Por Victoria Bustos Arancibia
Athina Rachel Tsangari es una cineasta griega cuyo trabajo ha dejado una huella significativa en el cine contemporáneo, explorando las complejidades de la existencia humana y las dinámicas sociales. Y quién además en su carácter de fundadora y directora del Cinematexas International Short Film Festival, ha promovido una visión experimental y diversa del cine.
Con películas como Attenberg y Chevalier, ha sido una de las voces clave del llamado «greek weird wave». Además, su participación como co-productora de filmes de Yorgos Lanthimos, como Dogtooth y Alps, confirma su influencia en el cine de vanguardia en Grecia y más allá.
Con su más reciente largometraje, La Cosecha (Harvest), Tsangari adapta la aclamada novela homónima de Jim Crace, para crear una inquietante fábula sobre cómo una aldea aislada se acerca a la extinción, en tan sólo siete días, tras la llegada de forasteros que desatan eventos catastróficos, reflejando las tensiones entre tradición y modernidad, estabilidad y cambio. La película, protagonizada por Caleb Landry-Jones y Harry Melling, se presenta como una experiencia sensorial y reflexiva, que combina una narrativa visualmente impresionante con un análisis sobre las reacciones colectivas y personales frente a las crisis.
Lo que sigue es nuestra conversación con la cineasta.
¿Qué fue lo que te atrajo de la novela de Jim Crace para adaptarla para el público del cine?
Es un mundo realmente loco el que Jim creó, bastante alucinante y anárquico, y no hay un protagonista o héroe, porque Walt es un personaje muy desordenado y balbuceante, entonces estaba muy interesada en la idea de este tipo de personaje central que no un héroe y es un cobarde, alguien quién no tiene la capacidad de cambiar el curso de la historia. Sentí impotencia, algo que experimentamos todos ahora, todos nosotros, al menos yo sí, entonces creo que podemos identificar ese sentimiento en el mundo.
¿Leíste el libro sabiendo que harías este proyecto?
No, me lo enviaron mis productores junto a un primer borrador del guion, preguntándome si quería dirigirla, y me tomó un tiempo descifrar cómo lo iba a hacer. Así que tuve un periodo de reflexión, pensando en la traducción desde las palabras a algo que fuera mucho más inmersivo cinematográficamente.
La novela ya se llama La cosecha, pero algunas veces cuando la literatura se convierte en cine los títulos se cambian, ¿Por qué mantenerlo? ¿Qué significa La cosecha para ti en el contexto de la película que hiciste?
Creo que es un título perfecto, literal y metafóricamente, y tiene una ironía porque es justamente durante el periodo de cosecha, esta es la última cosecha de la comunidad, y al mismo tiempo la historia está cosechando, literalmente cosechando la humanidad durante esa semana. Desaparecen, la naturaleza, la cultura y la humanidad, entonces es muy universal.
¿Cuál es el mensaje del filme?
En realidad no hago películas con mensajes. Yo sólo respondo muy intuitivamente a una sensación que tengo de una particular urgencia propia de hacer un filme. Y ahora, ¿de qué se trata? Eso depende de ustedes. Pero el punto más importante que me hizo hacer esta película era mi sentimiento de lamento por la pérdida de tierras y la pérdida de uno mismo, que son básicamente lo mismo.
Recién dijiste que es universal, y la película no indica un período específico ni un lugar definido, pero sí usa ciertos acentos, vestuario, parajes. ¿Pensaste en quizás hacerla más universal?
Es que ya es bastante incorrecta, hay mezclas. Han habido personas que se mostraron impactadas, insultadas incluso por esas mezclas. Pero el escocés no es escocés, hay muchos dialectos, hay muchos acentos diferentes. El inglés británico no es sólo un acento, tiene sus mezclas, diferentes colores del inglés. La película ya era bastante ecléctica, pero no me sentía presionada al respecto. Thalissa Teixeira habla portugués, porque ella es brasileña-inglesa, Arinze Kene habla con un acento nigeriano porque es nigeriano, y los hombres en el pilar tienen acentos muy marcados de Glasgow, así que hay una mezcla suficiente basado en el reparto que tenía, así lo pensé en términos del panorama lingüístico. Pero yo no estaba interesada en hacer un filme con todo tipo de lenguajes, que se hablarían aleatoriamente. Teníamos un sentido de lugar, como “este es el lugar”, porque la mayoría de los actores, los no actores en realidad, son de allá, ellos son Escocia, son de la zona. Todos los aldeanos no son actores profesionales, son agricultores y artesanos, no hay extras en la película. Nosotros le dimos forma a esta comunidad alrededor de la comunidad que ya existía en esas tierras. Caleb (Caleb Landry Jones) es estadounidense, él es de Texas, y eso sería todo. Y Thalissa es brasileña pero creció en Inglaterra, pero entonces todos los aldeanos en general son de Argyllshire, que es el área donde filmamos, así que es su tierra, sus costumbres, su música, donde yo fui una invitada por dos años, y desarrollamos los personajes y la historia juntos.
