FESTIVAL DE SAN SEBASTIAN Entrevista a la directora de “La Virgen Roja”, Paula Ortiz: “Cuando las ideas superan lo humano y la realidad, son susceptibles de volverse violentas”

Por Gabriela Bravo desde San Sebastián

En selección oficial del Festival de San Sebastián y fuera de competencia se presenta la película La Virgen Roja de la directora española Paula Ortiz, quien trae hasta la pantalla grande la extraordinaria historia de Hildegart Rodríguez, la llamada virgen roja.

Hay personajes que han marcado la historia de ciertos países y que de manera increíble han sido borrados de la memoria colectiva. Este es el caso de Hildegart Rodríguez en España, una niña prodigio, que fue concebida y criada por su madre, Aurora Rodríguez, para convertirse en una mujer libre y cambiar el mundo.

La historia de Hildegart remonta a principios del siglo XX en España, cuando su madre Aurora, decide engendrar un bebé para convertirlo en un ser humano libre. Así nace Hildegart, quien desde su nacimiento recibe una educación de la más alta calidad, lo que la convierte en una niña prodigio, que sabe leer a los 2 años, aprende a escribir a los 3 y a los 18 ya había escrito 15 libros, muchos de ellos que tratan sobre sexualidad y la condición femenina de la época. Es una precursora del feminismo y fue una militante política de gran importancia, en una época en que una mujer no podía cobrar un cheque sin tener la venia de un hombre.

La historia de Hildegart se frena de manera abrupta cuando su madre, viendo que pierde el control sobre su hija decide asesinarla a disparos en su propia casa. Ella solo tenía 18 años.

Portagonizada por Alba Planas en el rol de Hildegart y Najwa Nimri en el papel de Aura, la película propone una profunda reflexión sobre las ideologías y hasta dónde podemos llegar en pos de nuestros ideales.

Culturizarte pudo conversar con la directora Paula Ortiz

¿Qué tan conocida es esta historia de la Virgen Roja en España? Porque en Chile es completamente desconocida, y me parece una historia fascinante.

En España también es muy desconocida. Es cierto que dentro de la órbita más intelectual hubo una película en los años setenta sobre el juicio de la madre, hay dos novelas, muchos ensayos de historiadores, pero pertenece más bien a una órbita intelectual. Quizá la conocían más otras generaciones. Por ejemplo, mi padre sí conocía la historia de Hildegart, pero las generaciones nuevas no la conocen. Es curioso porque yo la conocí en la universidad cuando estudiaba la época de los años treinta, la vanguardia, la Segunda República, y pensé que todo el mundo la conocía porque a mí me pareció una historia brutal. Me ha acompañado siempre, he seguido leyendo y leyendo, y pensaba que todo el mundo la conocía, pero ha sido una sorpresa ver que no, que es absolutamente desconocida. Te das cuenta de cuántas historias previas a la Guerra Civil y al franquismo se quedaron borradas.

¿Piensas tú que el franquismo quiso borrar esta historia?

Sí, en España ha habido un borrado muy fuerte de toda la vanguardia artística, literaria, política y de pensamiento. La Guerra Civil fue una brecha muy grande; hubo un exilio total y muchos autores fueron prohibidos. Todos los libros de Hildegart estuvieron prohibidos durante el franquismo. Entonces, aunque se conservaron, no se podían leer. Durante 40 años se borró mucho, y las generaciones nuevas no la conocen. Te das cuenta del daño intelectual que causó la dictadura.

¿Cómo crees que puede resonar hoy en día este personaje?

Cuando retomé la historia para la película, lo que me alarmaba incluso era que sus textos y sus intervenciones políticas siguen siendo actuales. Si lees los discursos de Hildegart, te das cuenta de que si hoy se hiciera un discurso como los de ella, en campañas políticas serían revulsivos. Es alarmante porque han pasado cien años y hemos avanzado muy poco. Ella hablaba de la lucha antifascista y contra el totalitarismo, pero también es la contradicción de su propia historia con su madre. Representaba una nueva generación de mujeres libres, con acceso a la educación y la cultura, luchando contra el totalitarismo. Sus discursos sobre feminismo, la necesidad del laicismo social, la identidad sexual de la mujer, el cuerpo y la sexualidad siguen siendo actuales. Es bonito ver cómo las generaciones jóvenes están descubriendo a Hildegart y cómo su historia resuena fuertemente con ellas. Las mismas grietas que mencionaba siguen presentes hoy para las mujeres. Ella las nombró muy bien.

En ese sentido, el personaje de la madre, Aurora, tiene muchas contradicciones, es una mujer que desea que su hija sea libre, pero al mismo tiempo cree que Hildegart es de su propiedad ¿cómo se construye cinematográficamente un personaje con tantas contradicciones?

Es que es justo eso. Es brutal porque Aurora quiere una mujer libre, pero la primera vez que su hija ejerce su libertad, la mata. Ellas hablan y teorizan sobre la libertad sexual, pero viven en una auténtica represión sexual y afectiva. Es una locura y una contradicción permanente. Najwa es una actriz muy intuitiva y también muy intelectual, trabajamos mucho la carga intelectual de Aurora. Era una mujer de una lucidez increíble y con una vanguardia cultural muy fuerte, pero internamente sus estructuras eran muy rígidas, muy masculinas, totalitarias y dogmáticas. Esas rigideces la llevaron a la violencia. La construcción de Aurora fue delicada porque constantemente había que navegar en sus contradicciones. Con Najwa le dimos carne y voz, abordando la comprensión profunda de Aurora, a pesar de lo incomprensible de su acto. Aurora es un abismo, una herida profunda. Navegamos su oscuridad con toda la honestidad posible.

