FESTIVAL APRENDER Entrevista al escritor Felipe Cussen “No conozco otra manera mejor de enseñar lo que me interesa que mostrándolo”

Por Victoria Abaroa

Para su proyecto de tesis, el doctor en Humanidades, Felipe Cussen, pasó meses estudiando las razones por las que la poesía se considera un género literario difícil de entender. Después de ello pasó 20 años investigando obras artísticas vinculadas al concepto de la nada y el vacío. A partir de la primera investigación, Cussen participó, junto a Marcela Labraña y Macarena Urzúa, de la escritura de un libro titulado Quién le teme a la poesía (2019) y posteriormente publicó La Oficina de la Nada (2022). Junto a este par de textos, Felipe ha publicado más de 20 libros, algunos disponibles gratuitamente en su página web, y cientos de cartas al director que se han publicado en diarios como La Tercera, La Últimas Noticias y la Segunda.

Además de desempeñarse en el campo de la escritura, Cussen desarrolla música experimental. De hecho, en la charla que realizó, en el marco del Festival Aprender, el académico mostró un par de sintetizadores. Junto a ello presentó un libro interactivo, compuesto por sonetos recortados, y una caja con legos. A través de estos elementos, Cussen analizó sus procesos de aprendizaje y creación de forma paralela. Haciendo hincapié en el estudio minucioso de diversos estímulos externos y la reapropiación de estos.

¿Cuál fue tu principal aprendizaje en esta investigación del hermetismo en la poesía?

Si tuviera que resumirlo en algo, es que se trata de un problema de expectativas simplemente. El gran aprendizaje del estudio es que la comprensión no es el fin del poema necesariamente, a diferencia de otros tipos de texto. Por ejemplo, si escribes un artículo periodístico y no se entiende, ahí hay un problema. Un poema, en cambio, puede no entenderse y no pasa nada. De hecho, siempre la comparo con la música: podemos escuchar una canción en japonés, que no tenemos idea qué significa, y la disfrutamos igual, ¿por qué no tenemos una relación de ese tipo con los poemas? Esa es la pregunta que me hago. A raíz del tema hicimos un libro con Marcela Labraña, Macarena Urzúa y un par de amigos más, que se llama Quién le tema la poesía. Son ensayos cortos para cómo perderle el susto al género. Ese es un problema que me apasiona.

Tu libro más reciente habla sobre la nada. ¿Cómo llegaste a ese tema?

Hace 20 años tuve una clase de un curso que hizo Victoria Cirlot, la que después fue mi tutora, sobre la negatividad en la poesía de los trovadores y la poesía contemporánea. Partimos leyendo un poema de un trovador del siglo XXII que comienza con él diciendo “voy a escribir un poema sobre nada”. Ese fue mi primer interés. Después hice un proyecto FONDECYT sobre esto, y en el fondo la pregunta es ¿Cómo representas la nada? Uno podría decir que no existe, pero la verdad es que si lo hace, porque existen libros que tratan de dar cuenta de la nada. Al final uno estudia los libros, no estudia la nada misma.

¿Cómo lo hiciste para descubrir nuevas obras que hablaran de la nada?

Tuve que armarme un marco teórico muy heterodoxo y mezclado, por eso me tomó tanto tiempo. Fue una mezcla de buscar personalmente por aquí y por allá, y de escuchar recomendaciones de otros. Una vez busqué la palabra “nothingen Amazon, y de repente llegué a un libro y ese me llevó a otro. Lo mismo pasa con los artículos, en los que un autor cita a otros dos o tres más que uno conocía, y así va.

¿Uno puede decir que aprendiste algo de la nada?

Sí, mucho. El principal aprendizaje que tuve a lo largo del proceso fue bien inesperado. Mi primer interés, esto proviene de la teología negativa, dice que Dios no se puede decir nada o que incluso Dios es como una nada, era encontrar artistas que de alguna manera aludieron a eso. No obstante, a lo largo del proceso salió otro tema, con el que no contaba previamente, que era la relación entre la nada y la plata. Lo interesante ahí es que cuando uno, por ejemplo, le quita el contenido a un libro, lo que hace es que emergen todos sus condiciones materiales, pero además sale a la vista toda la lógica de cómo funciona, cómo circula, cómo se vende, cómo se publica, etc. Cuando sacamos lo que está en primer plano, aparece todo lo que permite que el libro funcione, y para que lo haga se necesitan materiales, espacios donde desarrollarse, un circuito artístico que lo valide y un mercado.

Con respecto a la escritura en periódicos, ¿dirías que has aprendido algo a partir del rechazo de un texto? Lo pregunto porque hay entrevistas en las que has dicho que de las cartas que mandas no te publican ni la mitad.

Es bien aleatorio. O sea, de partida no conozco a los editores, una vez hablé con uno por correo pero no sé quién recibe las cartas, y me tinca que a veces han cambiado. Muchas veces mandaba la misma carta a varios diarios, en unos me la publican y en otros no, porque tienen distintos perfiles, pero es un poco aleatorio. Yo ya tengo mi estilo y sé las que me salen mejor, eso ya lo tengo más medido, pero no siempre ocurre que las publican. A veces por motivos de espacio.

¿Tus clases como docente son tan ilustrativas como tu exposición durante el festival? Lo pregunto porque mostrarte hartas cosas mientras dabas la charla.

Sí, me gusta todo eso. Este semestre hice unas clases de arte generativo, y me costó harto, porque creo que lo que propuse en el curso estaba bien lejano a los intereses de las y los estudiantes. Sin embargo, en una clase, como a la mitad del curso, llevé los sintetizadores y tocamos. Siento que ahí hubo algo que encajó, y entendieron porque hacía tanto hincapié en algunas cosas. También hay clases en las que, por ejemplo, muestro softwares de música electrónica y cómo funcionan las cosas, porque, como tema, me atraen mucho los procedimientos, los soportes, las tecnologías, y no conozco otra manera mejor de enseñar lo que me interesa que mostrándolo. A veces son cosas que van a ser muy experimentales y raras, pero tienen una dimensión super concreta: si haces esto, y pones este cable acá, pasa esto.

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