Por Isabel Agurto
Actor, director y dramaturgo, Pablo Manzi ha desarrollado su trayectoria junto a la compañía Bonobo, con quienes entre el 26 y 29 de septiembre presenta el remontaje de su obra, Tú amarás, que fue trabajada en una residencia en el Baryshnikov Art Center de Nueva York y que escribió y codirige con a Andreina Olivari. Además, ha realizado la dramaturgia de obras como Amansadura, Donde viven los bárbaros y Temis. Sus obras han participado en distintos festivales de Chile y el mundo y actualmente, también prepara junto a Bonobo una nueva obra a estrenarse en el mes de enero, titulada Estampida humana, y que cuenta con la participación especial de la reconocida actriz, Coca Guazzini.
Culturizarte tuvo la oportunidad de entrevistarlo y averiguar sobre su presente y futuro como dramaturgo, director y actor.
Comencemos hablando del remontaje de Tú amarás ¿Qué te dice a ti que casi todos los años hay un reestreno de Bonobo?
Primero, creo que tiene que ver con el trabajo de compañía, de darnos cuenta que llevábamos diez años que se pasaron volando y teníamos tres obras que todavía nos hacían sentido y, quizás, a diferencia de la percepción, nuestra idea siempre es estar discutiendo, que las obras sean una posibilidad de discusión. A veces estamos haciendo una obra o estamos pasando por un momento en se está discutiendo tal cosa y nos ponemos a pensar que, por ejemplo, Tú amarás no la hemos mostrado tanto y, después de la trilogía, hay gente que se nos acercó y nos dijo que se hizo muy corta esa semana, ¿la volverán a mostrar? Entonces, siempre vemos el remontaje como una posibilidad de seguir discutiendo algo. Lo mismo me pasa con Temis que, por ejemplo, ya la hemos mostrado harto, pero todavía tengo la sensación de que hay una posibilidad de discutirla en el contexto actual.
Tú amarás es una obra que narra la historia de un grupo de médicos que quieren plantear un protocolo para poder tratar a estos extranjeros, Aliens. En esta obra vuelves a tocar el tema del buenismo, del lado políticamente correcto que al final siempre explota por alguna parte, ¿de dónde viene esa idea que atraviesa tu obra?
Hay una mirada que simplifica lo que poníamos en la otra, a lo que, a veces, en la compañía le llamamos esta diferencia entre bárbaros y ciudadanos, como gente que no forma parte de la polis. Esa mirada que es simplista, es la mirada conservadora, en que se le tiende a criminalizar, se tiende a reproducir ciertas creencias muy elementales y simplistas sobre grupos que han sido racializados, etc. Pero lo cierto es que eso cumple una función que forma parte de una línea del progresismo, porque, no es como que todo el progresismo tenga esa mirada, sino que hay una línea del progresismo que, con un fin que podríamos denominar de buenas intenciones, acción que no es muy distinta a victimizar en exceso a los grupos excluidos, a construir una idea de que ahí hay una especie de pureza, de un mundo prístino que no reproduce los vicios del ciudadano urbano, del ciudadano que está en el centro político y social y finalmente termina siendo igual de deshumanizante que el uso que hace el conservador. Esta mirada binaria se transforma en un falso conflicto que es súper cómodo para lograr lo que se busca hacia el grupo que ha sido históricamente excluido, que es una forma de control de la posibilidad de un desarrollo político, de autonomía, etc. Ahí es donde está el caldo.
Algo que se vio en el estallido social, en que todo el mundo andaba con una bandera mapuche, sin quizás tener algún conocimiento siquiera respecto de sus luchas, por ejemplo.
Claro, a veces la mirada que hay en el mundo urbano, no todo el mundo, por supuesto, no hay que hacer generalizaciones, pero, por ejemplo, sobre grupos de pueblos originarios, muchas veces tiene que ver con eso. En el fondo, se cree que, o se impone una especie de esencialismo en que estos grupos estuviesen dotados de una visión más pura de la vida. En sus propias comunidades también existen antagonismos, respecto al género, a discusiones que hoy día pueden tener que ver, por ejemplo, sobre grupos LGBT. Entonces, toda esa mirada es algo que va simplificando y aplanando la visión sobre el grupo social. En cambio, al ciudadano se le permite ser todo. Hay gente que es corrupta, hay gente que comete delitos, hay gente que miente, hay gente que bla, bla, bla. Tú dices, entonces déjame pasarme para ese grupo, porque ese grupo puede hacer cosas malas y seguir siendo un ser humano. Pero aquí pareciera ser que yo tengo dos posibilidades, o soy el malo, soy esta visión simplista del mundo conservador o soy esta imagen, como tú dices, del buen salvaje, que se construye en un tipo de progresismo que yo creo que es muy culpógeno y paternalista.
Cuéntame un poco cómo es el proceso creativo en Bonobo, ¿parte de ti la idea, lo trabajan junto con Andreina Olivari? ¿Cómo es la creación?
