Por Gabriela Bravo desde Cannes
El reconocido actor francés Daniel Auteuil es un habitué de la alfombra roja del Festival de Cannes ya que se ha presentado en nueve ocasiones como intérprete, incluso ganando el premio al mejor actor masculino por la película L’huitème jour (El octavo día). Sin embargo, esta es la primera vez que sube las escaleras del Palacio del Festival como director.
Como parte de la selección Función Especial del Festival de Cannes, Daniel Auteuil presentó la película An ordinary case (Le fil) que relata la historia del abogado Jean Monier quien luego de años de no querer meter los pies en un tribunal criminal, decide defender a un hombre acusado de haber matado a su esposa.
La película se pasea entre el drama y el thriller judicial, haciendo hincapié en la sicología de los personajes. Por un lado, un abogado que cometió un error en su carrera y que busca a todo precio redimirse, y por otro, un padre de familia completamente descolocado por el crimen que se le imputa y qué no sabe qué hacer para que sus hijos no se queden solos o terminen en manos del Sename francés.
An ordinary case está basado en hechos reales y es protagonizada por Daniel Auteuil en el rol del abogado y Grégory Gadebois en los zapatos del acusado.
Culturizarte tuvo la oportunidad de reunirse con el director y actor en Cannes.
¿Por qué haber esperado tanto tiempo para dirigir una película?
Es la quinta película que dirijo, pero es la primera que me implicó tanto. Mis primeras películas fueron de Marcel Pagnol, así que estaba bajo las órdenes de ese genio, también dirigí obras de teatro. La productora, Nelly Auteuil, me trajo esta historia que me pareció que era una gran oportunidad y me puse a escribir. Por esto creo que es una película que se parece más a quien yo soy porque impliqué mucho de mi persona.
Podríamos decir que los abogados lo persiguen o ¿es lo contrario?
Es el segundo rol que hago de abogado, pero el anterior no hacía un alegato. En esta película el abogado está muy implicado.
En ninguna escena de la película se pronuncia la palabra feminicidio, ¿fue algo voluntario?
Es un crimen horrible, no sé si es un feminicidio, no lo sé. No fue voluntario, solo que en el juicio no existía ese vocabulario. Durante la escritura hubo un momento en que pensamos llevarlo por ese camino, pero no era lo que yo quería contar. Lo que yo quería mostrar era la deriva sicológica de un abogado frente a estos hombres y mujeres que parecen formidables, pero que son unos monstruos, pero cuando uno es abogado, los monstruos no existen, ya que toda persona tiene derecho a una defensa. Era la condición humana lo que me interesaba.
¿Cuál fue su preparación para el rol del abogado?
Asistí a algunos procesos, en especial en el tribunal donde se rodó la película. Fui al juicio en apelación de un tipo acusado de haber violado a su hijastra entre los 8 y los 12 años, algo absolutamente horrible. Esos tres días de juicio despertaron en mí las ganas de estar lo más cerca posible de esa lucidez y verdad, es decir, en ese proceso no hubo en ningún momento una teatralidad, presenciamos el horror absoluto, ese que hiela la sangre. Es por eso que esos juicios se hacen a puertas cerradas. Fueron tres días espantosos y terribles.
Lo que me interesó fueron dos personas, el abogado que iba a defenderlo sin tener pruebas ni móvil y el abogado que iba a acusarlo sin tener pruebas no móvil. Me interesó lo que llaman “la íntima convicción” que permite que sin pruebas irrefutables, se pueda designar un culpable.
Entre el personaje del acusado y su personaje de abogado se establece una relación afectiva importante, algo que difiere de las películas estadounidenses donde los abogados son fríos y distantes. ¿Es algo que había planificado?
No, es seguramente porque soy francés (ríe). Llevé a los personajes lo más cerca mío, porque no sé hacer de otra manera, yo soy muy afectivo, seguramente hubiese sido un mal abogado, pero como actor me puedo permitir de defender monstruos. El único paralelo que hay entre los abogados y los actores es el talento, si soy un mal actor los periodistas van a escribir malas críticas, pero si soy un mal abogado mi cliente puede irse 20 años preso, no corremos el mismo riesgo.
Usted uso la palabra teatralidad, una sala de tribunal es un teatro extraordinario, con sus reglas y su liturgia. ¿Cómo utilizó todo esto?
