Por Gabriela Bravo desde París
Hay relatos que aunque venga desde muy lejos parecieran tener un eco en nuestras propias vidas, este es el caso de Ibrahim, la película dirigida por el francés Samir Guesmi que nos invita a descubrir la relación conflictiva que tiene el protagonista con su padre, un migrante argelino en Francia que no sabe leer ni escribir.
Ibrahim es un joven silencioso que vive en un pequeño departamento de París junto a su padre Ahmed, quien vende pescados y mariscos a la salida de un restaurante en el barrio de la Opera. Ahmed ha juntado dinero para poder pagarse una prótesis dental y cumplir su sueño: ser un mozo del restaurante. Sin embargo, este sueño se desvanece cuando lo llaman para decirle que su hijo había intentado robar en un negocio y que debe pagar la mercadería que fue estropeada.
El sentimiento de culpa de Ibrahim lo llevará a tratar de conseguir dinero como sea para poder pagar la prótesis de su padre, comenzando una espiral descendente que lo llevará a lugares que nunca se imaginó.
Ibrahim forma parte de la selección del Festival SANFIC en la categoría SANFIC Educa, es decir, presentada a un público joven para fomentar el aprendizaje y la reflexión en torno al lenguaje audiovisual.
La cinta fue parte de la selección oficial del Festival de Cannes 2020 y alcanzó el más alto reconocimiento en el Festival de Cine de Angoulême, ganando el Valois de Diamante a la mejor película, además de quedarse con los premios al mejor director, mejor guion y mejor música de película.
En exclusiva Culturizarte pudo entrevistar en París al director y protagonista de Ibrahim, Samir Gesmi, quien nos entrega detalles de lo que significó para él hacer esta obra.
Este es la primera película que usted dirige, aunque anteriormente ya se había estrenado como director con un cortometraje. Quisiera saber ¿Por qué eligió abordar el tema de la relación entre un padre y un hijo en su ópera prima?
Ya había contado la relación de un padre y un hijo en el cortometraje que se llama C’est dimanche (Es domingo), que habla de una relación un poco conflictiva. No fui yo quien eligió el tema, fue el tema quien me eligió a mí. Es tal vez la necesidad de reparar algo, una cosa que no existe realmente en mi vida, es decir, una relación más sencilla que la que yo tenía. Me acuerdo de pasajes que escribí para el cortometraje que decían: «Un padre y un hijo en un bar tomándose unas copas y que vuelven a la casa», esas eran escenas que escribía en un cuadernito, antes de que se transformaran en una película.
Primero está el cortometraje donde tejí una historia entre un padre y un hijo que tiene malas notas en el colegio, que le va mal en un examen y tiene que sacarle una firma a su padre que no sabe leer ni escribir en francés, pero le hace creer a que debe firmar un documento para que le entreguen un diploma. El padre no lo va a firmar en ese momento, sino que lleva el documento al café del barrio y lo muestra a sus conocidos. Es ahí que se produce el desastre ya que se da cuenta del engaño. Luego de este cortometraje, me dije que debía seguir dirigiendo y el tema del padre y el hijo volvió a mí. Como que me obsesionaba y es de ahí que nace Ibrahim.
¿La película Ibrahim está dedicada a su padre, Ahmed Guesmi?
Al final de la película aparece la firma de mi padre. Mi papá no sabía escribir en francés. Fue el fruto de la colonización francesa en Argelia, esa era la manera de dominar un país, aculturándolo y evitando que fueran a la escuela. Mi padre fue víctima de ello. Así que yo tuve un padre que no sabía leer ni escribir en francés y me aproveché de eso (se ríe) e incluso hice una película. Me acuerdo que mi papá, cuando firmaba mis cuadernos en la escuela, tenía esa firma un poco infantil, mal hecha, vacilante.
¿Qué tanto de Samir hay en Ibrahim? ¿Cuánto hay de biográfico en su película?
Por supuesto que yo partí desde mí, pero no todo lo que he vivido es interesante para ser contado, por lo que transformo, invento, hago trampa, imagino. La base es que cuento la relación que no es sencilla entre un padre y un hijo, pero creo que hoy también vivimos bajo imposiciones que nos dicen cuál es la forma ideal de amar a sus hijos. Finalmente creo que es muy difícil ser un padre con sus hijos, es como si nos dijeran que solo hay una forma de amar, de tener una relación. Quise dar un testimonio que dijera que en apariencia yo tuve un padre distante y duro, pero que finalmente era un padre que me amaba mucho, incluso más de lo que yo me podía imaginar. Eso quería contar en esta película, detrás de la imagen bruta que mostraba era un padre amoroso.
