Por Trinidad Quinzacara
Historias reales, literatura, injusticias de género y feminismo, son algunos de los principales temas que se encuentran en los libros: Mujer Insurgente (2021), No soy tu Lolita (2022) y Hogar de Brujas (2024), de la escritora chilena Dominique Clarke, que con 24 años ha logrado éxitos en las ventas de sus tres obras. La última, Hogar de Brujas, publicada en marzo de este 2024, invita a adentrarse en el pasado de mujeres de Europa y en la actual vida en Ámsterdam, quitando el velo de romanticismo que se tiene al primer mundo sobre avances en la discriminación. Pero detrás de una narrativa que aterriza vivencias colectivas de mujeres en la ficción, está una mujer activista que lucha contra el patriarcado a través de sus escritos.
Clarke, después de estudiar 2 años en Konstanz, Alemania, vive en Berlín, pero se asentará próximamente en Inglaterra para continuar sus estudios de literatura. Ella conversó con nosotros acerca de sus procesos de creación y nos adelantó algo de sus próximos proyectos de escritura.
¿Cuál es el mensaje principal que esperas que los lectores saquen de tus libros?
Englobar en un mensaje se me hace extremadamente difícil. Porque Hogar de brujas y No soy tu Lolita son ficción y Mujer Insurgente es no ficción. Cada libro cuando lo empiezo a escribir ha partido con un propósito, como con una “llamita” súper concreta. Mujer Insurgente fue con esta urgencia de: “Quiero mostrar historias reales cotidianas que se den en todas las casas de las mujeres”. Y respaldarlo con todo el argumento que siempre te piden porque te cuestionan, por ser mujer y porque tienes que enfrentar al patriarcado en silencio y con una sonrisa en la cara. Después, No soy tu Lolita fue todo este tema con los clásicos que a mí me ardía mucho, y me sigue ardiendo hasta el día de hoy. Porque ahora que estoy en educación superior, en una universidad, en Europa, y que siga teniendo bibliografías de cursos obligatorios sin ni una sola mujer, me parece la cereza de la torta de lo retrógrado. Y Hogar de Brujas nace con todo este tema del genocidio de mujeres no registrado como genocidio, porque eran mujeres y no las consideraban tan relevantes para la historia, y porque eran mujeres solteras con independencia económica y laboral, no subordinadas a un hombre.
Definitivamente me cuesta mucho reducir el mensaje principal que esperas que los lectores saquen de los libros porque todos los libros nacen con este fueguito que es como: “Ok, quiero hablar de esto que no se habla” o “Abrir este diálogo de esto que no se ve”. El tema de la invisibilización de la mujer y de su silenciamiento, yo creo que es como lo que más me llama y que sé que nos enrabia en secreto, pero al mismo tiempo el mensaje que más me quedo es definitivamente crear ese mundo y esas respuestas que me hubiese encantado dar. Que veo que a otras mujeres les hubiese encantado hacer diferente cuando las entrevisto. Me encanta poner en mi ficción las problemáticas del mundo actual con las resoluciones de un futuro feminista. Relaciones super sororas que tal vez no son cercanas a la experiencia de la lectora, pero que le encantaría que para su hija o niñes sea así en su vida. Crear esa, entre comillas, esa respuesta feminista ideal a los problemas actuales. Eso sería si tuviese que resumirlo, solo que cuesta mucho porque se puede llevar específico a cada uno de los libros.
¿Qué es para ti tu escritura? ¿Un desahogo, la búsqueda de una voz? ¿Cómo lo describirías?
La escritura para mí es… ¡Qué extremo va a sonar esto! Pero es todo, no es como una cosa. Ejemplo, lo que publico es una parte, pero tengo una práctica mucho más frecuente de escribir en mi diario. En sí como acto de desahogo, como acto de procesamiento de emociones, como acto de reflexión, en mi diario están todas las ideas para los libros también. Está súper entremezclado porque es un todo. Me gusta tener todo en un cuaderno.
