Crítica de cine “Eddington”: Estos locos años 20

Por Julio César Olivares

Durante los últimos años hemos visto en diversas producciones referencias temporales o espaciales a la pandemia del COVID-19, resumidas casi siempre en la presencia más o menos estelar de mascarillas en las bocas de sus personajes. Y, sin embargo, qué poco se ha dicho del estado psicológico que provocó el aislamiento prolongado y de cómo la emergencia sanitaria sirvió de disparador para una serie de situaciones que venían de antes, pero que terminaron por explotar en esos días aciagos del 2020: teorías de la conspiración disparatadas, consumo de noticias falsas en internet, paranoia desbordada. Quiéralo o no, la cuarta película de Ari Aster (Hereditary, Midsommar) se hace cargo de ese vacío y propone una lectura de los tiempos tan caótica e insufrible, como acertada y sagaz.

El Eddington de Aster es un pequeño pueblo ficticio de poco más de dos mil habitantes, que sirve de microcosmos para ilustrar lo que es el Estados Unidos profundo hoy por hoy y, más aún, el espíritu cultural, religioso e intelectual de la época -cosa que trasciende la frontera norteamericana-. Una suerte de pueblo fantasma, sin grandes atracciones ni oportunidades, en el que el director y guionista norteamericano decide ambientar lo que ha denominado como un “western donde en vez de armas, hay celulares”.

En la base de este western contemporáneo, ambientado en plena pandemia, está la disputa entre los dos hombres fuertes del pueblo: el Sheriff Joe Cross (interpretado por el notablemente patético Joaquin Phoenix), impotente cara de la ley, incapaz de cumplir con su misión en un lugar que raramente lo pone a prueba; y el alcalde Ted García (el siempre carismático Pedro Pascal), un sujeto de tendencia liberal y tech-positive, que busca reelegirse en el cargo e intenta que todos cumplan con la obligación de usar mascarillas para evitar contagios.

Eso no le sienta bien al asmático Joe, que no considera que el Coronavirus sea un problema de Eddington, de la misma forma que más tarde intentará refutar la idea de que el pueblo da cuenta del racismo estructural y las desigualdades de clase, después de que la gente empiece a protestar tras la muerte de un sujeto a manos de un policía en Minneapolis. Esos son asuntos de otros estados. ¿Qué puede hacer un Sheriff? Subirse intempestivamente a la carrera por la alcaldía y competir contra García por el poder.

Como en una teoría de la conspiración, la trama de Eddington parte desde un lugar reconocible -la disputa entre el Sheriff y el alcalde- y desde ahí se escapa hacia lugares cada vez menos predecibles. Ese fenómeno digital de la “madriguera de conejo”, en que una persona se sumerge en una búsqueda en línea hasta terminar navegando por contenido cada vez más remoto y extraño, a ratos desconectado del tema inicial, sirve acá de estructura perfecta para darle cauce a las ideas de Aster.

El microcosmos creado por el autor de Midsommar da cuenta de una sociedad atomizada, cuyos miembros encuentran diferentes grupos a los que pertenecer y otros tantos a los que rechazar por motivos muchas veces espurios y egoístas. Aparecen en primer plano los males de la conversación pública de la última década: la distorsión de los hechos para que se acomoden a las “verdades alternativas” de quienes hablan, las campañas políticas sucias, el activismo de sillón, la instrumentalización de causas justas por motivos insinceros. Todo eso está tan presente en Eddington como en el mundo real.

Ahí, Aster aborda con precisión quirúrgica el torrente de disparates que domina nuestra visión distorsionada del mundo en redes sociales. Todos en esta jurisdicción obtienen *sus noticias* desde fuentes diferentes, y las tensiones se extienden desde las redes sociales hasta los pasillos de los supermercados, mientras la gente lucha por encontrar una armonía común en medio del ruido de sus cámaras de eco en competencia. Pero ¿es posible encontrar armonía cuando ni siquiera podemos compartir un piso común sustentado sobre hechos que reconozcamos verdaderos?

