Por Victoria Bustos Arancibia
La secuela de M3GAN, titulada de forma estilística como M3GAN 2.0, nos presenta una vuelta de tuerca en el propio universo creado para la existencia de la muñeca. Dirigida nuevamente por Gerard Johnstone, esta entrega apuesta por un enfoque mucho más orientado a la acción, el humor ácido y el absurdo, dejando de lado el terror que caracterizó a la primera película.
Esta segunda parte da un salto de dos años y coloca a Gemma (Allison Williams) como vocera pública en favor de la regulación de la inteligencia artificial, tras el desastre del primer filme. Cady (Violet McGraw), su sobrina, ha crecido y se ha convertido en una preadolescente con las actitudes típicas de una, ya buscando mayor autonomía y decisión en las dinámicas del hogar, al mismo tiempo que está adquiriendo conocimientos tecnológicos que podrían ser peligrosamente funcionales. La diferencia radica en que la amenaza ya no es la muñeca M3GAN, sino que AMELIA (Ivanna Sakhno), una versión armada que representa el posible descontrol de militarizar la IA. Para detenerla, Gemma se ve obligada a resucitar, y mejorar, a la única entidad con la capacidad similar suficiente para hacerle frente.
La muñeca robótica original, nuevamente interpretada por Amie Donald y con la voz de Jenna Davis, ahora es más rápida, fuerte y letal, pero aún pelea, baila y canta con su carisma digital intacto. También mantiene su propósito inicial: sigue dispuesta a proteger a Cady, aunque eso signifique trabajar a la par de Gemma y detener una amenaza misteriosa más poderosa, entre otras condiciones.
Las comparaciones con Terminator 2 (1991) son inevitables, y no son gratuitas. Al igual que en la saga de James Cameron, aquí la villana de la primera instalación se convierte en aliada para enfrentar un peligro aún mayor. El propio Johnstone ha declarado que se trata de una referencia intencional, pero la transformación de M3GAN en una figura más cercana a una heroína protectora, en lugar de un símbolo de miedo, resulta en una desconexión con las críticas sociales que planteaba esta franquicia en su origen. El riesgo recae en que debilita o incluso invalida la urgencia de las cuestiones que rondan estos temas tan presentes ahora, como lo son las regulaciones y los usos individuales que les damos a las herramientas de inteligencia artificial.
Por otro lado, en Megan 2.0 nos encontramos con algunos personajes secundarios que se quedan en el ámbito de la caricatura del poder corporativo y político en torno a la IA, sin adentrarse en sus implicaciones en el mundo real, así que sus líneas argumentales se usan más como excusas narrativas que como ejes profundos. No es Ex Machina (2014), ni lo intenta. En cambio, vemos una evolución positiva del personaje de Cady, quién ya no es una niña indefensa: es una joven inteligente que sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. En este sentido, su dinámica con Gemma, y con la misma M3GAN, refresca el eje emocional de la historia y ofrece uno de los mejores matices emotivos del relato.
El largometraje no busca ser un filme de alta calidad actoral ni de coreografías impresionantes, sino más bien un espectáculo ligero, casi un meme cinematográfico, que se disfruta por su irreverencia y su humor negro. El guion cargado de diálogos irónicos y situaciones estúpidas, logra mantener el entretenimiento en todo momento, aunque a costa de una narrativa que en ocasiones se siente sobrecargada de subtramas. Cumple a cabalidad su función de divertir sin pretensiones, aunque en el proceso pierda la oportunidad de profundizar en el tema filosófico y ético que la primera entrega esbozaba como una tesis digna de indagar. Es una película que está más interesada en explotar su viralidad.
La película funciona mejor cuando no se toma en serio, y lo sabe. Desde su secuencia inicial, que parece extraída de un thriller geopolítico con androides, Megan 2.0 se permite coquetear con la parodia. Esto sumado a que los efectos especiales en peleas, aunque sin sangre ni contundencia gore (por su PG-13), explosiones y secuencias de acción no dejan nada que envidiar a producciones de mayor presupuesto, ayudando a consolidarla como un producto bien realizado.
No significa que la historia no tuviera su buena parte de sátira y comicidad antes, pero el cambio de tono es extremadamente notorio. Una decisión artística que puede interpretarse como una apuesta valiente de Blumhouse y Johnstone, teniendo en cuenta que los cambios de género cinematográfico en secuelas de un mismo mundo no presentan antecedentes tan positivos, véase Joker (2019) versus Joker: folie à deux (2024).
Cuando M3GAN se estrenó en 2023, nadie esperaba que una muñeca con movimientos de Tik Tok, voz de asistente virtual y alma de Chucky se convirtiera en el ícono pop de una nueva era del cine de horror tecnológico. Es cierto que acá se extraña el terror pero se compensa con un ritmo ágil, humor efectivo y una puesta en escena que, al menos, nunca aburre. Megan 2.0 no es una película que busca trascender, de hecho es plenamente consciente de lo que es: una secuela comercial diseñada para alimentar una franquicia que encontró su fanaticada, y así tal cual funciona excelente. Ideal para ver con amigos, reírse a lo loco y, por qué no, volver a preguntarse si tu asistente virtual planea rebelarse.
Ficha técnica
Título original: “M3GAN 2.0”
Director: Gerard Johnstone
Guion: Gerard Johnstone
Historia: Akela Cooper, Gerard Johnstone. Personajes: Akela Cooper, James Wan
Producción: Blumhouse Productions, Atomic Monster, Universal Pictures
Reparto: Violet McGraw, Allison Williams, Ivanna Sakhno, Amie Donald
Duración: 119 min.
Año: 2024
Género: Comedia negra; Ciencia ficción
País de Origen: Estados Unidos
Distribución: Andes Films Chile
Estreno en salas: 26 de junio de 2025