Para mí el trabajo de partida con Andreina es esencial porque hay toda una parte, llamémosle teórica y de discusión, donde yo no separo mucho el plano creativo. Venimos de una tradición donde se dice que la dramaturgia es la fuente, el punto de partida, y esto es distinto. Yo escribo la dramaturgia, pero no soy el autor de la obra. La Andreina es fundamental, cumple un rol que se podría llamar de dramaturgismo o de algo parecido a lo que sería una editora, y con ella discuto mucho todo ese plano. También hay otra parte que es discutir mucho dentro del grupo, donde tenemos miradas políticas distintas. De hecho, a veces, mucho más distintas de lo que la gente podría esperar y eso también va creando voces, que es lo que más nos interesa, siempre. Vamos problematizando cada vez más la discusión y siempre creemos que es, justamente, esa misma problematización que se crea ahí, la que después tiene que ser traspasada al público. Esa es la parte esencial de trabajar colectivamente. También la improvisación, pero no todo el mundo está ejecutando el mismo rol. Los roles están súper claros, pero hay distintas fases donde lo colectivo está influyendo en las decisiones que tomamos sobre la compañía y en las improvisaciones o en la discusión que abre una filtración de una mirada más unidimensional. Porque siempre, con la Andreina, llegamos a algo así como con una primera tesis y esa se empieza a rebatir, a refutar y con eso se nos va moviendo la cosa.
Hay un ritmo en el diálogo muy característico de Bonobo. El otro día le preguntaba a Marcela Salinas, que estuvo colaborando con ustedes, y ella me hablaba que tuvo que integrarse y aprender esta poética de los bonobos. ¿De dónde surge este ritmo y esta poética?
Desde adentro, yo no me atrevería a hablar de poética, claramente, y tampoco de metodología, pero sí creo que hay algo, ya que llevamos diez años trabajando juntos y como que ya pasamos por alto cada vez que entra una persona nueva. Por ejemplo, en ese caso fue Marcela la actriz invitada y ahora es Coca Guazzini, en la nueva obra. Cada vez nos damos cuenta cómo hay cosas que estamos dando por sentado, que hemos estado trabajando durante harto tiempo. Lo del ritmo, diría yo que no es algo en lo que estemos con un compromiso tan inamovible, pero sí hay algo que tiene que ver con no generar la ilusión de la mimesis. Hay algo que podría llevarnos al realismo y de pronto hay como fisuras, hay cosas que no calzan, que no cuajan y, por ejemplo, una de esas es el ritmo. Por lo mismo, porque creemos que eso también genera algo que para el grupo es importante; no sabemos si lo logramos, pero creemos que el público, durante un rato tiene que estar como suspendido, como si no se pudiera clasificar tan rápidamente qué es lo que estás viendo, cuáles son las posiciones políticas de las personas, porque creemos que eso te pone en un rol activo para para empezar a escuchar ideas, es decir, si esta persona no es como es o si esta cosa no se parece tanto a la realidad, tengo que lograr remirar.
¿Cómo se proyecta Bonobo con su nuevo estreno para enero?
Por primera vez vamos a hablar de otra cosa y, obviamente, eso ha sido toda una línea de exploración muy distinta a la que veníamos trabajando, cambiar el tema. Si hay algo que cruza todas las obras es este vínculo con lo extraño, o con la idea del otro en un contexto democrático. Esta obra tiene mucho más que ver con ciertas pulsiones de la posibilidad de una vida colectiva, comunitaria, en un país donde casi todas esas posibilidades han sido erosionadas, privatizadas, etc. Una especie de privatización de la vida social. Son distintas historias, de distintos grupos que intentan recobrar una idea de comunidad que está extraviada, que está perdida y, en ese sentido, esa búsqueda siempre va a ser problemática, porque, a veces, tenemos la fantasía de creer que esas ideas de algo colectivo, masivo, a gran escala, se pueden construir de la noche a la mañana, y de verdad, si pensamos, están por el solo hecho de habitar el país que habitamos.
¿Cómo se llama la nueva obra?
Hemos estado trabajando en el nombre y el definitivo es Estampida humana. Pensamos en la idea de los turbazos, de la estampida, de lo que a veces se denominan hordas, tumultos, básicamente lugares donde gente, ya sea de forma espontánea o con un poco de organización, termina en una especie de encuentro colectivo y ese encuentro siempre está marcado por algún rasgo de violencia, de peligro, pero, al mismo tiempo, de una necesidad de hacer algo en conjunto. Esa dicotomía es la que nos interesa.
¿Cómo es dirigir a Coca Guazzini?
Ha sido genial, porque además de cosas que pueden tener que ver con la parte más humana, es una persona súper sencilla, súper abierta al trabajo. Ha estado muy abierta desde el inicio y eso se lo agradecemos siempre. Además, es una persona que todo el grupo admira mucho. Todo el grupo admira mucho todo lo que fue ese mundo del sketch de la televisión chilena que lamentablemente desapareció. Tiene un sentido del humor con el que el grupo se siente muy representado. Por otro lado, hay algo interesante, que la obra está justamente discutiendo cómo asociamos todas las posibilidades de lo colectivo hoy, versus cómo se piensa la idea del presente y con grupos más reducidos y más de reafirmación. Es decir, yo prefiero estar con 16 personas que piensan igual a mí a pensar un proyecto de 4 ó 5 millones de personas y que va a ser mucho más complejo, donde voy a tener que estar abierto a muchas personas que no piensan como yo y va a haber que construir un proyecto común a gran escala.
