Por Romina Burbano Pabst
La energía eólica ha emergido como una de las soluciones más prometedoras en la lucha contra el cambio climático, promoviendo la transición energética a una fuente limpia y que no genera gases de efecto invernadero. En Chile, un país con vastos recursos eólicos, la expansión de los parques de aerogeneradores ha sido rápida y constante, impulsada por la necesidad y la idea de avanzar hacia un futuro más sostenible.
Sin embargo, este tipo de tecnología posee un alto costo ecológico que poco se habla. Diversos estudios han demostrado que las turbinas eólicas representan una amenaza significativa para la fauna aérea, especialmente para los murciélagos hematófagos chilenos.
También conocido como piuchén, es el único murciélago hematófago de las 13 especies que se encuentran en Chile, una especie nativa que desempeña un papel crucial en el equilibrio ecológico del territorio, habitando entre Arica y Valparaíso alimentándose principalmente de sangre.
En medio de esta compleja realidad ecológica, Vampyr cobra vida. La nueva obra de la aclamada directora y dramaturga chilena, Manuela Infante, llega al escenario principal de Matucana100 con un fuerte mensaje asociado a los impactos negativos en la fauna aérea asociados a la conocida energía verde. Con el propósito de traer la realidad del murciélago hematófago chileno, la obra se adentra a una reflexión profunda sobre las tensiones entre lo humano y lo no-humano, con una narrativa que fusiona la ficción y lo científico para proponer una nueva forma de teatro, un teatro no antropocéntrico.
El vampiro chileno muere en grandes cantidades por efecto de las turbinas de aerogeneradores eólicos y al equipo teatral de Vampyr no les es indiferente. Aunque podría pensarse que la principal causa es la colisión directa con las turbinas, estudios han revelado que el barotraumatismo, causado por la exposición a cambios de presión cerca de la superficie de movimiento de las turbinas (González et al. 2014), es uno de los factores más letales. Éste fenómeno, que no deja rastros visibles, condena a cientos de murciélagos a un estado entre la vida y la muerte, dificultando tanto la identificación de los culpables como la cuantificación de su impacto.
El diseño integral de la obra es puramente sensorial. Por un lado, la escenografía se construye progresivamente a lo largo de la obra, caracterizada por su oscuridad y minimalismo. En un espacio amplio, los colores fríos y las formas angulosas sugieren un entorno monocromático y plano, que se irrumpe por momentos con el uso de distintos objetos escenográficos como cajas, pantallas, papeles, bolsas, y un fierro colgante desde el techo. Cada objeto reconstruye el espacio acentuando las acciones de los vampiros, añadiendo dinamismo a la escena. Junto con la iluminación tenue que varía en intensidad, refleja la tensión emocional de cada momento. Las proyecciones digitales que se emplean de manera singular, forman un espacio único que transporta al espectador mostrando la imponente realidad de los aerogeneradores y su inquietante presencia en el entorno.
Por otro lado, el sonido también juega un papel fundamental en la estética de la obra. Se crea un diseño sonoro dinámico y sensorial, con ruidos de turbinas y zumbidos que evocan la constante presión y estrés que tanto los personas como los murciélagos deben soportar. Los sonidos fuertes y resonantes daban la impresión de “estar ahí”, sumergiendo al espectador sensorialmente a la obra.
A medida que la trama avanza, la narrativa entrelaza la ficción con la información científica, invitando a reflexionar sobre las implicaciones de nuestras acciones energéticas y su impacto en los seres que cohabitan con nosotros en estos territorios. Para esto, se crea la figura de: el vampiro chileno. Este ser, que inicialmente se presenta como una criatura mítica, se va revelando como una metáfora de la explotación moderna. Los vampiros chilenos son un ser que, como el murciélago hematófago, vive en un estado de constante agotamiento y sobreestimulación, atrapado en un ciclo interminable de actividad sin descanso. Estando medio vivos, medios muertos; se hace una analogía en base a cómo las fuerzas coloniales, capitalistas y neoliberales han transformado a los seres humanos como a los no-humanos, en entidades explotadas.
