacto de un globo desinflado.
Sin identidad propia, el filme se construye en base a un ramillete de lugares comunes: la madrastra cruel, el personaje de rostro desfigurado, la máscara perturbadora, la casa embrujada, el mal marido, la amante codiciosa, el espíritu endemoniado que por razones desconocidas gusta mucho de arrastrarse y apoyar las manos dedo por dedo, y la fotografía nebulosa como pasada por un filtro otoñal. Sin equivocarse; estos clichés acusan debilidad, pero no tanto como la dirección que les da vida. Después de todo, el recurso del lugar común es validable si está bien utilizado. Aquí, no obstante, es desaprovechado con representaciones de cuarta categoría.
Longden logra sacar la cara por su oficio, aunque eso signifique mostrar una desesperación que puede obedecer tanto a su sufrido papel como a su propio sentir ante un proyecto insalvable de su pobreza autoral. Sin ideas, sin visión, de ejecución burda y hasta aburrida, El demonio entre nosotros peca de asumir que basta con copiar y pegar con los cambios mínimos para que no se den cuenta. Pero una dirección deficiente, a diferencia de una que al menos roza la nota azul, nunca pasa colada.
Ficha Técnica
Título original: The ghost within
Director: Lawrence Fowler
Reparto: Michaela Longden, Rebecca Phillipson, Tom Millen, Simon Davies
Año: 2023
País: Reino Unido
Duración: 103 min.
Estreno en Chile: 23 de noviembre
Casa Productora: Fowler Media
Distribuidora: New Century Films Chile