Ahora, definitivamente, con el tema del que estoy escribiendo libros al mismo tiempo, tuve que separarlo y tuvimos que externalizar los escritos a otro cuaderno. Pero a mí me encanta tener todas las primeras ideas, al menos, en mi diario, y mis diarios tienen las maquetas de todos los libros que han habido. Desde Mujer Insurgente hasta los próximos libros, están todos en los diarios de los últimos cuatro años. Entonces, para mí la escritura es un espacio seguro, es un mundo. No es solamente publicar, es el espacio de encontrarse con uno mismo, de procesar, de sentir, de recordar. Son muchas cosas. Creo que eso es lo más cercano que podría poner en palabras lo que significa para mí.
¿Prefieres la ficción o la no ficción? En temas de lectura.
En temas de lectura, me encantan ambas. Debo decir que mi preferencia personal últimamente son las memorias de autoras. Súper nicho este género, pero aprendo mucho. He estado leyendo de Marcela Serrano, Siri Hustvedt y a Malorie Blackman, que es una autora británica negra, que fue rechazada por 80 editoriales y tiene 80 libros publicados y es una máquina. Ella no veía representación de niños negros en ninguna parte de la literatura británica y no entendía. Trajo este tema y fue súper controversial por mucho tiempo. De hecho, en adaptaciones filmográficas le compraban los derechos y las tres protagonistas negras terminaban siendo tres protagonistas hombres blancos. Tremendo. Fue súper inspirador para mí leerlo, porque ella hacía las mismas preguntas que hago en No soy tu Lolita, sobre: “por qué no hay mujeres en estas tramas, por qué no hay mujeres protagonistas, por qué no hay mujeres en esta bibliografía”. Ella se preguntaba por qué no hay personas negras en esta bibliografía, no es lo mismo, pero al mismo tiempo comparte eso de grupo marginalizado, voces marginalizadas, y la resistencia y oposición que hay en el canon.
En el caso de Siri Hustvedt, la ninguneaban cuando, por ejemplo, el marido la referenciaba en un libro y en una entrevista decían: “Su marido se leyó este libro y es un capo”. Y ella diciendo: “No, él referenció una de mis obras, él nunca ha leído ese libro”. Por otro lado, Marcela Serrano muestra el tema del recibimiento de su obra, de su agobio con los tours, con la editorial. Ella se apartó de la escena pública de la literatura. Las conversaciones internas que tiene, sus dudas con lo que escribe, sus no dudas, sus certezas, sus reflexiones. Estoy inclinada por eso porque aprendo mucho y también te sientes súper acompañada. Es una conversación de tú a tú. Ves a una autora y dices: “Mentira que esta autora, con estos tremendos libros, con esta tremenda carrera, tiene estas mismas inseguridades que yo” y “Mentira que a esta autora tan seca la rechazaron chorrocientas mil veces”.
Es súper bonito, pero también la novela me produce muchas cosas. Cambios de opinión, de emoción, de todo. Me hace sentir mucho. Y no sería la persona que soy sin mis novelas favoritas. Mis novelas de fantasía, Cazadores de sombras, Mujercitas, no. Imposible decidirme en términos de lectura. Estoy hablando de mis inclinaciones últimamente y ahí está el porqué. Necesito ambas. Leer la ficción, no sólo por placer, también por educación. Pero al mismo tiempo sé cuándo mi cerebro necesita ficción. Definitivamente es un balance 50-50. Si no, me volvería loca con mucho de la una o mucho de la otra.
¿Y en temas de escritura?
En temas de escritura, prefiero la no ficción. Está difícil. Prefiero la ficción. Me gustan mucho las dos. El proceso que hago con Mujer Insurgente, es entrevistar a mujeres -Para mostrar sus historias en el libro, por eso en su portada se indica “basado en hechos reales”-. Pero siempre estoy entrevistando a gente para las novelas. E igual me encanta escribir novelas porque me encanta la construcción de los personajes, de la trama, respaldar la investigación y hacer entrevistas. Lo que tiene la ficción es que tiene mucha libertad. La no ficción ya no es un personaje que está diciendo su opinión, eres tú y tienes que respaldar lo que estás diciendo. Aunque igual en mis novelas, como soy tan metódica, termino respaldando en APA las cosas que estoy diciendo y postulando. Pero creo que ambos tienen un proceso bello.
