Por Galia Bogolasky
Tras su paso por cines argentinos llega a salas chilenas No son 30 pesos: Chile, genealogía de una insurrección, un documental sobre la creación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) narrado por sus propios protagonistas.
Dirigida por el cineasta argentino Fernando Krichmar Porto y producida por Alejandra Guzzo (Cine Insurgente) y Javier Díaz (Coruya Cine), la película narra la fundación del FPMR, la guerrilla creada por el Partido Comunista chileno en 1983, tras 10 años de la dictadura cívico-militar impulsada por Augusto Pinochet.
Junto a la utilización de registros televisivos, cartas y fotografías varias, gran parte de los relatos exhibidos son representados por un grupo de actores chilenos, quienes conversan con los integrantes del Frente para desclasificar las razones que los llevaron a conformar la organización.
Fernando Krichmar Porto es documentalista. Se recibió de Psicólogo en 1987, en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Fue profesor y docente. Adicionalmente, fue integrante del Comité de Películas terminadas durante 6 meses durante el año 2014, y miembro del Consejo Asesor del INCAA en representación de las seis asociaciones de cineastas documentales en 2017.
Esto fue lo que el director nos contó acerca de este documental
¿Cómo fue que surgió la idea de hacer este documental No son 30 pesos?
Hace muchos años participamos de actividades de solidaridad con compañeros del Frente Patriótico, que estaban exiliados acá en Argentina, con pedido de captura en Chile, incluso hemos luchado por obtener el refugio como refugiados políticos de dos de ellos. A partir de ahí nos conectamos con la experiencia, que en realidad habíamos tenido un contacto en nuestra lejanísima infancia, allá por los 80, cuando habíamos recibido a algunos de los que salieron al exterior a partir de lo que fue la Operación Siglo XX, que fue el intento de ajusticiamiento del dictador Pinochet- Ya tenía un recuerdo de mi juventud, de estos muchachos, pero ya más grande participamos a través de organismos de derechos humanos y en el período de refugio político por parte de dos de los compañeros que estuvieron en la dirección de esta organización, así que por ese lado nos conectamos.
La idea original de la película era hacer una especie de visibilización o denuncia de que muchos de aquellos de los que pelearon contra aquella dictadura sangrienta y emblemática en Latinoamérica, que muchos derechistas la usan como un ejemplo de una buena dictadura en Latinoamérica, todavía estaban perseguidos en la democracia. Desentrañar esto de la democracia, la justicia en la medida de lo posible, que planteó en su momento Aylwin, y que, aparentemente, ninguna de las otras administraciones revirtió. Siempre en la medida de lo posible, sin ofender demasiado a la derecha, que fue la más beneficiada del proceso pinochetista. Era hacer visible esto, poder pelear porque liberen a aquellos que están presos y les quiten la persecución a aquellos que están perseguidos. Terminamos de filmar el día antes del estallido. Algunos de los personajes veían que algo estaba fermentando en el descontento popular y que estalló con esto de los estudiantes al principio y después ya se sumó todo el pueblo chileno. Justo ese día nos volvíamos, habíamos estado dos semanas filmando en Chile e incluso no entendíamos bien lo que era lo de las evasiones, porque veíamos de costado en los portales, evasiones de estudiantes. El primer día me creía que se escapaban del colegio, para mí evadir era eso (risas), pero después desde Buenos Aires pudimos resignificar todo lo que estaba pasando, porque justo en los últimos dos días era una locura. Hubo jornadas de rodaje muy intensas y la verdad no teníamos tiempo libre como para ver qué estaba pasando, tampoco usábamos el metro, entonces en ese sentido nos tomó como medio de sorpresa y a la distancia. Después hicimos la parte europea donde entrevistamos a tres compañeros que están exiliados en Europa. Cuando volvimos fue la pandemia, entonces aprovechamos todo ese tiempo para hacer una edición que ligue los dos fenómenos, porque nos pareció que un poco este “No son 30 pesos, son 30 años”, hablaba de aquellos que resistieron aquella constitución de continuidad del modelo de Pinochet, bien o mal, pero ellos fueron los que en su momento se plantaron y dijeron ni cagando a esta democracia vigilada o limitada o controlada por las fuerzas armadas y por el poder económico, entonces nos pareció que ese era el título, No son 30 pesos son 30 años, que era la consigna.