Volviendo atrás a algo más que dijiste, que reflejaba la toma de las tierras y la pérdida de comunidades que está ocurriendo ahora mismo. ¿Alguna vez pensaste en llevar el relato a un tipo de cosecha más moderna, más contemporánea?
No, pero al mismo tiempo nunca la vi como una película de época, porque creo que esas historias están ocurriendo alrededor de nosotros, cada día, cada segundo, así que podría ser Chile o Grecia o México, está realmente pasando, y no pusimos una mirada histórica en la cinta, nosotros no recreamos nada porque la aldea que ves, los sets de filmación que le llaman, ya existían allí. La mansión de Master Kent está exactamente cómo se ve, no le hicimos nada. Lo único que hicimos fue cultivar la tierra con semillas ancestrales que encontramos, en una tierra que no había sido cultivada en siglos, así que al hacer la película hicimos un cambio, tomamos la tierra y la hicimos fértil de nuevo. Y cosechamos las semillas que cultivamos, y lo hicimos juntos.
Entonces lo que vemos en la película, ¿Eso lo cultivaron ustedes mismos?
Sí, cosechamos lo que plantamos. Absolutamente. Y seguimos las estaciones del año juntos. Construimos una comunidad. Y el proceso de construir la granja fue tan importante como hacer la película. Mi diseñadora de vestuario, Kirsty, ella es de Glasgow, muy joven y muy talentosa diseñadora de vestuario. Ella básicamente tomó muchísima tela que se hacía en la zona, así que el vestuario son estos mantos envolventes, para que no hubiera ninguna época específica en ellos.
…excepto cuando Master Jordan llega y está usando una vestimenta completamente diferente.
Sí, pero todo lo demás es básicamente lana y lino proveniente de esa parte de Escocia. Luego ella tiñó todo a mano con plantas también de la zona, así que todo fue hecho a mano, muy artesanal, no había nada industrial en la forma en la que lo hicimos, en el vestuario y hasta en la filmación con una cámara pequeña de 60 mm.
Incluso la forma en la que visten implica el aislamiento de la aldea del resto del mundo.
Y además de eso, es un vestuario muy universal. Ya sea un kilt, un poncho, un manto o un kimono, teníamos esta idea de una prenda muy universal que podría ser transformada.
Finalmente, se ha comentado bastante que este sería un cine más reflexivo de tu parte, en comparación con Attenberg (2010) y Chevalier (2015). ¿Crees que no es tan diferente? ¿Ves esta película como una continuación de tu filmografía o se trata de un cambio?
Personalmente no lo veo así, porque siempre trato de hacer películas diferentes cada vez. No creo en “películas emblemáticas”, al menos para mí. Aunque, es curioso que es casi un círculo completo desde el primer largometraje que hice, The Slow Business of Going (2000), que creo que no muchas personas la han visto, y fue también el primer largometraje que hacía en inglés, así que de alguna particular manera, después de años, es como volver a un sentido similar de cine sobre pérdidas, porque en el centro de la película estaba una mujer que no pertenece. Pero cada película es diferente y hay diferentes formas de ser reflejados en el cine. Para mí, por ejemplo, las películas más reflexivas y políticas son las comedias.
Realmente amo el cine de tu país. Muchas cosas geniales están pasando con las nuevas generaciones, y en Latinoamérica en general. Una película de cine latinoamericano que me ha inspirado últimamente es Trenque Lauquen (2022), de la directora argentina Laura Citarella.
Ficha técnica
Título original: “Harvest”
Dirección: Athina Rachel Tsangari
Guion: Athina Rachel Tsangari, Joslyn Barnes. Libro: Jim Crace
Fotografía: Sean Price Williams
Edición: Matthew Johnson, Nico Leunen
Música: Nicolas Becker, Ian Hassett, Lexx Fusco, Caleb Landry Jones
Reparto: Caleb Landry Jones, Harry Melling, Rosy McEwen, Arinzé Kene
País: Reino Unido
Año: 2024
Duración: 133 minutos.
Género: Drama de periodo
Disponible en la plataforma de MUBI Latinoamérica desde el 8 de agosto