FESTIVAL DE CANNES Entrevista al director de “Algo nuevo, algo viejo, algo prestado”, Hernán Rosselli: “Cuando alguien cuenta su vida siempre tiene una especie de aliento épico”

Por Gabriela Bravo desde Cannes

El director argentino Hernán Rosselli se presenta en la Quinzaine des Cinéastes del Festival de Cannes con su película Algo nuevo, algo viejo, algo prestado donde retrata la vida de una familia de quinieleros.

La quiniela es un juego de apuestas clandestinas que se desarrolló mucho en Argentina y que provocó la creación de pequeñas mafias que se encargan de la recaudación del dinero.

La cinta es una mezcla de videos documentales caseros y ficción que cuenta la historia de la familia de Maribel, donde la madre tuvo que hacerse cargo de la quiniela luego que su esposo muriera.

Culturizarte pudo conversar con el director Hernán Rosselli en Cannes

¿De dónde nace la idea de su película?

Soy amigo de Maribel- la protagonista- desde hace muchos años, ella es una vecina de mi barrio, tenemos muchos amigos en común. Es artista visual y en un momento me comentó que su papá la había filmado, y a su familia durante muchos años.

Tenía muchos casetes de VHS, que había filmado desde 1985 hasta el 2000. 15 años de registro. Un día me trajo algunos de esos casetes pasados a DVD y los vimos juntos. Fue un shock muy grande. En principio porque pude reconocer, sobre todo en las primeras grabaciones, el Buenos Aires de cuando yo era chico. Y esa especie de Buenos Aires de la vuelta de la democracia. Me sorprendió cómo estaba filmado. No eran las típicas home movies. No había un registro azaroso, había una idea de puesta en escena, había planos. Entonces le dije: «Este material es impresionante, pensemos en hacer algo juntos».

No sabíamos qué, podría haber sido desde un videoclip de una banda de rock indie hasta un documental más testimonial. Le dije: «Lo primero que quiero hacer es entrevistar a tu viejo y a tu vieja, a ver qué piensan ellos». Me junté con cada uno de ellos por separado, hablamos un poco de la vida, y en esas reuniones siempre surgía el cine. Hugo –el padre- había querido estudiar cine y no había podido. Era una especie de vocación que había quedado frustrada. Hablábamos de películas, y de las películas que hablábamos eran lo que yo llamo grandes éxitos de la clase trabajadora, suburbana, generalmente hijos de inmigrantes italianos o nietos de inmigrantes italianos. El Padrino, GoodFellas, Érase una vez en América. Ahí me di cuenta de que muchas de estas películas tenían esta especie de estructura paralela donde se cuenta la fundación de una familia y a la vez un presente en crisis o la decadencia de esos sueños de proyecto inicial, y que era una estructura posible y que ellos quizás podían actuar.

Tenía muchas ganas de volver a filmar una ficción. Les planteé esa posibilidad y ellos aceptaron, temerosos de no saber si podían cumplir con el desafío. Maribel había estudiado actuación y estaba envalentonada con aceptar el desafío, con sus padres era un desafío muy grande. Y así fue. Fue un proyecto que fuimos filmando en diferentes etapas. Cada una con una especie de apuesta de dificultad más ambiciosa.

¿Hay algún tipo de película en la que te hayas basado?

Más formalmente, más contemporáneo. La influencia para mí más directa es esa, como de ese tipo de películas. Érase una vez en América de Sergio Leone, y sobre todo la segunda de El Padrino, que tienen esta estructura paralela, que hacia el pasado se cuenta, que es lo que pasa cuando uno habla con alguien. Yo siempre escribo y trato de escribir haciendo entrevistas, aprendo mucho de los cronistas argentinos.

En la Argentina hay una tradición de la crónica muy grande y virtuosa. Por ejemplo, en la película hace una pequeña aparición Ricardo Ragendorfer y Rodolfo Palacios, que son escritores que se dedican a la crónica periodística y para mí es una forma muy alta de literatura. De ellos aprendí del arte de la investigación. Escribo así, como si fuera un cronista. Me junto con gente y charlo sobre su vida y cuando ellos hablan, enseguida aparece una especie de aliento épico.