Muchos creen que es una película a favor de Boric, pero nosotros no nos hacemos cargo de eso, simplemente decimos que acá hubo un estallido porque hay de fondo una cuestión rebelde en una gran parte de este pueblo, que siempre admiramos y fue una referencia cultural y política para nosotros. No sólo por el gobierno de la unidad popular, sino por las expresiones artísticas que nos precedieron y que nos rodearon y que lamentablemente algunas de ellas fueron asesinadas por Pinochet, como el caso de Víctor Jara y otros mártires que hubo ahí, muy a su pesar, porque realmente era gente de vida y de gran valor artístico. Eso siempre fue algo que nos marcó bastante. También la Cantata de Santa María de Iquique. Yo tenía un primo viviendo en Santiago en el 73, yo tenía nueve años, pero recuerdo que nos juntábamos en la casa de mi tía que tenía una casa de fin de semana y mi tía leía las larguísimas cartas, mi primo era escritor que mandaba allá, y hablaba de los cadáveres en el Mapocho, las chicas a las que les cortaban los pantalones para que usen falda en cualquier esquina. Después más grande, cuando vi Missing, la película de Costa-Gavras, me sorprendió lo similar que era esto que había descrito mi primo en cartas, con la reconstrucción que hicieron esta gente, que más allá que son yanquis y que el protagonista son yanquis, se ve que o estudiaron el tema o de alguna manera coincidían con esas imágenes que para mí eran muy terribles, desde aquella infancia, de escuchar ese tipo de cosas, muertos en las calles y cosas de esas, que todavía en Argentina no pasaban. Después pasaron, no tanto en la calle sino más bien en secreto, como que no fueron tan explícitos como fue Pinochet. También se vivió el terror, pero hasta ese momento era un país relativamente tranquilo. Esto de que puedan matar impunemente gente, tirarla al río o humillar de esa manera a mujeres en las paradas de colectivos, cortándole los pantalones, todo esto era algo muy difícil de digerir, más todo el movimiento de solidaridad que hubo acá en su momento. Todo eso me había marcado mucho culturalmente de chico. De adolescente esto de poder colaborar, refugiar a alguno de los compañeros y ya más grande, casi de viejo, poder haber participado en la pelea por el refugio político de la ANCUR, donde están refugiados como perseguidos políticos por la ONU, no es que, viste el gobierno argentino, Cristina, no sé quién, sino que ahí hay un reconocimiento de la persecución política. Este origen de visibilizar este hecho, de que todavía hay gente perseguida por haber peleado contra Pinochet, se convirtió en un tratar de encadenar históricamente esta cosa conspirativa y rebelde que tiene de fondo el pueblo chileno. A partir siempre del respeto y la admiración y el hecho de que muchas veces conocemos más de las elecciones en Francia que las elecciones en Chile, acá y ahí ustedes también, conocen más de la interna republicana que lo que pasa en Argentina. Este efecto de división que ha hecho el imperialismo sobre los pueblos latinoamericanos, nosotros nunca lo vivimos así, sino todo lo contrario. Siempre hicimos películas en varios países, estamos siempre viajando, pero siempre también con el debido respeto de que es un proceso que también estaría muy bueno que lo asuman documentalistas de allá, que pueden llegar tal vez a un espesor narrativo más grande o encontraríamos algunas cosas que tal vez a nosotros nos pasaron desapercibidas.
¿Cómo conectaste tú con esta historia tan local, tan chilena? Entendiendo que somos pueblos latinoamericanos y vivimos la dictadura todos estos países latinoamericanos, había una historia en común, pero ¿Cómo conectas con un movimiento que está pasando en Chile que es de nuestra historia reciente?
