Por Vanessa Vidal
Inspirado en la novela homónima del autor Akiyuki Nosaka, La tumba de las luciérnagas se plantea por sí misma como una de las mejores películas de guerra. Conmovedora, nos inquieta, nos abre la mente y el alma debido a su belleza en cuanto a estética como a la historia misma.
A través de dos hermanos huérfanos menores de edad, el joven Seita y su hermana pequeña Setsuko, conocemos la guerra a través de sus ojos. Ambos pierden a sus padres luego del bombardeo de Estados Unidos sobre Kobe, Japón, finalizando la Segunda Guerra Mundial. Vivencian lo que significa racionalizar la comida, la discriminación, el perderlo todo, el acompañarse y buscar momentos de amor, ternura y felicidad pura dentro de una guerra que no tiene para nunca acabar.
La lucha desesperada por vivir a través de la infancia es algo totalmente desgarrador, y La tumba de las luciérnagas sabe cómo narrar esta historia. Es una película extremadamente emocionante, hasta las lágrimas, mas no por ello deja de ser un filme totalmente imperdible.
«21 de septiembre de 1945… esa fue la noche donde morí» es la primera frase que conocemos. A partir de ello desciframos de qué se trata. Conoceremos la historia de este joven que tristemente fallece en condiciones inhumanas. Sabemos su desenlace, pero queremos conocer su vida.
Aunque hayan pasado 37 años de esta película, 80 años de la muerte de nuestro personaje, la guerra está más viva que nunca en varios lugares de nuestro planeta. Y tristemente son niños quienes vivencian esto y mueren. Es imposible no pensar y sentir de forma distinta esta premisa una vez experimentada la película.
Estéticamente es digna de nuestra admiración. Los parajes, lugares, son protagonistas más en este filme que, en ocasiones, es un lugar hermoso donde se nada en la playa, se convive con luciérnagas en noches preciosas. Y en otro, es un lugar oscuro y violento debido a los cuerpos sin vida y lugares, hogares que arden sin piedad.
La banda sonora es completamente significativa, extraordinaria e importante. Su rol dentro del relato cinematográfico no es solo de acompañar la imagen en movimiento, sino también de generar sentimientos ad hoc en el espectador, según lo que vamos viviendo mientras acompañamos a estos dos buenos hermanos.
La tumba de las luciérnagas está inspirada en la novela corta de Nosaka, quien canalizó su experiencia dentro de la guerra, siendo una narración autobiográfica. Así, la película ficciona cambiando detalles, manteniendo la esencia. Llena de realidad y simbolismos, estos hermanos que brillan como luciérnagas, tendrán una breve vida.
Este largometraje animado estrenado en 1988 regresa a las salas nacionales a partir del 23 de enero para revisionarla, o verla por primera vez. Están todos invitados a ver la película del Studio Ghibli que nos acompañará para siempre en nuestros corazones.
Ficha técnica
Título: La tumba de las luciérnagas
Dirección: Isao Takahata
Producción: Toru Hara
Guion: Isao Takahata, Akiyuki Nosaka
Basada en: La tumba de las luciérnagas de Akiyuki Nosaka
Música: Michio Mamiya
Fotografía: Nobuo Koyama
Montaje: Takeshi Seyama
Actores de voz: Tsutomu Tatsumi, Ayano Shiraishi, Yoshiko Shinohara, Akemi Yamaguchi
País: Japón
Año: 1988
Género: Anime, Drama, Histórico, Bélico
Duración: 89 minutos
Clasificación : No recomendada para menores de 12 años
Idioma: Japonés
Productora: Studio Ghibli, Shinchōsha
Distribuidor: Cinetopia