Por Carla Oriely
A veces, cuando nos preguntamos que nos evoca la naturaleza, generalmente cuesta llegar a una idea concreta. La magnificencia de este concepto permite llevarnos al sentir, que es más fácil, pero a la hora de transformar su significancia en algo puntual o en otra cosa, es desafiante, pero no imposible. Es lo que Kuroshio, (corriente negra en japonés) ha logrado. Esta puesta en escena en movimiento, inspirada en el fenómeno natural de las corrientes marinas que cruzan hacia el océano y pasan por Japón, es una co-creación entre los coreógrafos Claudia Vicuña (Chile) y Mathieu Guilhaumon (Francia).
La danza, que en esta ocasión es interpretada por el Ballet Nacional Chileno, parte evocándonos la inmensidad que, a juzgar por el título, es la del océano, y la de los océanos en general. El colectivo andante va tomando ritmo poco a poco, consiguiendo abarcar todo el espacio posible en el escenario, pareciendo maniquíes que van transformándose lentamente, y a ritmo de cuerdas, en una horda de peces, y luego en sirenas, con pasos que se van copiando entre sí. Los movimientos oscilantes, van marcando una vibración de asimilación acuática, haciendo que la noción del tiempo se pierda, provocando en el espectador, un estado hipnótico leve, donde no se llega a perder el interés, sino todo lo contrario.
Es sabido desde tiempos inmemorables que esta forma de expresión es un instrumento de conexión multiverso que se origina en lo propiamente físico. Sin embargo, su larga data de transformaciones lo han hecho tener distintas finalidades, incluso distintos estudios que hacen cada vez, tener distintas miradas sobre este arte. La dicotomía entre la danza como forma de expresar el folclore y la cultura, y como forma de manifestar el arte y el espectáculo, siempre ha estado presente.
La contemporaneidad de Kuroshio, es innegable. Es desde finales de los años 1940, que la danza moderna pasa a llamarse danza contemporánea en contexto de que las técnicas modernas dejan paso a la mezcla de estilos. También, de que ya lo académico forma parte de multi influencias, y estas se diversifican por todo el mundo en formato de escuelas. En este caso, la puesta en escena nos regala uno de los tópicos principales por lo que puede clasificarse así, la idea predominante por sobre una historia sucesiva, inmersa en un diálogo entre el cuerpo y el estímulo que provoca pensar en las corrientes de mar. La intensión sensorial es lograda en plenitud.
Los recursos de luz y sonido ayudan a transmitir la importancia de la naturaleza para con la sociedad. La música, a cargo de la compositora Graciela Muñoz, nos transporta mediante los instrumentos de cuerda, acentuados en violín, chelo y piano, hacia la fluidez, el dinamismo e incluso el estancamiento que el agua puede tener según su camino, este efecto se refuerza con un acabado trabajo de luz que oscila, junto al son de los cuerpos danzantes, en tonalidades verdes y amarillas, y en un deslumbrante juego de sombras como clímax de la presentación.
La experimental representación de este fenómeno natural está potenciado por un trabajo en conjunto sublime, que logra traspasar la gran escena ofrecida hacia los espectadores, quienes, en completa admiración, logran formar parte de la misma, con un exquisito respeto omnisciente y profundo sentido sensitivo, dejándose guiar por lo nuevo y fresco que se revela ante sus ojos, que, a pesar de verse simple y por lo tanto, sujeto a una concesión errónea, resulta sorpresivo y enriquecido de una sólida fuerza, tal como lo es la naturaleza.
La austeridad de Kuroshio aporta en creces la intención de sus creadores, nos lleva a reflexionar sobre la importancia de lo pulcro a la hora de querer contener lo que es invisible para, a posteriori, transformarlo en visible, así como las corrientes marinas de las cuales se inspira.
Muy recomendada para quienes quieren dejarse guiar por las vibraciones de un sentir único. Vibraciones que solo la danza puede hacer realidad y, sobre todo, si se es entusiasta de descubrir un mundo vivo distinto bajo un misticismo irrepetible.
Ficha Técnica
Título: Kuroshio, corriente negra
Duración: 45 min
País de origen: Chile
Año de estreno: 2024
Producción: Teatro Universidad de Chile, Ceac
Coreografía: Claudia Vicuña (Chile) y Mathieu Guilhaumon (Francia)
Elenco de baile: Ballet Nacional Chileno
Música: Graciela Muñoz
Diseño y realización vestuario: Carolina Vergara
Coordenadas
Jueves 27, viernes 28 y sábado 29 de junio
19:30 hrs.
Venta de entradas: Boleteria y Ticketplus
Teatro Universidad de Chile, Ceac (Centro de Extensión Artística y Cultural)
Av Providencia 043, Santiago, Chile