MUBI FEST Crítica de cine “Bring Them Down”: Una olla a presión, violenta y perturbadora

Por Trinidad Quinzacara Torres

La nueva película escrita y dirigida por Christopher Andrews refleja el estilo cinematográfico de una parte de Irlanda con: campo, demencia, violencia, crudeza y soledad. La locura a la que lleva el sentirse atrapado en un lugar gris y decadente.

La historia sigue a dos familias granjeras vecinas, cada una dueña de sus tierras y enfocadas en el pastoreo de ovejas, ambas con sus propios problemas personales y económicos, pero conectadas por el pasado. Se verán envueltas en un beef -conflicto- inmediato después de un malentendido, que hará que todo se vaya acrecentando por decisiones mal tomadas, ego, resentimientos y traumas reprimidos.

Este filme se debe dividir en dos partes, dos puntos de vista. En una perspectiva tenemos a Michael, interpretado por Christopher Abbott, como el pastor de uno de los campos. Desde su punto de vista se da toda la tensión acumulada: una olla a presión de odio que está a punto de estallar, no apta para nerviosos, y de la que solo tenemos pequeñas pistas que nos ayudarán a desenredar la trama en la que se enfrentan estos dos rivales.

Se tiene un buen manejo de la dirección que complementa entre ellos a los tres recursos principales: el diálogo, las imágenes y el sonido. En la primera parte se mantiene con una sobrecarga de diálogos y momentos incómodos, sonidos fuertes e imágenes opacas, hasta que te hace relajarte justo cuando estás en el límite, en el punto más salvaje de la trama. Porque en ese punto se pasa a la segunda parte, en la que todo se torna menos serio, ya que lo narrado empieza a cobrar sentido.

La segunda parte de la película es también la mejor, porque es donde se tiene más equilibrio. No hay una sobrecarga de tensión, sino que se dan momentos al espectador para relajarse, los personajes generan más simpatía y puedes entender sus decisiones o qué los lleva a ser lo que son. Puede que sea el efecto que Andrews quiso dar, como si ambas partes de la película, solo divididas por un frame en negro, dieran la impresión de ser direcciones completamente distintas. Y esta ruptura es uno de los grandes puntos a favor que se tienen, porque realmente se distingue el cambio de tono entre la perspectiva de un personaje y de otro.

A pesar de demostrar su gran manejo en las sorpresas además de jugar con la ansiedad del espectador, también se cuenta con algunos fallos y vacíos. Puede tornarse algo lenta al principio, ya que para la poca información que se entrega de Michael, se le da mucho tiempo en pantalla. También a veces se exagera con el nivel del sonido para forzar la presión en escenas que no lo ameritan y hay mucha información que se abre a la interpretación. Pero a excepción de esos detalles, se cuenta con una narrativa que -lamentablemente- te deja enganchado y deseando saber más.

Como se mencionaba, el sonido era clave, crea el miedo y suspenso en las escenas, principalmente en la primera parte. Se juega mucho con el saltar de los silencios a una sonora inquietante, resonante y que provoca tensión. Cumple perfectamente su propósito, porque ninguna escena hubiera tenido ni la mitad del efecto desasosegante que tuvieron si te tapabas los oídos. E incluso juega un rol importante para entender lo que está pasando.

De la mano con el sonido, las imágenes de la película, los planos de las lomas y colores sombríos hacen una paleta de colores y escenas que no podría acompañar mejor a la historia. Ya que el trabajo Nick Cooke como director de fotografía retrata este lado triste, frío, con una apariencia desolada del campo de Irlanda creando un reflejo de lo que son o sienten los personajes.

Todo el concepto artístico de la película es maravilloso en su conjunto, melancólico, pálido y a veces caótico, con una línea muy marcada que grita “cine independiente” y que es semejante a lo que provoca la nominada al Óscar The Banshees of Inisherin (2022), por lo que es recomendable para quienes deseen ver algo con la misma estética ambientada en Irlanda.

Aunque el actor principal es Christopher Abbott, quien se roba las escenas es Barry Keoghan con su papel de un joven perturbador -algo que ya es demasiado común en él-. Ni siquiera la diferencia de edad con el personaje que está interpretando llega a suscitar un problema, porque Keoghan tiene un manejo de sus papeles impecable, te atrapa en su historia, te convence y además genera empatía. Mientras que el papel de Abbott provoca terror, es un ser humano que parece estar en una línea constante entre lo reprimido o cegarse por el odio. Y no termina de persuadir, o de ser completamente comprendido, por una mezcla del guion y de una actuación a veces inexpresiva. Aun así, sea por intriga o sus acciones que se relacionan directamente con su pasado, su personaje funciona y actúa coherentemente, conforme a lo que se muestra.

Bring them down es un drama crudo no apto para todo público. Con una buena dirección, calidad visual y actuaciones memorables. Pero que su mejor atributo es que manda una crítica social que es digna de ser vista en pantalla, al poner en el contexto de las relaciones tóxicas familiares lo que es capaz de hacer el ser humano cuando se deja llevar por las influencias y se inclina a la violencia, ya que esta puede escalar muy rápido en un periodo corto de tiempo si se le da rienda suelta. 

Ficha técnica

Título original: Bring them down

Dirección: Christopher Andrews

Guion: Christopher Andrews

Música: Hannah Peel 

Año: 2024

Duración: 105 minutos

País: Irlanda 

Distribución: MUBI 

Estreno en salas: 4 de octubre

Parte de la cartelera de Mubi Fest

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