Por Jorge Arriagada
Entrar al cine es una actividad misteriosa. A pesar de que sabemos qué veremos, entramos a un lugar oscuro donde solo nos guían las luces del suelo, hay muchas personas y tenemos que encontrar un asiento. No sabemos tampoco que precederá a la película que fuimos a ver. Será un comercial de alguna marca, el trailer de tu película favorita del año o avisos sobre respetar las reglas del cine. Cuando finalmente estás instalado y todo comienza, el resultado satisface.
Así se siente la nueva película de Aki Kaurismäki, Hojas de Otoño, estrenada recientemente en Chile.
Entrar sin saber nada de la trama o su director puede resultar decepcionante cuando, empezada la película, te das cuenta que nada pasa y todo pasa. Pero para quienes admiran este arte y no se quedan solo con películas de acción o de taquilla, Hojas de Otoño puede ser una increíble pausa. Decir que no es una película para todos es subestimar al espectador, porque todos deberían verla.
La historia de un hombre y una mujer aburridos de sus trabajos que se cruzan y enamoran muy a su manera, te deja en un estado alterado, muy propio del mundo de Kaurismäki. Todo pareciera ser más lento y pacífico. El efecto se termina cuando uno debe salir de la sala y vivir el mundo habitual de la ciudad, aunque afuera, de repente las cosas requieren mucha más observación. Ese es el ritmo que predomina en la película, con escenas largas a veces con mucho diálogo, a veces con poco. El gran trabajo del elenco, cuyas emociones parecen reprimidas, completan este ambiente extraño pero sincero, muy diferente del mundo real o lo que creemos que es. Alma Pöysti, quien interpreta a la protagonista, Ansa, fue recién nominada a mejor actriz de comedia o musical en los Golden Globes, y tras su gran interpretación de esta mujer tradicional y práctica deja abierta una posible nominación a los Oscar.
Por otro lado, la paleta de colores y la iluminación acompañan este ambiente que es lo más parecido a asistir a una obra de teatro cuyo escenario tiene diferentes montajes alrededor, y los personajes solo se mueven entre ellos. La casa de Ansa es el principal, donde sus deseos surgen y desaparecen entre luces muy dirigidas, al igual que otros espacios. Da la impresión de asistir a un mundo donde todo está pensado con meticulosidad, desde la arquitectura, la iluminación, los colores de las paredes y la ropa.
El amorío entre Ansa y Holappa se ve interrumpido por varios obstáculos, y verlo desarrollarse tan fácilmente es lo interesante de esta relación, que hacia el final tiene diversos giros, uno más satisfactorio que el anterior.
Un evento atraviesa la película que puede parecer inconexo pero no indiferente para los personajes: la guerra en Ucrania. La información sobre los constantes bombardeos a Mariúpol y la cantidad de heridos y muertos llegan a través de la radio, que siempre está para molestar a sus oyentes y termina siendo apagada. Los personajes están conscientes de aquello que perturba su existencia, casi como si estuvieran en otro planeta, pero prefieren ignorarla. Es curiosa la mención de este hecho que marcó el 2022, ya que solo aparece en la radio y no parece afectarles, queda solo como una noticia más. Quizás confirma que para Ansa y compañía hay otras cosas más importantes, y buscar la felicidad es una de ellas.
Hojas de Otoño entrega su propia realidad y la presenta de manera simple pero eficaz, para dar cuenta de que a veces solo hace falta esperar para lograr lo que queremos. Fue quizás también el objetivo de Kaurismäki, que deleita con una de las mejores películas del 2023.
Ficha técnica
Título original: Kuolleet lehdet (Hojas de Otoño)
Dirección y guion: Aki Kaurismäki
País: Finlandia, Alemania
Año: 2023
Duración: 81 minutos
Distribución: Mubi