Crítica de Danza “Una Danza al Big Bang”: Expansiones íntimas

Por Romina Burbano Pabst

Todo comenzó con una expansión. Ese primer estallido de energía y materia que dio origen al tiempo, al espacio y a sus seres. Una expansión de todo en todas direcciones, un latido inicial que todavía resuena en cada rincón del universo. Desplegándose en ondas, vibraciones y movimientos, nuestro cuerpo guarda ecos de esa expansión primordial. Constelaciones íntimas de células, tejidos e impulsos; sistemas que nacen, se expanden, se transforman y colapsan en ciclos infinitos.

Una danza al Big Bang es la nueva propuesta de la Cía. Polar Danza Contemporánea que busca reunir la ciencia y el arte como dos formas distintas, pero complementarias, de explicar el mundo en que vivimos. Dirigida por Daniela Murias, la puesta en escena explora las diversas etapas y dinámicas del origen del universo a través del movimiento proponiendo una reflexión en torno a nosotros mismos. Se presenta un cuerpo que no es ajeno al cosmos, sino más bien es su extensión sensible. Cada respiración, cada contracción, cada impulso nervioso podría ser visto como una réplica de aquel primer gesto cósmico.

Daniela Murias desarrolla una danza que trata de representar el Big Bang en el cuerpo, desplegando una fuerza de nacimiento y expansión sutil. Aquí, el caos no es destrucción, sino, dinamismo: un estado de transformación constante. Los movimientos emergen desde un centro en mutación, vibran, se multiplican, se bifurcan, se encuentran y se disocian; trazando una coreografía de gestos que contienen la delicadeza de lo que empieza a existir.

Desde esta premisa, la obra se abre a una reflexión sensible: aquello que percibimos como exterior: el origen del cosmos, la expansión del universo, los movimientos estelares, los cambios atmosféricos; no son ajenos a nosotros, sino que también habita en nuestros cuerpos. Es así que, en cada coreografía, desplazamiento, respiración, torsión, desborde, entre otros; la obra se adentra en conceptos propios del universo como, valga la redundancia, expansión, gravedad, calentamiento, aceleración, pausa, etc. Se reverbera algo de esa historia inicial. Somos materia estelar reorganizada en una forma frágil y efímera; llevamos en nuestro interior la memoria de explosiones antiguas, de desplazamientos de energía que dieron origen a todo lo que conocemos y percibimos.

Además de una propuesta coreográfica interesante, con momentos de admiración, lo que más me resuena es pensar el cuerpo desde esta perspectiva y reconocerlo no solo como un organismo biológico que “tengo” o “poseo”, sino como un microcosmos: un territorio donde también ocurren expansiones, contracciones, choques, derrumbes y renacimientos; lleno de vida. Así como el universo continúa en movimiento perpetuo, también nuestras emociones, pensamientos y movimientos son manifestaciones de esa misma fuerza dinámica, esa misma necesidad de devenir, de transformarse y de buscar nuevos equilibrios.

Así, el famoso Big Bang no solo sería un suceso astronómico, sino una metáfora viva de nuestra propia génesis, de nuestras expansiones internas, de la multiplicidad que también ocurren en lo más íntimo de cada ser.

A través de la danza y los recursos teatrales-narrativos, Daniela Murias junto a las intérpretes Amanda Correa, Paulina Dejeas, Macarena Lira, Carla Ortiz y Victoria Vargas, invitan a pensar el cosmos a escala humana. Esta reflexión constituye, quizás, el gesto más potente de la obra: la posibilidad de imaginar que cada movimiento corporal, cada cuerpo, lleva en su interior una historia cósmica, un eco del origen.

Aunque la propuesta abre a preguntas sugerentes, en ciertos momentos la palabra pierde fuerza al caer en analogías de resolución rápida, como la imagen del universo comparado con un bombín, diluyendo momentáneamente el impacto emocional que había logrado instalar. No obstante, al tratarse de una obra familiar dirigida también a infancias, donde el mensaje requiere ser más directo y accesible, esta decisión narrativa se vuelve comprensible.

La obra, en su transcurso, recupera su intensidad apoyándose en la fuerza sensorial que emana de la danza, sosteniendo una experiencia sensorial y coherente. Su inquietud profunda por recordar que somos extensión de lo que nos rodea, que nuestro cuerpo es parte del universo y que, en cada gesto por más pequeño que sea se pulsa la memoria de un origen común. Una propuesta que se atreve a tocar las preguntas esenciales de la existencia.

La danza que propone Daniela Murias junto a las intérpretes, traduce el universo en movimiento: no imita el cosmos, sino más bien, lo encarna. Una obra para ver en familia y disfrutar de la danza contemporánea, que nos recuerda que nuestro cuerpo, también está en constante expansión y transformación.

Ficha Técnica

Título: Una Danza al Big Bang

País: Chile

Compañía: Cía. Polar Danza Contemporánea

Autora: Daniela  Murias

Dirección y Coreografía: Daniela Murias

Intérpretes: Amanda Correa, Paulina Dejeas, Macarena Lira, Carla Ortiz y Victoria Vargas

Composición Musical: Camilo Oyanader y Boris Ravel

Diseño: Noelia Ojeda

Duración: 45min 

Coordenadas

Teatro Azares

Jueves 24 de Abril 2025

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