Eso es algo que creen ustedes los chilenos y también muchas veces creemos nosotros, los argentinos, cuando hacemos algo, creemos que solo nos importa a nosotros y afuera nadie le da pelota. Nosotros nos vimos muy, muy, muy involucrados, ni siquiera te diría en la solidaridad, sino de tratar de encontrar elementos, videos, cosas en la web, muy sorprendidos, porque realmente si vos ves el presupuesto de la película era “¿Qué hacen estos tipos que no hacen nada por esta gente perseguida?”. Era un estallido tremendo, las imágenes que hay tanto en la película, como lo que se vio, que firmaron muchos compañeros, no podía hacer otra cosa que interpelar en su momento, fue realmente de una masividad notable, de una violencia notable, de los dos lados, porque no es fácil a veces despertar la violencia popular como se despertó en ese momento. Siempre aparecen los que dicen “son provocadores, son los mismos servicios, son los milicos”, pero ahí quedó claro que no podía ser de esa manera. Había realmente mucha gente dispuesta a combatir por cosas que nosotros conocemos también, acá pusieron las AFJP en los 90, acá hubo cosas muy parecidas a Chile, pero que salieron muy mal económicamente, mucho peor que en Chile, la dictadura primero y después los 90, que fue algo que terminó con el estallido del 2001. La idea era la misma; hacer desaparecer el Estado de todos lados, que la gente se acostumbrara a endeudarse para poder vivir, que la jubilación sea una mierda porque la manejan las AFJP, allá se llaman AFP es el mismo manejo, creo que les calculan que van a vivir 110 años. Toda esta misma historia de cómo robarle a la gente que trabaja. Nada de eso nos es ajeno, si le puede ser tal vez ajeno a un español, a un francés, pero no a nosotros. Más allá de este bloqueo que suele haber, de que no es que todos los días sale lo que hizo Boric o lo que hizo alguien en Chile acá, es más, prácticamente no hay noticias, pero el contacto a esta altura no pasa tanto por lo que se ve en un noticiero o en un diario, sino más persona a persona, y uno busca, ve en la web. Nos llamó la atención y además fue muy alentador, porque acá había un gobierno que había decepcionado mucho, no había mucha respuesta popular, hacía 20 años que un movimiento que arrancó de una manera similar a la del estallido de ustedes, estaba como encorsetado por un partido que no llevaba las cosas a fondo. En todos lados se cuecen habas y acá cerca también. Más allá de todo, los históricos lazos culturales y políticos entre Chile y Argentina, ya desde la época de O’Higgins y San Martín, ni hablar de Manuel Rodríguez. Hay hasta pequeñas novelas de disputas ahí entre ellos que hablan de que estaba muy entrecruzado todo. La lucha en su momento contra los españoles, tal vez ahora es una lucha más contra el imperialismo, pero en general siempre los enemigos son más o menos los mismos de los pueblos y en eso se hacen los lazos.
Cuéntame sobre este recurso que utilizaste para la parte del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que utilizaste a actores para interpretar a los miembros del Frente original. ¿Siempre fue esa la idea, que hubiese una interpretación, una recreación dentro del documental?
Sí, porque no quería un documental de una generación contándole a su propia gente lo que pasó y tal vez incluso entrando en detalles más sutiles desde lo político, sino que lo que queríamos lograr era un intercambio entre la generación para la cual esto era totalmente ajeno y desconocido prácticamente, porque fue algo bastante invisibilizado, y aprovechando que teníamos compañeros que estaban de acuerdo con la película y que habían participado de la experiencia, tratar de que lo importante no fuera cómo actuaban, sino la relación de ellos para construir los personajes con los que originalmente habían participado de la experiencia.
Acá la derecha y la ultraderecha ha acuñado una categoría que es la de “viejos meados”, y no queríamos que fuera una película de “viejos meados”, queríamos que fuera una película donde nosotros, los más grandes o “viejos meados”, como dice la derecha, estuviéramos en conversación y en discusión con pibes para los cuales esto es parte de la historia. Por eso pusimos unos chicos que están en el Museo de la Memoria y un profesor que con muy buena onda les está explicando todo ese proceso. Pero además esto de la actuación, qué significó para ellos encarnar a esta gente y sobre todo relacionarse con ellos. Fue muy rico lo que dijeron después, cuando reflexionaron ellos sobre este momento en los espejos. No te puedo explicar la cantidad de cosas que tuvimos que dejar afuera porque o se repetían o quedaban más claros otros. El rodaje fue muy intenso, de rodaje propiamente dicho, fueron seis días, así que imagínate. Hubo días que empezamos a las 8 de la mañana y terminamos a las 10, 11 de la noche. Los actores, que cobraban su salario, no se ofendían, estaban claros de que era una cosa de muy bajo presupuesto y que, si bien ellos iban a cobrar, se les exigía una especial “ponerse la camiseta”, porque no había otra forma, en tan pocos días, que era lo que disponíamos con el pequeñísimo subsidio que habíamos obtenido, firmarlo. A veces ese es uno de los problemas de la ficción, por eso el centro nuestro no era tanto. Si bien quedó bien de imagen e incluso de actuación, actuaron bien los compañeros, no era esa la idea, sino era más esto que te digo de la relación entre los jóvenes sub-30 y esta gente de arriba de los 60, 70, juntar esas dos generaciones que no siempre se juntan. Juntar lo que podría haber sido después la primera línea, con gente que en su momento de joven hizo eso, más allá de que no eran combatientes ni nada de eso estos chicos, sino que eran actores la mayoría de ellos. También nos gustaba eso, algunos eran hijos de gente que había participado de esta experiencia. Hay cosas que a veces en la familia no se hablan tanto como cuando generas un dispositivo analizador que permite que surjan cosas. Había actores más politizados, menos politizados, pero enseguida entendieron a dónde iba la cosa y se vieron muy muy estimulados por los relatos y el intercambio con esta compañía. Además, comíamos, estábamos todo el día juntos, una cosa de mucha intensidad respecto de lo que es un rodaje tradicional. Algunos de ellos venían de experiencias publicitarias o cosas donde hay muchísimos más recursos, pero es todo muy frío, muy verticalista y muy militarista, porque al ser tan caro el cine o la publicidad, generalmente hay códigos muy estrictos. Nos veían a nosotros y no entendían bien de dónde eran estos locos, cómo laburaban de una manera tan suelta, pero justamente la idea era crear ese clima para que se dieran intercambios fluidos e interesantes entre los actores y los participantes de la experiencia.
