Por Vale Jauré
Un árbol cae en medio del bosque. Si nadie está ahí para oírlo ¿Hizo algún ruido?
Lo anterior, es una clásica pregunta filosófica, que permite distinguir en cómo cada uno percibe o entiende la realidad, en donde algunos dirán que pueden existir hechos sin que nadie los sepa, y, por otro lado, quienes someten la existencia a que los hechos puedan ser percibidos, a que exista alguien que dé cuenta de ellos. Asimismo, un árbol cayendo en medio del bosque corresponde también a las imágenes con que se da inicio el documental Estado de silencio, que mediante testimonios e investigación revela dos décadas de violencia en México durante la llamada guerra al narcotráfico.
En sus 80 minutos de duración, se sigue de cerca a cuatro periodistas que cubren noticias que ocurren lejos de las grandes urbes mexicanas, en los llamados medios locales, y que entienden que el rol del periodismo es entregar información veraz de aquello que está sucediendo en los lugares en donde viven, tal y como señala uno de sus protagonistas es decidir a quién entregar el micrófono para ser un altoparlante de esa realidad. Es aquí, en donde algo tan cotidiano como el informar de los acontecimientos que nadie más parece cubrir se transforma en algo de vida o muerte. El contexto social es una continua amenaza, en donde existe una crisis de seguridad y política que aun cuando se quiera ocultar, cada cierto tiempo sale a la luz pública, y se debe principalmente a estos periodistas que de manera precaria pero sólida intentan seguir su vocación.
Este crudo largometraje llega de la mano de la productora La corriente del Golfo, creada por el famoso dúo de actores Gael García Bernal y Diego Luna, que en ficción nos han traído sólidas historias como Cassandro en 2023 y Chicuarotes en 2019. Cuestión que se mantiene en esta entrega, ya que a través de los casos de Marcos Vizcarra (de Sinaloa), Jesús Medina (de Morelos) y del matrimonio conformado por Juan de Dios García Davish y María de Jesús Peters Pino (de Chiapas) presentan las historias de inseguridad, intimidación e incluso muerte que rodean a su labor.
Lo descorazonador que deja el film es que muestra como un acto de valentía el simplemente hacer tu trabajo e intentar permanecer en la localidad a la que se pertenece, porque en ella se encuentran sus vínculos, los mismos que en un comienzo los hizo salir a la calle a dar cobertura a todos aquellos actos que atentan contra la democracia en su país. Es entonces, un ejercicio de seguir a aquellos que se dedican a grabar a otros, en que el miedo se erige como una cuerda entre las víctimas, el periodista y el telespectador. Y donde la actividad del periodismo y su protección significan cuidar dos caras de la misma moneda: la libertad de prensa y el derecho a la información.
En un progreso de imágenes testimoniales, de archivo y de seguimiento de los protagonistas hasta los lugares en que se encuentran ocultos, tanto ellos como sus familias, se da cuenta de cómo la corrupción ha permeado la sociedad mexicana, en donde se han quebrado cualquier tipo de confianza que haya podido existir en las instituciones.
Una imagen potente de un kiosko de diarios prendido fuego en medio del desierto nos habla de que aquel árbol que cae en medio del bosque no es que no haga ruido porque nadie haya estado ahí. Ese árbol no hace ruido alguno porque quienes sí estuvieron, sí viven en ese bosque han sido silenciados, ya sea mediante dinero o amenazas. Y parece ser que aquellos periodistas que aún aman su trabajo son el último bastión de la democracia.
Ficha técnica
Título original: Estado de silencio
Año: 2024
Duración: 80 min.
País: México
Dirección: Santiago Maza
Guion: Santiago Maza
Fotografía: Odei Zabaleta
Productora: La Corriente del Golfo
Género: Documental
Programación oficial SANFIC20