En su película también aborda la relación de amistad entre Achille e Ibrahim, que parecieran ser jóvenes muy parecidos, pero que en definitiva tienen relaciones con sus familias muy diferentes.
Ibrahim admira mucho a Achille porque ve que él no tiene que cumplir horarios, vuelve a su casa cuando quiere, es libre, no le rinde cuentas a nadie y no tiene una autoridad a quien deba responderle. De la misma manera Achille tiene una admiración que no puede confesar por Ibrahim, porque éste tiene reglas y un padre que le pone límites, tiene alguien que se preocupa por él, que lo ama y que lo espera. Ambos personajes se completan porque a los dos les gustaría estar en la situación del otro. Al final la situación más envidiable no es la que creemos, es así que la quise construir esta relación. Son como hermanos de amistad, donde uno tiene un padre que es severo y el otro no.
¿Cómo logra construir un guion con dos personajes principales tan silenciosos?
Es exactamente eso lo que quería contar, por ejemplo con secuencias como la de un cenicero lleno de colillas. Mi padre no era muy locuaz, no hablaba mucho, pero se comunicaba muy bien, solo que no lo hacía con palabras. Siempre tuve la impresión que mi padre me hablaba aunque no usara muchas palabras. Mi apuesta fue contar una historia con pocas palabras. De manera inconsciente me inspiré mucho de las películas mudas, en cómo lo hacían para contar tantas cosas, esto me permitió ir directamente a lo esencial, no perder el tiempo diciendo cosas inútiles. El silencio no me da miedo, me hace sentir cómodo, al contrario de las palabras.
En este sentido ¿Cómo trabajó el lenguaje corporal de los actores?
Las situaciones que describo y que les presenté a los actores hablan por sí mismas, no les pedí nada en particular a los actores, solo les di un espacio restringido, específicamente a los personajes de Ibrahim y Ahmed, y los hice que se movieran allí. Todo fue muy simple y natural. Cuando uno no se habla estando frente a otra persona, todo toma una dimensión enorme: tomar un vaso, beber o no, rascarse, tocarse el pelo y todo eso a veces está inundado de palabras, pero cuando las palabras no están los gestos nos dicen todo.
El personaje de Ibrahim pareciera que no encontrara su lugar en el mundo, en la película en varias ocasiones otros personajes le dicen: «Siéntete cómodo», pero él no está cómodo ni en el colegio ni en el restaurante ni con la gente.
Es complicado tener 18 años porque él no encuentra su lugar en el mundo, pero lo está buscando. Está todo el tiempo tapado, protegido, en estado de alerta porque el mundo exterior le es desconocido y se da cuenta que hay muchos peligros. Ibrahim no maneja los códigos del exterior por eso observa. Podría decir que es casi un discapacitado de la comunicación, entonces lo que le queda es el oído, el olfato, la vista, por eso observa tanto, tiene mucho instinto. Quise jugar con esos planos en que Ibrahim observa a su padre en su trabajo, me parecía muy cinematográfico. Una mirada puede expresar más que mil palabras, yo recuerdo las miradas de mi padre lo decían todo, el temor, el amor, el aburrimiento. Las miradas también son un lenguaje.
¿Qué le parece que una película tan personal como Ibrahim pueda ser mostrada a jóvenes chilenos?
Con el cortometraje C’est Dimanche viajé a diferentes lugares como Burkina Faso o California y eran los padres que me venían a hablar. Me di cuenta que la historia sobrepasaba el aspecto geográfico ya que sucede en París, Francia y habla de un padre argelino. Al final los orígenes, el lugar de donde uno viene o de donde uno está es simplemente una caparazón, ya que si nos interesamos en la relación de un padre con un hijo es algo que puede llegar a cualquier padre o hijo.
Esto me hace pensar en la poesía de Henri Michaux que nos dice que en lo infinitamente pequeño encontramos lo infinitamente grande. Mientras más hurgamos en la profundidad de su propia intimidad, más accesible se vuelve para todo el mundo. Mientras más eres íntimo, más le hablas al otro. El camino inverso me parece sospechoso, querer gustarle a todo el mundo, porque finalmente «todo el mundo» quiere decir nadie.