¿Qué opinas de otras películas documentales que utilizan herramientas como las que usaste tu? Punto de encuentro de Roberto Baeza, y El Negro, que es sobre Palma Salamanca
A mí, la de El Negro de Palma Salamanca, en su momento, hay algo que es distinto para mí de fondo, que está contada desde la familia en esa película, y hay cosas con las que está de acuerdo la familia, cosas con las que no está de acuerdo. Hay poco de él, y de su propio análisis de la historia, entonces nosotros ahí partimos de una diferencia con películas como esa, no los vamos a cuestionar, agarren y defiendan la experiencia, nosotros la conocemos, la investigamos, leímos un montón de libros, vimos un montón de vídeos, pero la idea no era empezar por la parte trágica, la parte doliente, la parte de cómo sufrieron las familias, o los que tuvieron a alguien caído en el medio, sino de la afirmación de la experiencia.
Yo creo que si hay alguna diferencia con otros materiales, y nosotros en cosas que hemos hecho acá también, porque es muy fácil desde el futuro señalar con el dedo al pasado, y decir: “Debieron hacer esto, o aquello” A mí me cagaron la vida estos, y no era la idea establecer ese punto de vista, sino el punto de vista de que hubo unos tipos que tomaron una decisión realmente notable, y que hay toda una historiografía que la quiere convertir en algo siniestro, y de lo cual mejor olvidarse. A mí la película del Negro Palma, y probablemente, capaz que el Negro Palma le gusta más esa que esta, pero lo noté muy contado desde sus familiares y el dolor que sufrieron ellos en toda esta situación.
Uno sabe, que el Negro Palma era alumno de uno de los asesinados, degollados, esos profesores que degollaron, entonces yo partiría de ¿Qué esperaban? ¿Pacifismo? Creo que cualquier cabro de esa edad que admira a un profesor y al profesor le cortan el cuello, lo menos que puede hacer es tomar la arma. Hay una frase que dicen: “Es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo”. Yo saludo a aquellos que pudieron fantasear con el fin del capitalismo, aunque hoy sea una antigüedad. La idea era apuntar a esta generación tan consumista, tan individualista, tan atravesada por las distintas acciones camaleónicas del capital para parecer lindo, inmortal, inmutable, como las ideas de Platón, y ponerlos enfrente de gente para la cual no es obligatorio trabajar, ser explotado, casarse, tener dos hijos, sino que pueden establecer prioridades en determinados momentos históricos que van por otro lado.