Y que te obliga a pensar más a largo plazo también, hoy día se piensa como que el futuro es mañana.
Exactamente, tal cual. Conversar esa idea con la Coca ha sido re interesante, porque ella vivió las dos cosas y en nuestro caso no fue así. La media del grupo fue criado durante el proceso de transición.
¿Me puedes contar algo sobre tu incursión como guionista de una serie de televisión?
Entrar al terreno de las series audiovisuales ha sido, en general, entrar al mundo de algo que es una industria y es muy distinto. Pero sí hay algo que me interesa mucho discutir y lo he discutido con mucha gente. En Chile casi no existen diarios o prensa que se podría considerar de izquierda, que alcance un nivel masivo más allá de que lo lean personas que solamente están en zonas afines ideológicamente a la cuestión, y la ficción sí tiene esa posibilidad de llegar a grandes audiencias y de disputar un poco toda esa creación simbólica que se ha creado, por ejemplo, en el mundo de este tipo de industria hay, primero, una subestimación de la audiencia que es súper fuerte, segundo, una mirada muy plana sobre las cosas que se pueden llegar a hacer, el nivel de riesgo que se puede llegar a tomar, más aún en el tercer mundo.
Ahí es donde está esa idea que tú dices como del futuro inmediato. Es un autor que pareciera ser que está como esclavizado por los éxitos fulminantes. Entonces, por ejemplo, hay gente que yo considero que tiene cierta sintonía ideológica conmigo, que sienten un odio profundo por la televisión, pero, en realidad, sienten odio por la industria de la televisión que ha sido tomada por ciertos directorios y ciertas personas que la han querido llevar a otra cosa. Cuando la televisión tiene una posibilidad enorme de hacer cosas que podrían ser interesantes, solamente que vemos eso como una imposibilidad, justamente, a propósito de lo que tú decías antes, por la cancelación de ese futuro. En el fondo no lo vemos posible porque parece una tarea tan ambiciosa, gigante y ardua.
¿Cómo nos vamos a tomar la tele? Si es un espacio que está completamente secuestrado, pero un espacio que ya definitivamente se asume como que lo regalamos. Y mientras tanto se dice “yo odio la tele”, yo diría, no, éste uno los pocos espacios donde tienes a miles de trabajadoras y trabajadores que están trabajando en el ámbito de la ficción, que están haciendo cosas que les generan contradicciones y que no quieren hacer y que están poniendo todo su trabajo creativo en función de una visión de una audiencia que no comparten. Yo estoy muy metido en ese tema y la obra que estamos haciendo ahora igual está vinculada a eso, o sea, ¿cuáles son las posibilidades de pensar cambios colectivos y discusiones colectivas a gran escala, masivas? la televisión es una de ellas.
¿Y tu veta de actor? ¿Sigue ahí pendiente o prefieres el rol de dramaturgo y director?
Yo diría que del que me siento menos cerca es del director, pero obviamente creo que con la palabra es donde me siento siempre más cerca. Con la de actor lo que pasó fue que en un minuto estaba metido en muchas cosas que estaban asociadas a escritura y me enfoqué mucho en eso, pero tengo ganas de volver a actuar.
¿Actuar algo ajeno a tu escritura? ¿actuar para otro?
A veces tengo que hacer reemplazo en Bonobo pero no me gusta la idea de actuar algo que yo haya escrito, no me imagino haciéndolo, me imagino haciéndolo en un reemplazo en donde yo básicamente lo que hago es que le copio la autoría a mi compañera o compañero, pero la cosa es que aquí es distinto porque hay algo en donde creo que no podría generar esa separación de decir ahora estoy en este rol y no en el otro.
Pero ¿hay proyectos?
Sí, hay unos proyectos. Igual se sufre actuando, hay que decirlo, o a mí me genera un poco de sufrimiento y creo que también algo de eso inconscientemente me fue alejando. Pero ahora creo que hay algo que tiene la actuación, algo de la adrenalina, de estar en eso, como de quemarse, que me atrae mucho.
FICHA ARTÍSTICA:
Título: Tu amarás
Dramaturgia: Pablo Manzi
Dirección: Pablo Manzi y Andreina Olivari
Elenco: Gabriel Cañas, Carlos Donoso, Paulina Giglio, Gabriel Urzúa y Guilherme Sepúlveda
Diseño: Juan Andrés Rivera y Felipe Olivares (Los Contadores Auditores)
Producción: Alessandra Massardo | Jefe técnico: Alex Waghorn
COORDENADAS:
Fecha: Del 26 al 29 de septiembre
Horarios: Jueves a sábado 20.30 horas y domingo 20.00 horas
Lugar: Mori Recoleta (Bellavista 77, Recoleta)
Entradas en Ticketmaster y boleterías físicas de Teatro Mori.