Por Paula Frederick
Estamos en un gimnasio de Nuevo México, plena década de los 80. Las paredes están llenas de posters de hombres y mujeres musculosos, restos de sudor y frases escritas con letras grandes. Declaraciones motivadoras, optimistas y uno que otro lugar común. Entre ellas, una se destaca. Parece marcada a fuego y anticipar el devenir de las protagonistas: “El destino es una decisión”. Convicción y fuerza son dos cosas que se funden en Amor, mentiras y sangre. Por un lado, Jackie (Katy M. O’Brian), sueña con llegar a Las Vegas y ganar el primer lugar en un concurso de fisicoculturismo. Mientras mantiene fija la mirada en su objetivo final, Jackie hace una parada en el camino. Ahí conoce a Lou (Kristen Stewart), la taciturna dueña del gimnasio, hija de un traficante de armas locales (Ed Harris) a quien detesta. La potencia fulminante del encuentro entre Jackie y Lou convulsiona y se transforma en amor, pero también desencadena una violencia descontrolada que se expande como una onda a su alrededor.
El segundo largometraje de Rose Glass sigue una cierta tradición Lyncheana, al mostrar como cuerpo cinematográfico personajes que se desdoblan, entre lo que proyectan y lo que son realmente. Humanidad y caricatura, verosimilitud y fantasía. Como si no pudieran hacerse visibles sin que su sombra también aparezca. Esa sombra que crece y abarca todo a su paso, mientras se contrapone al neón, a lo sintético, a las luces incandescentes de una dimensión que parece hecha de basura y plástico. La cultura trash de la América profunda se respira en cada escena, en cada close-up a un cerro de latas de cerveza, un pedazo de pizza añejo, un cenicero rebosante de colillas, una pared carcomida por el moho. Los fragmentos de la cotidianeidad crean un relato paralelo, que subrayan la idea de decadencia, de precariedad, de un “destino” que probablemente no tendrá un final feliz. Estas imágenes se intercalan con primeros planos de los rostros sudorosos de Jackie y Lou, sus ojos inyectados en sangre, sus miedos y fantasmas, pero también una mirada incandescente que sobrepasa cualquier obstáculo del camino. Así, la directora construye un relato coherente entre imagen y fondo, que comprueba la unión inherente entre los personajes y su entorno.
El cine de Glass se despliega como un caleidoscopio, donde conviven distintas dimensiones. La tragedia griega, en su expresión más clásica, se presenta a través de la condena de la sangre, el padre destructor cuya fuerza centrífuga hace que su hija no pueda evitar seguir sus pasos. Pero aún en un entorno adverso, la directora logra darle luz a una historia de amor que sobrepasa la muerte, cargada de sexo, lágrimas y sentimientos. La película que probablemente verían los protagonistas de Sexo, mentiras y video de Soderbergh en su reproductor VHS. No es casualidad que la historia esté ambientada en los 80, ya que hay una intención de mirar el pasado como si fuera una maqueta. Algo que podemos observar con distancia, incluso transformar en caricatura, pero que al mismo tiempo despierta sentimientos de nostalgia y familiaridad.
Así como la energía de sus protagonistas, el entusiasmo de la película a veces se desborda, con escenas que rozan el cine gore y otras que no suman al todo. Pero son momentos fútiles, que se diluyen y no opacan un ritmo que se mantiene firme, y logra cargar la balanza hacia un resultado fascinante. Una experiencia que recuerda esos sueños inconclusos, donde vivimos aventuras improbables para luego despertar en el mismo lugar en que nos acostamos. Así como la vida en un pueblo perdido en medio de la nada, con sus limitaciones y su monotonía, donde el sueño de movilidad es solo una ilusión.
Amor, mentiras y sangre, con todo su vértigo y complejidad, deja una sensación confusa. Podría ser una película romántica, una tragedia griega, un filme noir en su más pura expresión o incluso un relato de horror. Una suerte de Frankenstein postmoderno, al mezclar géneros, estilos y emociones. Una oda a su dupla protagónica, que rompe corazones, cánones y huesos, se mete en el epicentro del poder local y derrota a todo hombre que se cruce en su camino. Quizás, sea inclasificable. La única certeza que queda es la de haber visto algo sorprendente, que luce su musculatura en todo su esplendor y podría transformarse en una película de culto.
Ficha técnica
Título original: Love Lies Bleeding
Dirección: Rose Glass
Guion: Rose Glass, Weronika Tofilska
Elenco: Kristen Stewart, Katy O’Brian, Jena Malone, Anna Baryshnikov, Dave Franco, Ed Harris
País: Reino Unido
Duración: 104 minutos
Año: 2024
Distribuidora: Cinetopia
En salas desde el jueves 2 de mayo