Por Victoria Abaroa
Delicadas piezas de porcelana en tonos pastel cuelgan en una esquina del stand 4, de la Feria Ch.ACO, perteneciente al Colectivo Confluencia. De lejos, las obras se perciben como elementos decorativos, pero al acercarse a ellas, y leer los textos que las acompañan, es posible descubrir su función como artefactos que buscan generar una advertencia respecto al medio ambiente. Así, la artista Pía Aldana se sirve del arte de manera estratégica, cautivando a los espectadores mediante formas seductoras que gatillan un espacio de profunda reflexión.
Tus obras tienen una alta presencia de elementos naturales ¿ese interés proviene desde tu infancia o surge en un momento posterior?
Siempre he tenido un vínculo súper cercano con la naturaleza. Sin embargo, creo que en este momento histórico se hace urgente relevar al medio ambiente, instalándolo en el centro de la conversación. Esto porque, mediante nuestro excesivo extractivismo, hemos suscitado una serie de desequilibrios significativos. Tenemos que recordar que los seres humanos no tenemos la hegemonía de lo sintiente, pues compartimos espacio con muchos otros seres, a los que hemos devastado de una manera considerable. Por lo que, de forma muy consciente y reflexiva, trabajo grandes cuerpos de obra en torno a la naturaleza.
¿Alguien te ha comentado alguna vez que siente que ve el mundo que le rodea de manera diferente después de contemplar tus obras?
Hay un comentario muy lindo que me llegó en una exposición que hice el año pasado, en donde había un gran cuerpo flotante y muchas especies, tanto de flora como de fauna. Recuerdo que una señora dejó un mensaje en el que contaba que, desde muy pequeña, ella le había tenido pánico a la naturaleza. No obstante, al entrar a mi muestra se sintió en calma. Yo creo que eso es algo súper importante. Además, considero que los textos que acompañan a mis obras también contribuyen a la reflexión.
¿En qué sentido contribuyen?
Creo que es un complemento fundamental, porque yo sé que estoy haciendo obras transversalmente bellas, y agregarles textos me permite adicionar una capa discursiva ética. Cuando las personas se empiezan a vincular y entender a partir de ellos, es cuando se abren las otras capas de reflexión. Por eso también hago evidente, en algunas obras, el título de la misma. Por ejemplo, aquí hay una que está en un antiguo frasco de caramelos, que contiene muchos fragmentos de microescultura cerámica, y la obra se llama Caramelos del extractivismo, presentando una ironía evidente. También hay otra obra, que se llama Un bosque que resiste, en donde también la etiqueta es muy evidente, y da cuenta de lo que pasa con las forestales y mi territorio.
¿Cómo dirías que se relacionan la materialidad de tu obra con el fondo?
La fragilidad de la cerámica escultórica refleja la vulnerabilidad de nuestro medio ambiente. Trabajar con arcilla implica manipular materia viva que experimenta una transformación al ser sometida al horno, pero inicialmente es una materia viva. En este sentido, creo que desde estas perspectivas se establece una conexión profunda con mi objetivo de promover la necesidad de reconocer, problematizar y amar nuestro entorno natural.
Me llama la atención el montaje, por ejemplo, tienes esculturas suspendidas en el aire. ¿Organizaste la disposición espacial por tu cuenta?
Yo creo que cada artista va configurando el espacio de acuerdo con su experiencia previa, y de acuerdo con las obras específicas que va a instalar. En mi caso, todas las piezas forman parte de proyectos más amplios. Por ejemplo, el conjunto completo de las esculturas aéreas que se muestran aquí consta de más de 200 componentes, aunque en esta ocasión solo se exhiben 35. Todos los artistas adaptamos nuestro trabajo al espacio disponible, buscando dialogar con nuestros colegas al crear una experiencia estéticamente armoniosa para el público que visita la exposición.
¿Cuál es tu razón para trabajar, principalmente, con colores pastel?
Ocurre que los grises coloreados te permiten dos cosas: primero, que las personas se detengan por más tiempo, y segundo, que tomen más atención a la forma. Si te fijas, mi obra está llena de detalles y taxonomías, porque cada planta tiene una forma muy particular. A menudo, cuando vemos un follaje, parece todo una cosa unida, pero si te acercas te das cuenta de que hay cientos de especies que son muy particulares y únicas. Al eliminar el color y detenerme en la forma, busco que las personas tomen atención en ellas. Para lograrlo, también recurro a modificar la escala, por ejemplo, las semillas de romerillo en su estado natural miden 5 milímetros, yo aquí las presento en un formato de 15 centímetros.
¿Con quién crees que más resuenas de tus compañeros en el Colectivo Confluencia?
Creo que mis tres compañeros de aventura y yo logramos confluir, aunque resonando de maneras distintas. Con Isidora Lackington, compartimos el enfoque en la cromaticidad; con Marianella Bascur Anselmi, nos une el vínculo con la naturaleza; con Alme Yutronic, coincidimos en la narrativa de contar desde escenas fracturadas, reconociendo que también cuento a partir de fragmentos. Nosotros, como seres humanos, no recordamos totalidades, sino fragmentos de pensamiento. Por lo tanto, creo que nos hemos conectado muy bien los tres, y que la totalidad de la muestra de nuestro stand funciona de manera armónica. Estamos muy contentos y contentas con el resultado.
Feria Ch.ACO
Centro GAM
21-24 Marzo