La película nos muestra una relación compleja entre Ibrahim y su padre, ya que pese a que este último es la autoridad, es Ibrahim quien debe firmar los cheques y leer el correo a su padre. Diferentes sentimientos se mezclan tales como la vergüenza, el amor y la admiración entre otros.
Sí, Ibrahim tiene vergüenza de su padre que no maneja bien la lengua francesa, que está en la parte baja de la escala social, que no tiene un buen aspecto. Ibrahim se da cuenta que su padre no representa la norma y al mismo tiempo, para él su padre es el más fuerte, el más resistente, es un pilar en el que se puede reposar, es como un roble, duro, en el que también puede hacerse daño, pero sabe que puede contar con su padre. El sabe o, mejor dicho, él va a comprender que todo eso era amor y que su padre hacía lo que podía con los elementos que tenía.
¿Qué cambió para usted pasar de actor a director?
Muchas cosas. Me calmé como actor, creo que antes era un actor un poco febril y ansioso. Entendí muchas cosas, como por ejemplo cómo tener una mirada sobre los actores, los personajes. Me gustó mucho poder proteger a los actores en esta película, me encantó poder darles mi atención, tenía ganas de ayudarlos. Yo sé que el oficio de actor tiene mala fama, pero en realidad nadie entiende lo que es ser actor, se le pide que se aprenda un texto, se le pone en condiciones improbables y se espera de él que haga cosas que nadie sabe cómo hacer. Un director de fotografía que está preparando la luz es algo que todo el mundo entiende, está en su escalera ajustando cosas, todo el mundo espera, el encargado de sonido tiene que ver que no estén pasando autos, es claro para todo el mundo.
Pero un actor vive una soledad enorme en el set de rodaje, es un misterio enorme ya que se espera mucho de él y al mismo tiempo no sabe cómo puede conseguirlo. Un director elige todo, elige la historia que quiere contar, elige cómo hacer una toma, cuando pasar a otra, si queremos que un patalón sea verde o negro, si el personaje va a usar un collar o no. Y todo el mundo viene a verte y te pregunta cosas. Sentí como si una parte de mí que estaba dormida o anestesiada se despertó y asumí completamente mi rol, me puse mi traje de director. Cuando eres actor estás allí, esperas, te llaman, haces tu escena, estás involucrado pero desde lejos, pero el director es quien decide el tamaño de la arena y los actores son quienes van a actuar en ella, tu designas el espacio. Debo decir que me encantó esta responsabilidad, me gustó toda la parte de la investigación, ayudar a los actores, poner mi granito de arena, encontrar soluciones. El actor llega al final de la carrera, se le dice: «Es allá que tienes que hacer tal cosa, usando estas palabras y no tienes mucho tiempo», que cuando eres director estás viendo todo desde arriba. Es una gran responsabilidad y también da mucho miedo, porque antes de comenzar hay muchas cosas que hacer, pero tienes que hacerlo paso a paso y día a día.
¿Cuáles son sus proyectos a futuro como director?
Estoy escribiendo algo, pero me parece muy temprano para comentarlo porque soy muy supersticioso, creo que las energías deben concentrarse en el proyecto y todavía es algo incierto, por eso quiero protegerlo. Estoy cruzando los dedos, rezando y trabajando para que se pueda llevar a cabo. Lo que puedo decir es que voy a ser director y actor, por el momento. Habrá un padre, un hijo y una madre, pero me voy a alejar de la temática padre e hijo.
Ficha técnica
Título: Ibrahim
Género: Drama
País: Francia
Año: 2020
Duración: 80 minutos
Director: Samir Guesmi
Elenco: Abdel Bendaher, Samir Guesmi, Rabah Naït Oufella
Funciones:
Lunes 19 agosto, 10 AM. Teatro Municipal de Maipú
Martes 20 agosto Liceo Bicentenario Técnico Profesional República de Argentina en Ñuñoa (en colaboración con Plataforma Cultural de la Universidad de Chile)
Miércoles 21 agosto Gimnasio Municipal de Conchalí
Jueves 22 agosto 11 AM. Colegio Enrique Alvear de Cerro Navia (en colaboración con Fundación Fibra)