Por Emiliano Díaz
Durante el primer Festival Aprender de Recoleta, conversamos con Gabriel León, doctor en biología celular y molecular. Producto de un reposo obligado a raíz de una lesión, comenzó a escribir un blog mensual sobre divulgación científica. Cuando el blog llevaba activo más de cinco años, surgió la posibilidad de convertirlo en un libro, La Ciencia Pop. Así, comenzó un camino que lo llevaría a publicar más de diez libros desde 2017 hasta hoy.
¿Qué son los mocos?, ¿Por qué los perros mueven la cola?, ¿Por qué me sigue la luna?, entre otras curiosas preguntas son respondidas en su largo catálogo literario, que ha cautivado la mente de innumerables niños y niñas a lo largo del país. Periódicamente Gabriel da charlas y conversatorios en colegios para responder las preguntas más rebuscadas que los más pequeños puedan hacerle.
Además de aterrizar la ciencia para todo público en sus libros, Gabriel se ha hecho un espacio en los medios de comunicación y participa en la radio Rock&Pop y es anfitrión del podcast La Ciencia Pop, en el que durante aproximadamente 30 minutos, en cada capítulo nos cuenta una historia sobre la ciencia, narrada de una forma dinámica y entretenida.
Una lesión te llevó a abrir un blog sobre ciencia, ¿Ahí descubriste que se te daba fácil comunicar y aterrizar la ciencia o es algo que fuiste mejorando con el tiempo?
Yo creo que lo descubrí ahí, pero me di cuenta de que era algo que ya tenía. Me acuerdo, por ejemplo, que en la universidad cuando había que presentar un trabajo, mis compañeros me pedían que lo hiciera yo; cuando iba a congresos científicos y presentaba mis trabajos me iba siempre muy bien; cuando tuve que hacer clases mientras estaba en la universidad también lo hacía bien. El blog me sirvió para darme cuenta de que tenía una habilidad que era muy valorada fuera de la academia, que dentro de la academia era una herramienta que podía ser más o menos apreciada, pero que en el caso de querer comunicar ciencia y mostrar lo que se hacía dentro de un laboratorio, explicar cosas complejas en palabras sencillas, era una habilidad fundamental. El blog me sirvió para darme cuenta de eso y para cultivar esa habilidad, porque evidentemente cuando comencé a escribir en el año 2011 escribía de manera completamente distinta a la que tengo hoy día, y eso también fue un aprendizaje propio, de irse dando cuenta de las cosas que hay que mejorar y llegar a escribir algo que hoy sí me parece entretenido, agradable, que se puede leer. Es parte del entrenamiento que uno tiene.
De ese blog sacaste tu primer libro, ¿Volviste a publicar en ese blog o te metiste de lleno en el mundo de los libros?
No, después de los libros nunca más volví a publicar en el blog, lo dejé. Canalicé todo el ímpetu creativo en los libros, porque además fue muy intenso, entre 2017 y el 2022 publiqué diez libros, entonces, era tan intenso el trabajo editorial que de verdad cualquier otra cosa era súper difícil de hacer, cada vez que tenía ganas de escribir lo hacía pensando que eventualmente eso se iba a convertir en un libro.
No te consideras un divulgador, sino que un comunicador científico, ¿Cuál es la diferencia entre estas disciplinas?
La divulgación de la ciencia es un ejercicio vertical, el que sabe le explica al que no sabe, que está abajo. Y como ejercicio vertical es unidireccional, es muy parecido a lo que ocurre en una sala de clases, estás enseñando. La comunicación de la ciencia es un ejercicio horizontal, tú discutes con otro que puede saber cosas respecto a lo que estás discutiendo, que puede tener creencias al respecto, que puede pensar cosas sobre ti. Entonces hay otros factores muy complejos que están vinculados con la teoría de la comunicación y que hacen que este ejercicio vertical desaparezca. Finalmente, tú no vas a enseñar, vas a persuadir, conversar, discutir. En ese ejercicio yo me di cuenta de que lo que hacía inicialmente efectivamente era divulgación científica, el blog era un blog de divulgación, pero hoy yo ya no me considero un divulgador científico sino que un comunicador de la ciencia.
¿Cómo te tomas el hecho de que niños y niñas se fascinen con tus libros? ¿Es un halago para un comunicador que los niños no solo los entiendan, sino que les guste?
Absolutamente. Yo creo que es un público súper complejo, no solo porque hay que adaptar lo que tú vas a tratar de contarles, sino porque además son exigentes, quieren aprender, entretenerse, pasarlo bien, reírse. Tienen altas expectativas con respecto a lo que van a leer, por lo tanto, es un ejercicio complejo a un público súper complejo, mucho más con la ciencia. Tener ese nivel de éxito con ese público en particular es súper halagador.
Continuamente das charlas en colegios, ¿Qué valor le das a que niños y niñas puedan preguntar para aprender cómo funciona el mundo a su alrededor? ¿Tuviste tú esa instancia?
La tuve, pero con un nivel más contenido, porque el que preguntaba en clases era el ñoño, el nerd, el que molestaba, el que atrasaba la clase. Porque hay un currículo, una pauta, hay un itinerario que hay que cumplir, es como si fuera una fábrica, una fábrica de estudiantes, por tanto, hay una pauta que hay que cumplir de una manera súper clara y cualquier interrupción traba el proceso. A mí me parece que contar con estos espacios en los colegios es fantástico, porque justamente das espacio para que esas preguntas que están ahí atoradas, que esperan el momento adecuado, salgan. Y se convierte en una catarsis, entonces, las charlas son cada vez más cortas, para darle espacio al tiempo de preguntas. Para mí se convierte en algo catártico y me he dado cuenta de que a los estudiantes también les encanta, porque nunca me quedo así como: «¿preguntas?» y en silencio, siempre hay muchas manos levantadas, y a medida que van saliendo las preguntas el resto se entusiasma, siempre hay que cortarlas. Uno se da cuenta ahí que hay un ansia gigante por validar que tu pregunta sea contestada, que es interesante.
Para terminar, ¿Crees tú que la ciencia encontrará una respuesta para todo tarde o temprano?
No. Yo creo que la ciencia nos va a permitir entender el mundo cada vez mejor, pero a medida que aprendemos nos vamos dando cuenta de que todo es mucho más complejo de lo que esperábamos y pensábamos. Tengo la sensación de que el conocimiento absoluto no existe, ciertamente cada vez sabemos más del mundo, pero de ahí a entenderlo todo, me parece que queda fuera del alcance de la ciencia.