Cuando alguien cuenta su vida siempre tiene una especie de aliento épico muy fuerte, por más prosaico que sea ese relato, que es, para mí, la fuerza de la vida. Uno se abre paso, tiene proyectos, sueños, formar una familia, dedicarse a algo en una vocación, con diferentes grados de intensidad. Hay algo de ese tipo de películas, sobre todo la segunda entrega de El Padrino y Érase una vez en América, que tienen ese aliento épico.

Esa es la influencia cinematográfica más fuerte. Por supuesto que esa influencia de los clásicos aparece desdibujada porque para mí, lo interesante es hacer colisionar esa referencia genérica que uno tiene en la cabeza, que entre en tensión con la realidad argentina, con elementos del cine documental, del que yo estoy muy influenciado, sobre todo porque trabajo como montajista.

Nos puedes explicar ¿Cuál es la importancia de los quinieleros? Que es algo muy argentino.

Es de origen napolitano, es casi una subcultura. Incluso en La Quiniela existe el libro de San Cono, que es un libro donde uno pueden asociar los sueños a un número. Eso está en las agencias de apuestas, incluso de las agencias de apuestas del Estado.

Por ejemplo, si sueñas con un loco eso está asociado al 22. Como una serie de imágenes icónicas que pueden aparecer en sueños, eso está asociado a un número con el que uno apuesta. Me parece que hay una especie de poética proletaria ahí, con las aspiraciones de clase. Eso es de origen napolitano. En Nápoles existe también un libro que se llama La smorfia. Tiene una influencia muy grande en algunos países de América, sobre todo, en Estados Unidos y Argentina. En Estados Unidos es la base de cualquier estructura mafiosa. Es la recaudación mediante las apuestas deportivas y de lotería. Por ejemplo, el personaje que interpreta Robert De Niro en Mean Streets, la segunda película de Scorsese, es como un corredor de apuestas.

¿Y esto es muy fuerte en Argentina?

Sí, es muy fuerte. Para mí es una forma de precapitalismo. Lo que pasa siempre con esas actividades es que se empiezan, por un lado, a blanquearse. El Estado, mediante la lógica del Estado de bienestar, las asimila y las blanquea, crea una lotería nacional y ese dinero es asignado a la beneficencia. En parte funciona como caja para la política, para las campañas electorales, en negro. Por otro lado, las asimila el capital mediante, por ejemplo, las apuestas de internet, que ahora están muy en boga y son un poco polémicas porque generan mucha adicción en la juventud y, de alguna forma, se terminan blanqueando. Para mí lo interesante de eso, no es lo ilegal, es cómo funciona el capital, como primero empieza al negro, una especie de acumulación y cuando acumula cierto capital con el excedente logra blanquearse. Legalizarse.

Lo que tiene de particular para mí esta historia es que está liderada por mujeres. En un universo que es muy masculino, las protagonistas son dos mujeres.

Sí, eso apareció un poco de improviso, supongo que inspirado en cierto espíritu de época. Pero también estaba en el material, porque cuando yo vi el material por primera vez, Hugo, al filmar esta especie de fundación de su familia, el primer factor que aparece es el enamoramiento casi hipnótico que tiene con Alejandra, que es una mujer muy bella, entonces él la filma insistentemente. Ella, muy joven, un poco tímida y reacia a ser filmada. Lo que a él parece estimularlo a filmarla más. Por lo que ella es la protagonista indiscutible de ese material.

Al ver eso dije: “Esta es una película con una protagonista femenina”. Al ser amigo de Maribel me daba cuenta de que en un tiempo presente esa protagonista también iba a ser Maribel. Los dos elementos y el desafío para mí iba a ser hacer una película de mujeres siendo hombre, en este contexto, que todo el tiempo hay una tensión entre los masculino y lo femenino. Incluso dentro de la estructura de La Quiniela. Porque las mujeres son las que se dedican a la administración.

Yo me acerco al mundo de La Quiniela porque cuando mis viejos se separan, el chino Sabela, que es un capitalista del juego muy conocido en mi barrio, se acerca a mi mamá, que se había quedado sola en una casa de clase media con dos hijos. Y él le dice: “Cualquier cosa que necesites, contá conmigo”. Entonces mi vieja empezó a trabajar como data entry, organizando una oficina que computaba apuestas, y los quinieleros necesitan en la administración generalmente la complicidad de mujeres que se separaron o que son viudas. Necesitan de la complicidad de vecinos del barrio. Generalmente ese trabajo lo hacen las mujeres en la administración y los hombres son como el brazo ejecutor, armado. Como la OTAN del mundo de la quiniela. Me parecía interesante: “¿qué pasa si las mujeres se ven en la situación de tener que ejecutar el poder?”. Tener que lidiar con los pasadores y correos de la organización.