Así como Decision to leave de Park Chan-Wook hizo un avance importante en la forma en que los teléfonos inteligentes pueden ser integrados en la estética y en el montaje de una historia, Eddington es una de las películas que mejor representa narrativamente la escala en que los celulares están presentes en cada momento de nuestras vidas y los efectos -casi siempre nocivos- que eso conlleva.

En un mundo que ha dificultado enormemente el análisis de la realidad, Eddington encuentra una forma intrigante de capturar esa incertidumbre, retratando a personajes incapaces de escapar de las perspectivas en que nos encerramos. Ya sea scrolleando a través de posteos de baja calidad informativa, viendo en YouTube a gurús interesados en explotar los traumas no resueltos de una audiencia dispuesta a creerles, o creando perfiles de protesta social en Instagram con el fin de conseguir a una chica, los personajes de esta apuesta retratan notablemente el cruce entre sociedad y tecnología, y los modos en que la realidad es dibujada y desdibujada por esa interacción.

La crítica social de Eddington es tan certera en su observación del disparate de estos tiempos que, por muy risibles que sean las situaciones que muestra, muchas veces no dan risa. Lo nuevo de Aster es ingrato, angustiante y divisivo por esencia, mucho más en la línea de Beau tiene miedo que en la de sus primeras obras de terror (aunque es posible trazar puntos en común con Hereditary y Midsommar -partiendo por el rol de los cultos-).

Ari Aster es un cineasta que lleva hasta las últimas consecuencias sus ideas, incluso si eso significa romper con la realidad, con el tono previamente dispuesto o con su audiencia. Eso nos llevará a un tercer acto decididamente surreal, donde las armas harán acto de presencia en un clímax desatado que pone a los personajes a merced de poderes que escapan a su control y comprensión. Aquí no hay medias tintas.

Hacerse cargo del paisaje social de una nación absurdamente polarizada es un riesgo en sí mismo, y por ello no serán pocos los que le exijan a Aster tomar partido o los que lo critiquen por no hacerlo explícitamente. El director estadounidense critica punzantemente a unos y otros, sin caer en un pusilánime centrismo que lo sitúe por sobre el problema. Lo que hace es apuntar a lo fácil que es, en un contexto como el actual, convertir preocupaciones legítimas y luchas justas en un chiste.

Prácticamente todos son víctimas y victimarios en alguna medida (aunque algunos carguen mucha más sangre que otros -y esa elección no es coincidencia, sino una toma de postura-), pero no es necesario hacer falsas equivalencias en una película cuyos personajes no tienen poder real y se muestran una y otra vez incapaces de separar internet del tejido de sus vidas personales.

Incluso si la tecnología no siempre está al frente de esta historia, Aster es implacable con el papel ambiental que desempeña en nuestras vidas y el grado en que nuestro futuro digital ha despojado a las personas de su capacidad de autoidentificar sus propias verdades.

Sin hacer spoilers, el final es revelador de una visión consistente: el mundo avanza a merced de los caprichos del capital, sin importar el ruido que unos hacen y otros odian. Las causas se vuelven instrumentos, las palabras no significan nada y la verdad es relativa. ¿Cómo termina eso? Con sujetos empuñando un arma y practicando sus disparos para volverse mejores tiradores. ¿A quién apuntarán? No faltarán enemigos…

Hace unos días, a propósito del asesinato del influencer trumpista Charlie Kirk y la consecuente ola de discursos que aquello suscitó, no pocos estadounidenses -que vieron esta película meses atrás- volvieron a ver Eddington con otros ojos, desde una perspectiva casi profética. Eso tampoco es coincidencia, sino el resultado de una propuesta que lee certeramente algunas de las claves de nuestros locos años veinte.

Ficha técnica

Título original: “Eddington”

Duración: 149 minutos

Año: 2025

Género: Western, comedia, terror

País de origen: Estados Unidos

Director: Ari Aster

Guion: Ari Aster

Reparto: Joaquin Phoenix, Pedro Pascal, Emma Stone, Austin Butler

Distribución: Andes Films

Estreno en salas: 11 de septiembre.

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