Justamente, prohibí todo eso. No quería que fuera ni un documental ni una película extravagante sobre la justicia, quería que estuviera lo más cercano de lo que pasaba por la cabeza de los personajes, que fuéramos transportados a una suerte de deriva, de sueño o de pesadilla por esta historia que nos inspira e hipnotiza, y que no fuera de un realismo total.
¿Cuál fue su método para escribir la historia y los personajes?
Había leído la noticia que hablaba de este caso, pero me mantuve alejado porque estaba buscando un hilo que pudiera tirar para entrar en esta historia. Al principio quería que fuera un joven abogado, ya que quien escribió sobre esto fue Maître Mô, un joven abogado que murió hace dos años. Pensé mucho cómo poder entrar en esta historia hasta el día en que me di cuenta que si yo interpretaba al abogado podía aportar elementos de mí mismo que harían creíble al personaje. Le entregué al personaje lo que conozco de mí, que es una fortaleza y una debilidad, es decir, este exceso de sentimentalismo o de afectividad.
Una cosa es que un abogado pueda defender a su cliente y otra cosa es creer que su cliente es absolutamente inocente. El hecho de yo estar en esa posición, en la película, va a permitir que a lo largo de estos tres años podamos entablar una amistad y generar una confianza entre nosotros, que hará que nuevamente yo me entregue en cuerpo y alma para defender a esta persona.
La elección de Gregorie Gadebois en el rol del acusado, ¿va este mismo sentido que usted describió anteriormente?
Si porque es como un niño, tiene esos bellos ojos azules, parece muy gentil. Quería que fuera como esas personas que vemos en la televisión, que cuando hay un homicidio e interrogan a los vecinos, todo el mundo dice: “No puede ser si era muy simpático y caballero. Nunca hubiésemos pensado una cosa así de él”.
¿Utilizó algún tipo de referencia cinematográfica para hacer su película?
No tiene nada que ver con mi película, pero para mostrar la emoción que representaba tuve en mente La Verité de Henri-Georges Clouzot, también por todo su aspecto sofocante. De manera inconsciente copié una escena, cuando sacan a Brigitte Bardot porque está teniendo una crisis, y hace poco volví a ver la película y me dije: “Mierda, hice la misma escena en mi película”.
Lo que me interesaba mostrar es que todos los días hay crímenes horribles, que no los cubren los medios de comunicación ya que son casos pequeños que suceden en las provincias. Tenía ganas de mostrar este pequeño tribunal y gente común y corriente.
¿Cómo fue el trabajo de ser director y protagonista al mismo tiempo?
Visto desde el exterior parece complicado, pero nunca he podido hacerlo de manera diferente. Tengo la impresión que al estar en el ojo del huracán, me acerca a los otros. En todo caso, necesito estar cerca de mis actores, tuvimos mucho tiempo de ensayo. Quería que cada vez que un personaje se expresara estuviera en un tal paroxismo que las actuaciones no fuesen nunca planas. ¿Pero cómo lo hago? Me preocupo mucho por los otros y como soy el director hago una o dos tomas, salgo y continúo el rodaje.
Además de su carrera como actor y director, ha comenzado una carrera de cantante, ¿Por qué tomó esta decisión?
Hago conciertos hace tres años, pero lo que me impulsó fuertemente es que me puse a escribir mis propias canciones. El hecho de cantar mis propias canciones me hizo sentir legítimo.
¿También sintió esta legitimidad al dirigir? Esta vez usted fue mucho más lejos, ya que incluso co-escribió el guion.
Más allá de la legitimidad, hay muchas razones para hacer una película, pero particularmente con esta creo que era lo que tenía que hacer, fue algo muy fuerte, tenía muchas ganas de contar esta historia, no sé por qué.
Con respecto al guion, es una película que tiene una preocupación por los diálogos, por la palabra.
Lo que me interesaba con respecto a la palabra era defender a alguien que no tiene acceso a las palabras. El abogado es la última persona que se pone al lado de él y es el único que le presta su voz. Es una película sobre la palabra y la verdad, o mejor dicho, las verdades.
¿Tiene otros proyectos en vista?
Tengo varias ideas en mente. Espero poder recomenzar esta aventura dentro de un año con una adaptación.
Ficha técnica
Título: An ordinay case/ Le fil
Género: Drama
País: Francia
Año: 2024
Duración: 115 minutos
Director: Daniel Auteuil
Elenco: Daniel Auteuil, Grégory Gadebois, Sidse Babett Knudsen