La obra se construye en una narrativa interesante donde las interpretaciones de Marcelas Salinas y David Gaete, destacan por su capacidad de trascender el lenguaje verbal, sumergiendo al espectador en una experiencia profundamente sensorial. Desde un inicio, ambos actores encarnan a vampiros con una fisicalidad que ronda la animalidad y lo humano, con movimientos orgánicos por el espacio. Los vampiros, que poseen algunas características humanas, no utilizan las palabras en el sentido convencional; en su lugar, se comunican entre ellos y con el público a través de sonidos guturales y gestos que, sorprendentemente, permiten al espectador captar sus intenciones y emociones con claridad. Esta elección actoral no solo subraya la desconexión entre lo humano y no-humano, sino que también desafía las formas tradicionales de comunicación, invitando al espectador a leer los cuerpos y escuchar más allá de las palabras.
La obra fusiona la experiencia tanto humana como animal utilizando gestos y micro-movimientos. Este vampiro no es el aristócrata europeo que se alimenta de la vida ajena con elegancia y distancia, es una figura que lucha por sobrevivir, exhausta por un sistema que le exige una proactividad incesante. Así los intérpretes de Vampyr, articulan sus cuerpos en un estado de sobreexigencia, sus cuerpos se ven pesados, a veces temblorosos, sus extremidades se arrastran lentamente, como si estuviesen luchando contra una fuerza invisible, sus músculos parecen tensarse, hay reposo del cuerpo y uso del suelo. El trabajo coreográfico dirigido por Diana C. Guevara, reflexiona sobre la noción corporal de sobreestimulación, convirtiendo los cuerpos en una manifestación de agotamiento que por momentos se vuelve intenso, reflejando la experiencia de aquellos que, en nuestra sociedad contemporánea, son determinados a trabajar hasta el límite, sin pausa ni recuperación.
Emerge en la obra, una crítica contundente: los vampiros (humanos), como los murciélagos que mueren bajo las turbinas eólicas, son víctima de un sistema que prioriza la productividad y el progreso ante la vida. En este sentido, la obra no solo cuestiona las implicaciones ecológicas de nuestras acciones energéticas y tecnológicas, sino que también, nos confronta con las consecuencias humanas y no-humanas de un mundo que ha olvidado el valor del descanso. No piensa en pasado ni en futuro, es contingente.
Es preciso y necesario que se desarrolle este tipo de trabajos artísticos, un teatro que no se enfoque solamente en el humano como centro dramatúrgico, sino que se expanda hacia otras experiencias de vida que han sido invisibilizadas. El teatro nos permite traer a la vida estas realidades y hacernos conscientes de la forma en que la acción humana, irrumpe y violenta la vida de los seres no-humanos y los territorios, como también, de sí mismos. De esta forma, Vampyr re-contextualiza la problemática contemporánea ¿Cómo nos relacionamos?
En un mundo cada vez más consciente de su impacto ambiental, la obra se presenta como una fuente de investigación y conocimiento, donde invita al espectador a reflexionar sobre la necesidad de un cambio no solo individual, sino también, sistémico que integre tanto la vida humana como la no-humana. Vampyr, no solo es un ejercicio artístico innovador, sino una advertencia urgente a la representación de otras realidades.
Ficha Técnica
Título: Vampyr
País: Chile
Dirección, Dramaturgia y Universo Sonoro: Manuela Infante
Producción: Carmina Infante Güell
Elenco: Marcela Salinas y David Gaete
Diseño Integral: Rocío Hernández
Asistente de Dirección y Jefe Técnico: Pablo Mois
Entrenamiento y Coreografía: Diana C. Guevara
Sonidista: Victor Muñoz
Investigación Teórica y Dramaturgismo: Camila Valladares
Diseño Gráfico: Paula Aldunate
Realización de Vestuario: Elizabeth Pérez
Coproducción: Centro Cultural Matucana 100, Espacio Checoeslovaquia, Centro Cultural de España (Chile), NAVE y Kundura Sahne.
Con el apoyo de: Universidad Academia Humanismo Cristiano, Oxiluz Iluminaciones y Cultura Violeta
Duración: 90min
Edad recomendada: +12
Coordenadas
Del 22 de Agosto al 15 de Septiembre
Jueves a viernes a las 20:00hrs
Sábado y domingo a las 18:30hrs
En Centro Cultural Matucana 100