Aurora parece externamente una persona revolucionaria, pero internamente es una fascista. ¿Cómo logras mostrar esta contradicción?

Es fascinante porque investigué el fascismo a través de una persona de izquierda y feminista, que representa ideas por las que yo y muchas mujeres hemos luchado. Es impactante ver cómo esas ideas, en un momento dado, pueden volverse rígidas, dogmáticas y totalitarias, llevando a un acto violento y fascista. Aurora es un ejemplo de cómo el sueño de la razón puede engendrar monstruos.

Pero ella logró crear una mujer libre

Sí, lo logró. Creó a Hildegart como si fuera un proyecto de laboratorio, pero luego la destruyó. Ella dio a su hija todas las herramientas y el conocimiento, pero no entendió verdaderamente la libertad humana. No solo castigó a su hija, la aniquiló. Creía que su hija era su proyecto, no una persona con conciencia individual. Eso es lo terrible. La historia es relevante hoy porque cuando las ideas superan lo humano y la realidad, son susceptibles de volverse violentas.

¿Podría parecer esto una crítica al feminismo?

Podría parecer una crítica, pero quiero que quede claro que no lo es. El acto violento de Aurora no anula, para nada, ni la obra de Hildegart ni lo que ella y sus compañeras significaron, ni siquiera lo que Aurora intentó. Porque, a pesar de todo, yo me fascino y participo de lo que Aurora intentaba, al igual que sus compañeras, en un feminismo muy valiente.

Hace 100 años, ellas ya nombraban las mismas heridas femeninas que seguimos enfrentando ahora. Es impresionante ver cómo las mujeres que nos precedieron enfrentaron las mismas luchas feministas que hoy. Es importante que se entienda, y era uno de los retos, porque en España, quienes conocían esta historia la redujeron a un simple caso de violencia: una madre que mata a su hija. Pero yo me esfuerzo mucho en dejar claro que no. Aurora no es una loca que tiene un arrebato pasional y mata a su hija. Aurora es una fanática. Y eso convierte esta historia en una historia política.

Es crucial entender cómo el feminismo, o cualquier otra idea, puede volverse en contra de nosotras mismas si no tenemos cuidado. Dentro de las permutaciones del feminismo, o de cualquier ideología, puede suceder. Pero esto no invalida la necesidad del feminismo ni la valentía de aquellas mujeres. Hildegart, y esto es algo que creo que la película reivindica y es muy importante resaltar, sigue siendo un símbolo. Aunque su madre la matara, en la canción final se dice: “Quien cerró sus ojitos no podrá detenerlos”, porque lo que ella escribió sigue vivo.

Me emociona mucho esto porque es muy fuerte y es verdad: en la lucha feminista, en el río de mujeres, Hildegart fue una referencia europea en su momento. Fue pionera en la reforma sexual y en la libertad sexual de las mujeres, en toda la obra que escribió. El franquismo la enterró, pero su legado permanece. No solo su madre la mató, también la enterró el franquismo. Eso es lo que mantuvo a Hildegart enterrada durante mucho tiempo.

¿Me puedes hablar de cómo trabajaste con tus actrices?

Fue un trabajo muy bonito, la verdad. Afortunadamente, tuvimos tiempo de ensayo y preparación. Estudiamos mucho la época y fue muy enriquecedor.

¿Ellas conocían la historia?

Sí y no. Ninguna de las dos la conocía directamente, pero, por ejemplo, la abuela y la madre de Alba sí la conocían y le contaron. Es curioso, porque es una historia que no se conoce en España.

Es verdad, es bastante curioso.

Sí, y lo hablábamos antes. Ni la historia ni la obra de Hildegart son conocidas. Una obra de 17 libros escritos por una niña. Son 17 libros de feminismo muy actual, que estaban enterrados. Leímos mucho a Hildegart y también estudiamos el contexto de la Segunda República, un contexto brillante y muy dinámico en España, pero también lleno de presiones. Por eso estas mujeres son hijas de un momento muy determinado. Surgieron porque el momento lo permitió. Era un momento muy lúcido, el de Lorca, Buñuel, Dalí. Un momento muy fuerte en España. Además de la preparación teórica, ellas fueron muy disciplinadas. Leyeron mucho, se prepararon mucho. También hicimos muchos ensayos juntas, para crear esa relación madre-hija tan compleja, llena de claroscuros, porque eran una madre y una hija profundamente unidas. Como dijo Najwa, eran un monstruo de dos cabezas, y es verdad. Eso también lo ensayamos.

¿Qué rol tiene el amor en tu película?

A mí me parece que el amor tiene un rol fundamental, porque al final, el amor, no el amor romántico, sino el amor en sí mismo, es el motor. Hay algo en el plan de Aurora que elimina el amor. De hecho, al concebir a su hija como un proyecto, Aurora elimina el afecto. En ese momento, ella ya la mata, muy al principio, porque no la ama. Es Macarena, la empleada, quien realmente la ama, ella es más maternal que la propia madre. También la ama Abel, la ama Guzmán, que la protege, la quiere y la admira. Cuando el película está esa discusión en la que Aurora dice «eso es lo que nos mata, el amor», otra voz responde: «No, basta, no hay revolución posible sin amor». Es que no la hay, porque el gran motor del ser humano es el amor. Es el impulso erótico, es el impulso amoroso, es el impulso de vida. Entonces, yo creo que el amor tiene un lugar muy importante. Más allá de la historia de amor romántica que pueda haber en la película, el amor es un impulso muy fuerte. Sí, el amor como gran motor.

Ficha Técnica

Título original: La virgen roja

Año: 2024

Duración: 114 min.

País: España 

Dirección: Paula Ortiz

Guion: Eduard Sola, Clara Roquet

Elenco: Najwa Nimri, Alba Planas

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