Pero de preferencia, últimamente creo que la ficción se me da más fácil porque es un proceso menos riguroso, entre comillas, y más creativo que la no ficción. Ahora estoy tirando muchas cosas de los próximos libros.
La ficción me ha permitido explorar historias que quiero crear con fantasías sobre igualdad de género, con entidades no humanas. Me ha permitido explorar temas que quiero traer sobre la mesa, sobre el amor, el amor heteronormado y patriarcal, sobre la sexualidad, la mujer y el motivo de vida y la felicidad. Así que diría que prefiero la ficción. Pero porque eso lo puedo complementar 100% con mis métodos que uso en la no ficción. Los puedo usar siempre en mi escritura de ficción, pero no puede ser al revés. En la no ficción no se puede hacer un mapa de la trama e integrar a un personaje fantástico, esta historia ficticia, es solamente para un lado.
Cuéntame sobre el proceso de tu último libro publicado, Hogar de Brujas.
Del proceso de Hogar de Brujas, siempre he sido súper detallista, intento ser lo más detallista posible con todo. En el caso del máster de Cecilia, la protagonista, me meto a Google a ver cómo es, cómo son los semestres, qué ramos tienen que tomar. Si voy a hablar de un lugar, me aseguro de saber cómo es. A Ámsterdam fui tres veces, y repetí y volví a repetir el ir a los mismos lugares para preguntar a las personas que estaban estudiando en la Universidad de Ámsterdam. Hablaba con holandeses, para saber cómo es, por ejemplo, que te insulten por cruzarte en la calle con una bicicleta, qué es lo que te gritaría un holandés. No buscarlo en el traductor, sino que preguntarle realmente a un holandés qué es lo que te gritan en la calle cuando te cruzas. Leí libros de autores holandeses, ambientados en Ámsterdam. Yo ni siquiera había pisado el campus de la Universidad de Ámsterdam y tuve que estudiarme los planos, porque en un momento caché que a la protagonista la había mandado a clases en donde estaba la cafetería. Ahí me puse a estudiar dónde son las clases de tal cosa, tal edificio, en dónde queda esto, en qué partes del campus están.
No soy una persona enamoradiza -como la protagonista de Hogar de Brujas– así que les estuve preguntando a personas que se consideraban enamoradizas. Me decían: “Tengo muchas cosas que contarte, a mí me encanta hablar de este tema”. Les encanta hablar del amor, y me fascina porque, nada mejor que una primera fuente. Por ejemplo, yo he trabajado en área de servicio, pero siempre pedía, acá en Alemania, bodega o cocina, lavar platos, hacer la comida, pero nunca en el tema del servicio al cliente, porque en verdad le tengo un respeto gigante al trabajo que tienen que hacer los meseros y las personas en las cafeterías, que lidian en primera persona con la gente. Te topas con miles de cambios de humor, de miles de humores diferentes a lo largo de un día, me parece impresionante y no entiendo cómo lo logran. También para el libro, entrevisté a personas que han sido camareras, que han trabajado sirviendo café. En algo que a mí hasta el día de hoy me intimida tremendamente. Así que eso con el tema de la investigación.
¿Dónde pones la línea de cuánto de ti se ve representado en los libros?
