Por Matías Pardo
Presencia (Presence, en su título original) es la nueva película del reconocido cineasta Steven Soderbergh, cuya ópera prima Sexo, mentiras y vídeo (Sex, Lies and Videotape), hace 36 años y con un presupuesto de apenas USD$1.2 millones, fue la impulsora del cine independiente noventero en Estados Unidos. En esta oportunidad, dirige un thriller escrito por David Koepp — guionista destacado por su trabajo en blockbusters como Jurassic Park (1993) y Misión: Imposible (Mission: Impossible, 1996), con quien ya había colaborado en Kimi (2022) y en la próxima a estrenarse Black Bag — sobre una familia de cuatro integrantes que se muda a una casa habitada por un espectro que se mueve por los distintos rincones del lugar y observa a sus moradores: Rebekah (Lucy Liu), la madre; Chris (Chris Sullivan), el padre; Tyler (Eddy Maday), el hijo atleta; Chloe (Callina Liang), la hija que pareciera tener una conexión con el espíritu.
Es interesante la propuesta visual de Soderbergh, que nos pone en los zapatos de la presencia del título mediante una cámara dispuesta en una perspectiva subjetiva (POV). La película está compuesta de una serie de largos planos secuencia, separados por cortes, que nos muestran distintas situaciones que se viven día a día en el inmueble. De modo que el espectador se transforma en una especie de voyerista de los problemas y los aspectos menos agradables de la familia, que, a simple vista, parece un clan típico y funcional. Hay un cuidado hasta tal punto que la cámara parece moverse incluso cuando está quieta, flotar con sacudidas muy leves como lo hace el fantasma cuya perspectiva pretende emular. Su desplazamiento, que en el principio era mucho más errático y dubitativo — como si la presencia estuviera descubriendo su ambiente y a la gente que lo habita —, para el final se vuelve mucho más firme y seguro. Precisamente, la película empieza con una vista a través de la ventana en ángulo cenital, un plano que después cobrará mucho sentido, y un recorrido de cámara exploratorio de los distintos rincones de la casa vacía, en la que predomina la escasa luz de la tarde y la penumbra en los pisos inferiores.
En cuanto al desarrollo de la trama, la personalidad de los personajes y las grietas en su dinámica familiar comienzan a vislumbrarse de manera efectiva en menos de 10 minutos: el aire triste y contemplativo de Chloe, que recorre la casa lentamente, afectada por tragedias que las conversaciones entre padre y madre nos irán develando de a poco; la actitud adolescente y despreocupada de su hermano, una suerte de representante de la bro culture, que habla distendidamente con un amigo por celular sin prestar mucha atención al lugar; la falta de sintonía entre Rebekah y Chris, cuyas preocupaciones y modos de ver el mundo son muy distintos. La cinta establece vínculos profundos entre padre e hija, por un lado, y madre e hijo, por otro, debido a la afinidad de personalidades entre ellos, sensibles y desconsideradas respectivamente.
El guion de Koepp cumple hasta cierto punto, puesto que muchas veces resulta eficaz y nos da insights coherentes sobre la forma de ser de los personajes, además de algunos guiños simbólicos sobre la trama. Sin embargo, no está exento de problemas. Uno de ellos son los frecuentes diálogos expositivos y sobre explicativos, que no dejan al espectador ningún lugar a duda de lo que está pasando y subestiman su comprensión. “¿Te has dado cuenta de que tus consejos siempre corresponden exactamente, a que no tengamos que hacer nada en absoluto?”, pregunta Chris a su esposa en una escena, algo exasperado, luego de que ella le dijera que la situación “no tiene arreglo”, en un contexto en el que Rebekah — pegada a su computador — se negaba a tomar en cuenta las preocupaciones de su pareja sobre el bienestar de Chloe.
Otro fallo de la película es la construcción algo caricaturesca y carente de matices de los personajes. Ese es el caso, por ejemplo, de Tyler y su comportamiento excesivamente machista y desconsiderado, que no teme mostrar abiertamente a sus padres. En una escena, el muchacho le cuenta a su madre, con total desparpajo, una broma particularmente cruel que hizo junto a unos amigos y ella reacciona nada más que un poco irritada, haciéndole solo un pequeño comentario. Y en cuanto a Rebekah, su desinterés en Chloe llega al punto de que le cuesta incluso abrazarla. A todo esto, se suman algunos clichés que aparecen en la historia y la excesiva seriedad con que la película se toma a sí misma.
De todas formas, a pesar de sus falencias, Presencia es un largometraje entretenido que nos convierte en testigos indecorosos de un drama familiar, gracias a la dirección dinámica de Steven Soderbergh, lo más destacable de esta propuesta.
Ficha técnica
Título original: Presence
Dirección: Steven Soderbergh
Producción: Sugar23, Extension 765
Elenco: Lucy Liu, Chris Sullivan, Callina Liang, Eddy Maday, West Mulholland, Julia Fox
Duración: 85 minutos
Año: 2024
Distribución: Diamond Films
Estreno en salas: 13 de marzo de 2025