Por Juan Marín
RMN, la más reciente obra del aclamado director rumano Cristian Mungiu, formó parte de la programación del Festival de Cine Europeo. Mungiu es reconocido internacionalmente por su impactante película sobre el aborto, 4 meses, 3 semanas y 2 días, que ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes en 2007. Junto a figuras como los hermanos Dardenne o Ken Loach (más veteranos que él), el rumano se ha consolidado como uno de los grandes exponentes del cine social europeo contemporáneo. Además, es uno de los principales referentes de la llamada «nueva ola rumana» y posiblemente el cineasta más reconocido de su país. En RMN, Mungiu continúa con el estilo de realismo crudo y compromiso político que ha definido su obra, entregando una propuesta cinematográfica notable tanto por su profundidad como por su inteligencia para abordar problemáticas sociales complejas.
La historia transcurre en un pequeño pueblo multiétnico de Transilvania, en una Rumanía marcada por la desolación. Ante la escasez de mano de obra, una fábrica local decide contratar trabajadores inmigrantes provenientes de Sri Lanka. Sin embargo, la aparente calma del pueblo se ve alterada por su llegada, desencadenando una ola de xenofobia, intolerancia y violencia entre los habitantes.
La película actúa como una advertencia sobre el ascenso de la extrema derecha a nivel global y el resurgimiento del neofascismo. Mungiu muestra cómo, a través del poder de las redes sociales, las noticias falsas y los discursos de odio populistas, este tipo de ideologías pueden arraigarse incluso en los rincones más remotos de la sociedad. El filme también plantea una reflexión sobre los prejuicios irracionales frente al diferente. Aunque el pueblo era multiétnico, la llegada de personas con un color de piel distinto desata miedos profundos intensificando el conflicto.
RMN es una obra inteligente en su manera de abordar la xenofobia, un problema global, que el director expone con agudeza a través de las contradicciones internas de un pueblo rumano. Uno de los protagonistas, por ejemplo, es discriminado en Alemania por ser de Rumania, pero al regresar a su país natal, él mismo participa en la discriminación hacia otros, en este caso, los trabajadores de Sri Lanka. Es un síntoma que se reproduce, contagiando odio bajo una hipocresía generalizada. Este patrón, por supuesto, no es exclusivo de Europa del Este. Es un espejo de lo que ocurre en otros rincones del mundo, como por ejemplo en Chile, donde se discrimina a los migrantes venezolanos, mientras que los propios chilenos enfrentan xenofobia en países como Estados Unidos.
Mungiu, con enorme destreza, recurre a metáforas visuales poderosas para hablar de esta patología social: imágenes de animales salvajes sugieren el lado más primitivo y feroz de la condición humana. Incluso el título de la película, RMN (siglas de Resonancia Magnética Nuclear) funciona como una metáfora: un escáner cerebral que busca diagnosticar esta enfermedad social que, como un virus, se propaga silenciosamente por toda Europa. Una escena en particular, la de una asamblea vecinal, representa uno de los momentos más brutales de la película. Mungiu incomoda, pero lo hace desde la aparente frialdad de sus escenas, lo que potencia el efecto de inquietud en el espectador. Es en esa crudeza formal donde se encuentra parte de su fuerza.
En esta radiografía sociológica de una Europa menos conocida, particularmente Rumania, uno de los últimos países en incorporarse a la Unión Europea, el director nos muestra un continente en decadencia, atrapado en crisis sociales, en el miedo a perder su identidad cultural, y en un vacío moral cada vez más palpable. No se trata de una crítica superficial, sino de una construcción compleja, que retrata con precisión el pozo oscuro en el que se encuentra sumida la Europa contemporánea. RMN es, en definitiva, una alegoría sombría y pesimista sobre el prejuicio y la intolerancia, tan normalizados en algunos contextos que ya ni sorprenden.
La atmósfera que construye el director refuerza esta visión desoladora. La fotografía grisácea, fría y espesa es clave para transmitir el pesimismo que habita el relato. Mungiu logra transformar un drama íntimo con tintes políticos y sociales en una experiencia cercana al cine de terror, gracias a una estética lúgubre y un uso del plano fijo que intensifica el desconcierto y la tensión.
El cine rumano actualmente es uno de los más interesantes del mundo, con Radu Jude, Cristi Puiu, el mismo Mungiu, entre otros nombres. Estos talentosos directores están colocando a Rumania en un lugar privilegiado en el mapa del cine mundial con películas que generan horas de reflexión y que tienen mucho que decir del mundo en el que vivimos.
RMN es una de las muchas joyas que provienen de esta cinematografía vibrante y lúcida. Esta película nos invita a reflexionar, a veces con incomodidad, pero siempre con urgencia sobre el mundo que habitamos.
Ficha técnica
Título original: “RMN”
Director: Cristian Mungiu
Guion: Cristian Mungiu
Reparto: Marin Grigore, Judith State, Macrina Barladeanu, Orsolya Moldován, Racz Endre..
Duración: 128 min
País: Rumania
Año: 2022
Vista: Festival de Cine Europeo