Porque es un mundo viril, se habla de la violencia, pero no hay violencia visible.

Es como que al principio existe una especie de ejecución del poder más carismática. Pero que por momentos puede surgir la violencia directa, en algunos casos.

Hay mucho diálogo, mucha intimidación y sometimiento, sin necesariamente llegar a la violencia. Pero sabemos que está.

Sí, sabemos que está. A mí me gustaba eso de sugerirla, más que tener la necesidad de verla, que apareciera en forma oblicua. Un poco eclipsada.

En tu película también se habla de la corrupción. Ellos saben que están fuera de la ley. Sin embargo, tienen toda una red que los protege para que no vayan a la cárcel.

La expresión que se usa en la literatura policial o lo que se llama «gambling studies» se hacen connivencia con la policía. Eso me parece interesante también, porque ahora hay un fenómeno nuevo en Argentina que es que aparecieron las bandas de narcotraficantes. No sé si cárteles, pero al menos organizaciones de narcotraficantes. Algo que es muy común en Latinoamérica, aunque no tanto en Chile o en Argentina. En Buenos Aires generalmente se dice que no existe la organización mafiosa porque la policía ocupa ese lugar.

Lo que me contaba la hija de un quinielero de zona sur que pasa es que, por ejemplo, su abuela empezó por un accidente biográfico a dedicarse a la quiniela. Armó su pequeña organización de forma muy humilde y tranquila. Pero cuando uno empieza su organización, y empieza un pacto de silencio con la policía, eso habilita otras actividades, si querés vender droga podés, incluso trata de personas. Si te lo ofrecen y vos no aceptás quedás en una situación un poco comprometida con la persona con la que estás dialogando. Esa misma connivencia con la policía empieza a habilitar otras actividades y cuando uno empieza a vender droga la violencia escala muy rápidamente. Porque la competencia ahí sí es muy, muy, muy violenta. Cuando el gobierno que asume se pone más o menos moralista, queriendo asimilar la actividad criminal al gobierno anterior, se produce un cambio de movimientos de fichas en la estructura de poder. Eso también genera mucha violencia.

¿Qué le parece a usted lo que está pasando con el cine argentino en estos momentos? Con el cierre del INCAA.

Es una situación muy angustiante. Es algo que se viene gestando desde hace años mediante operaciones mediáticas, asociando una crisis económica innegable, como un fracaso del proyecto del Estado de bienestar al funcionamiento de una casta cultural que pareciera llevarse los fondos públicos, que podrían mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Eso es algo que se viene instalando desde los medios hace tiempo. Con la llegada al poder de Javier Milei, un gobierno populista de extrema derecha, que tiene una prédica completamente irracional sobre el funcionamiento de la sociedad. Y que el pago de los impuestos es la base de la sociedad como la conocemos y de la distribución de la riqueza es una especie de delito o de actividad criminal. Mediante esa predica irracional están haciendo un ataque mediático muy grande. Muy macartista en algún punto, porque asocian a la administración del fondo público a un pensamiento de izquierda radical. Paralizaron completamente el INCAA. Mediante esta operación lo único que lograron fue unirnos. Toda la comunidad cinematográfica está unida y expectante a ver qué puede hacer.

Es difícil porque, por ejemplo, en este momento se está planeando una actividad desde Cannes, pero es un evento de cierto lujo y privilegio. Entonces con el malestar social que hay en Argentina nosotros ahora volvemos. Viajamos con mucho esfuerzo, una parte del elenco pudo viajar haciendo eventos como rifas. Pero tenemos que volver. Nos encontramos en una situación laboral precaria. Pero desde acá tener que denunciar, es una situación un poco delicada. Entonces hay que encontrar la forma de comunicar y persuadir de que la sociedad no va a mejorar si se cortan los fondos públicos, si no lo contrario, se va a producir desocupación y una pérdida del entramado cultural y de identidad de un país, que va a ser invaluable.

Ficha técnica

Título: Algo nuevo, algo viejo, algo prestado

Género: Drama

País: Argentina

Año: 2024

Duración: 100 minutos

Director: Hernán Rosselli

Elenco: Maribel Felpeto, Alejandra Cánepa, Hugo Felpeto

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