Temprano. Porque mis luchas contra la violencia de género definitivamente han sido un motor para publicar estos libros sobre luchas que vivimos todas las mujeres, pero han sido la inspiración. Sé el acto vulnerabilizante que es publicar tu historia y que la gente pueda escrutinizar y sobre-analizar y desmenuzar como se le dé al gusto. Por eso desde el principio pongo muy encima la línea de: “Ok, vamos a escoger a este personaje, le sacamos un tipo de personalidad tal y oficio que tengo que investigar dónde la sitúa o que tengo que profundizar y a qué mujeres entrevistaré para crearlo”. Para el personaje de Cecilia, de mi tercer libro –Hogar de Brujas– estuve entrevistando a mujeres sobre sus amores y desamores porque eran experiencias completamente ajenas a mí, por ejemplo, hice un personaje que había vivido muchas experiencias amorosas diversas, desde ser patas negras hasta amor homosexual y amor abusivo. Si bien las mujeres tenemos en común que podemos pasar por varios de ellos, es difícil ya haber pasado por todo eso. Entonces quería que todas sientan que tienen sus complicaciones. El amor tiene obstáculos, que hombres no ven, porque a nosotras se nos enseña que es en lo que más valor vamos a tener. Dije: “voy a crear a una protagonista enamoradiza”, que no es una característica que me ha representado a lo largo de mi vida. Pero he aprendido mucho de las personas enamoradizas. Lo que me gusta construir en estos mundos son aprendizajes de personas que he ido conociendo en el camino, a lo largo de mi vida. De personas, personajes también, y llevarlo a una problemática de género actual.
Por ejemplo, Marcela Serrano, en su último libro contaba que, de todos los años que lleva en su carrera, era la primera vez que publicaba en primera persona y desde un principio sabía que no estaba preparada. Cuando lo leí dije: “Algún día voy a contar mi historia y voy a escoger qué contar”. Pero todavía mi historia es para mí, y en eso estamos. Aprendiendo y procesando, pero definitivamente cuando pensé en compartir lo que yo he aprendido en mis experiencias personales, fue como: “Lo haré en un libro muy corto, muy pequeño, de una vez y ya”.
¿Qué consejos darías a otros escritores que están interesados en abordar temas sociales complejos en sus obras?
Sé humilde. Creo que eso es lo más importante. Los mejores autores que conozco, de hecho, las mejores autoras que conozco que abarcan de forma asertiva la política, la literatura, las ciencias, en general, las personas crack en su oficio son definitivamente las que son humildes y que siempre saben que pueden aprender más. Mientras más uno sea consciente de que no sabe, más puede mejorar en su escritura. Lo mismo con los temas sociales. Los temas sociales son temas complejos. No hablar de ellos no va a colaborar con resolverlos, pero al mismo tiempo dárselas de saberlo todo sobre un tema social es sumamente complicado porque siempre hay muchas aristas y uno puede tener una perspectiva súper sesgada.
Como, por ejemplo, desde un principio no me gustaba catalogar mis libros como feminismo, como yo diciendo: “Ese es un libro feminista”, porque quería ver cómo reaccionaban las personas ante el libro y no yo catalogarme, sino qué ver cuál es el mensaje que el libro dejaba, porque si no, ponía un peso súper grande sobre el libro. Hubiera sido como exigirle: “Tiene que representar la lucha feminista”, pero ¿cuál lucha feminista? ¿Es suficientemente interseccional? ¿Es suficientemente antirracista, decolonialista? ¿Abarca las temáticas relevantes para el contexto de Chile? Porque yo también me educo. Pero partí educándome, como le pasa a muchas mujeres desde el feminismo blanco, que es el más canónico, entre comillas, mainstream, desde Simone de Beauvoir, Virginia Woolf, Jane Austen, que son referentes desde la ficción. Pero es una discusión todavía, de si feminista o no. De todas formas, el ser humilde creo que, relacionado a los temas sociales complejos, es importante, yo no me atreví a abordar temas de crisis y guerra hasta el tercer libro porque sentía que tenía que desarrollar más mi escritura para hacerlo. Hasta el día de hoy lo que he hablado es poco, y quiero seguir educándome para seguir abarcándolos cada vez de mejor forma. Más compleja, más informada, pero siempre desde la vereda del “quiero saber más y lo que yo estoy diciendo no es ninguna verdad absoluta”. Siempre puedo seguir expandiéndome y nutriéndome, y cambiar de opinión también.