En general se sorprenden mucho, porque es muy difícil para un joven de hoy, mucho más un joven que sea actor, y más o menos tiene una vida un poco más holgada que capaz que alguien de una población, o un trabajador más explotado, a veces es un reto, ponerse en esa cosa. Me acuerdo cuando entrevistamos por primera vez a un militante del ERP, que nos decía: “La gente no va todos los días a trabajar y que lo exploten porque le ponen un revólver en la cabeza, la gente piensa que es lo único que puede hacer”. Nosotros pensamos que podíamos hacer otra cosa, y este hecho, por fuera de un sistema, que tiene el monopolio de la fuerza, de las represiones, de las armas, es para mí muy cinematográfico, nada más que el hecho de tomar esta decisión. Me interesa, como documento, ver cómo sufrió o cómo lo vio la madre, las hermanas de Palma, pero me interesa más ese tipo que dice: “Yo a estos los voy a cagar a tiros después de que le degollaron a su profesor” Yo hubiera hecho ese recorte. Lo mejor que puedes hacer cuando ves una película que te deja ese tipo de dudas, es hacer otra película, y ahí hicimos esta (risas). Pero tiene ese punto de vista, no juzgar ni un carajo, por supuesto hubo errores, hubo aciertos, pero no soy yo el que va a ponerse a debatir eso, y mucho menos con familiares afectados. Yo te voy a explicar por qué estos tipos hicieron lo que hicieron, de dónde venía esa historia, y quiero que también la vean, capaz que chicos conocen, que estuvo Pinochet, pero no saben que hubo una resistencia a este nivel, o que una vez escucharon un tema de Víctor, pero no saben bien qué fue eso, ligar todo este proceso que derivó en la Unidad Popular, que derivó en el golpe, y que recién a los diez años generó esta es otra cosa.
Hay mucha demonización con los terroristas, el primer terrorista fue Pinochet, estuvo diez años prácticamente sin oposición, sacando los del MIR que no duraron tanto, pero el Partido Comunista, que le limpiaron dos o tres comités centrales completos, recién empezó a operar a los diez años de dictadura. Capaz que son datos que no se saben, entonces la gente dice, no, bueno, que Moscú, que esto, que lo otro, a ver, dos comités centrales completos. Ahí está el testimonio del hijo de uno de ellos, el segundo secretario del partido, el Chino Díaz, que estaba desaparecido, y entrevistamos al hijo, a Víctor, que participó de la Operación Siglo XX. La idea era tratar de sacar el aura demonizadora, reivindicar a esta generación que, entre otras cosas, es una de las cuestiones que está faltando en la política chilena. No me parece, porque lo que veo es que en general todos estos movimientos, como los pingüinos en su momento, el estallido, terminan siendo recuperados por una idea similar a la concertación. Esto de que el fin del capitalismo es más difícil de imaginar que el fin del mundo.
¿Qué le podrías decir a la gente para invitar a ver esta película documental que se estrena ahora en Chile?
Primero, disculpas que un argentino de mierda, huevón, se ha metido con su historia. Segundo vayan a verlo, porque capaz que es una mirada que está desde uno afuera, y capaz que a la distancia se puede ver cosas que ustedes no vieron. Creo que logramos más o menos una película entretenida. Esto es un documental, siempre hay que aclararlo, porque la gente tiene la idea de una cosa luctuosa, aburrida y con poca dinámica. Por lo menos, por las devoluciones que hemos tenido de gente que la ha visto, creo que eso no lo tiene, sino que tiene mucho sentido del humor, muchos momentos interesantes, y mucha acción, por supuesto. La idea es que vayan para ver eso. Después, para putearnos o abrazarnos, depende cómo sea la cosa, seguramente estaremos por allá, porque si bien acá estuvo un mes en cartelera, supongo que allá va a causar también bastante interés.
FICHA TÉCNICA
Dirección: Fernando Krichmar Porto
Producción: Alejandra Guzzo (Cine Insurgente) y Javier Diaz (Coruya Cine)
Colaboración: Corporación Memoria y Solidaridad
Guión: Fernando Krichmar Porto y Ximena González
Elenco: América Molina, Mario Cáceres, Aurorita Saravia Molina, Juan Saravia, Cristián Vidal, Juan Saravia, Patricio Ramírez, Kjesed Irene Faúndes, Cristian Aguilera, Julián del Real, Vicente Almuna, Julio Cesar Serrano, Tania Saravia, Marco Antonio Cáceres, Carmen Saravia, Daniel Gallo, Fedor Escárate, Wladimir Cerda, Rosita Silva, Constantino Racordon, Tomás y Alonso Pino, Alvaro Vidal, y Pablo Cerda.
Director de Fotografía: Álvaro de la Barra
Dirección de Sonido: Rubén Piputto
Sonido Directo: Carlos Rodríguez Arias
Montaje: Emiliano Serra-Omar Neri y Fernando Krichmar
Dibujos: Mario Almaraz
Corrección de color: Lucila Kesselman
Música: Karen Higgs y Federico Pritsch (voces) y Carlos Da Silveira (guitarra)
Países: Chile, Argentina y Uruguay
Duración: 147 min.
Año: 2023
Coordenadas
29, 30 y 31 de agosto
Teatro Camilo Henríquez
(Amunátegui #31, Santiago), a las 19.00 hrs.