Definitivamente lo que yo admiro de autores es que siempre sean súper humildes en que pueden seguir aprendiendo, educándose y que no son dueños de ninguna verdad absoluta y que el mundo funciona de tal forma. Yo sé, por ejemplo, el punto, el privilegio desde el que escribo, la educación que recibí, estrato económico, mujer, blanca. Tengo básicamente todos los privilegios que una mujer dentro del ser mujer puede disponer. Cada vez he ido aprendiendo más sobre cómo esos privilegios sesgan mi visión porque vivo una realidad sumamente específica y a la que se le da mucho más acceso para que hable sobre el feminismo, pero no es una realidad representativa para millones de mujeres y para la mayoría, eso también es súper importante.
¿Cuál fue el libro que más te costó escribir? y ¿por qué?
Si hablamos de los publicados, definitivamente Hogar de Brujas porque, aunque siempre intento escribir temáticas más complejas, más ajenas a mí y más diversas y seguir educándome en todo lo que esto involucra, con Hogar de Brujas fue meterme con personalidades que no me agradaban, como Cecilia. Propiamente tal como personaje, a mí no me caía muy bien al principio y era muy peludo escribirla porque no la entendía, partí con: “Voy a escribir un personaje enamoradizo que ha vivido todas estas cosas”. Y no entendía el por qué y no estaba intentando de meterme tampoco. Pero al final la terminé amando, fue como: “Quiero que seas mi amiga en la vida real y que me enseñes lo que me enseñaron todas las personas que entrevisté para poder crearte”. Y a esas personas las admiro y las quiero mucho, me enseñaron mucho en todo el proceso.
Hablando del libro que más me ha costado escribir, dentro de los que se vienen, definitivamente es el cuarto libro, porque es la única vez que voy a hablar de mis experiencias personales con el machismo y el impacto del feminismo y del patriarcado en mi vida. Siempre han habido especulaciones con los libros de “qué es parte de mi vida” y “qué no” y siempre pensé: “No tengo las herramientas suficientes para contar lo que he vivido a nivel personal y que las personas sepan que es mi historia. Cuando tenga las herramientas emocionales, de terapia y de vida, será cuando esté lista. Y ese libro va a salir a la luz”. Y ahora estoy, en parte, escribiendo ese y definitivamente es, yo creo, probablemente el libro más incómodo que vaya a escribir. Porque saber que estás contando tu historia y exponerla así al mundo es súper intimidante. Justamente por la razón por la que antes decía: “Lo voy a hacer”. Hay muchos temas sobre los que no se habla, sobre los que me preguntan lectoras y sobre los que tengo una opinión, que han salido a la luz a lo largo de los últimos años con mi comunidad y en la literatura, y enseñanzas que me ha dado la vida o de mis experiencias con esos temas que decidí: “Va a ser el libro más corto que voy a escribir en mi vida porque quiero decir lo justo y lo necesario acerca de lo que me preguntan o sobre una experiencia que quiero compartir sobre este tema”.
Aún así sea con lo justo, lo necesario y lo preciso, cuesta mucho exponerse. Marcela Serrano que lleva cuántos años en la industria, escribió el único libro de no ficción que recopila entradas de cuadernos suyos durante tres años -Llamado, A vuelo de pájaro (2024)-, el primero en el que ella habla en primera persona sobre ella y entrega una información que nunca había entregado. Eso quedó en papel y tinta. Pero es una contribución tremenda porque no he aprendido de ningún libro de Marcela Serrano como lo que aprendí de su voz, de su sentir y de sus experiencias como autora. Y sé lo expuesto que está uno cuando lo hace, entonces el cuarto libro es, yo creo, que el más difícil que voy a escribir.
De paso que a la par estoy escribiendo otros libros y definitivamente están pensados en un orden por diferentes motivos, también con easter eggs -guiños o mensajes que referencian a otras historias-. Noto la diferencia de que este es el que más me ha costado. Entre los no publicados.
Ficha técnica
Título: Hogar de brujas
Autor: Dominique Clarke
País: Chile
Editorial: Trayecto Editorial
Año: 2024
Idioma: Español
Nº de págs: 284