Por Gabriela Bravo desde Festival de San Sebastián
La directora argentina Dolores Fonzi se presenta en la competencia oficial del Festival de San Sebastián con Belén, una historia basada en hechos reales y protagonizada por Camila Plaate y la misma Dolores Fonzi.
Situada en Tucumán el año 2014, una joven ingresa a un hospital con un severo dolor abdominal, sin saber que está embarazada. Despierta esposada a la camilla y rodeada de policías. Es acusada de haberse provocado un aborto y, luego de dos años en prisión preventiva, es sentenciada a ocho años de prisión por homicidio agravado por el vínculo. Una abogada tucumana luchará por su libertad junto al apoyo de miles de mujeres y organizaciones, quienes se unirán para cambiar el curso de la historia.
Un movimiento feminista comienza a crecer alrededor de este caso, que llevará a miles de mujeres a las calles para exigir justicia.
Culturizarte pudo conversar en exclusiva con la directora Dolores Fonzi.
¿Qué tan importante para ti es la instalación de estas nuevas narrativas femeninas en el cine?
Me parece relevante para visibilizar estas problemáticas que pasan en Latinoamérica en general, donde hay países que no tienen la ley de aborto todavía como Brasil, Chile, República Dominicana, y un montón de lugares. Está bueno que este debate se abra en ellos. En Argentina, es un aire fresco que trae la memoria de ese momento que vivimos, que fue tan potente al darnos cuenta de que juntas podemos cambiar algo. Es una película política sobre ser mujeres, de ser un ente político y, a la vez, no ser político también es algo político, entonces todo es política finalmente.
Belén es una película que tiene vocación de llegar a un amplio público, lo que podríamos llamar mainstream.
Creo que hay algo más, un interés en la humanidad. Hay algo que la película tiene para mí, es que es muy humana, que tiene alma y creo que eso es lo que trasciende a cualquier público. No hace falta ser militante, feminista o mujer para verla. Cualquiera puede verla, porque habla de la injusticia. Entonces puede inspirar a cualquier persona a hacer algo por el otro que esté en una circunstancia de desventaja. Alguien con privilegios puede hacer algo por alguien, y eso me parece que es el recorrido del personaje, que es como el camino del héroe, pero que es alguien común, con una vida que uno diría convencional, casada con hijos. Pero le llega un caso emblemático y, ese gesto de ponerse al servicio del caso cambia el rumbo de la historia. Y no es solo de ese personaje, sino de las mujeres que la rodean, de la provincia en la que sucede, del país. Esta película es para que se muestre en Latinoamérica y en el mundo.
Y en ese sentido, hablas de este recorrido del héroe. La construcción de esta heroína es diferente de los héroes masculinos, porque esta heroína también es madre. Ella está llevando un combate muy importante para una persona que termina siendo el combate de un país. Y al mismo tiempo le están pidiendo que responda los Whatsapp del grupo de apoderados, que grabe un video bailando para las alianzas del colegio…
Por supuesto, si esto hubiese sido protagonizado por un hombre nunca lo mostrarán yendo al supermercado, porque no lo hace. Me parecía que ironizar sobre estas capas que le da la película al hecho de que ella tiene que atender casos, pero además tiene esas situaciones banales de la vida, que es lo que nos pasa a todas, me parecía un punto o recurso que la película no se podía perder. Una heroína que termina bailando el Gangnam Style, porque le toca. Estas cosas que nos pasa en la vida. Quería que nos riéramos de las pequeñas cosas que tenemos que atravesar y donde las mujeres, encima, estamos con la cabeza haciendo multitasking. Creo que hay algo también de la dirección de las películas que tiene que ver con la capacidad que tenemos las mujeres de multitasking. Yo estoy haciendo una entrevista, pero sé si mi hija está yendo al colegio y qué pasó aunque estoy en San Sebastián. Entonces me parecía importante no perdernos esas realidades, de la carga mental de una mujer y de lo que tiene que hacer mientras se ocupa de algo mucho más grande. Así vivimos.
Como tú dijiste también, es una película política, porque finalmente, Belén es condenada por ser mujer y pobre.
Sí, y porque hay un sistema que permite que eso pase, una justicia que cree que puede hacerlo por mano propia, unas personas que creen que tienen ese poder, y la meten presa sin pruebas y esta película muestra como las instituciones judiciales abusan de cierto poder. ¿Y a quién defiende la justicia? A quién defiende si no es a personas como Belén, en vez de juzgar a esa mujer que entra con un aborto espontáneo, deberían interesarse por qué pasó, leer el expediente bien, hacer el trabajo como corresponde. Porque con el mismo expediente, con una abogada la condenan a ocho años, y sin agregar ninguna prueba, otra abogada la saca en cuatro meses. Ahí te das cuenta de que hay una desidia en el sistema, un desinterés, una poca empatía por las personas. De hecho, con esta película me pasó que mucha gente decía: “quiero ser abogada”, o abogadas que no ejercen diciendo: “quiero volver a ejercer”. Como que hay algo de una inspiración sobre estos personajes que en general son grises, que nadie ve, que son los abogados que se ocupan de los casos. Y como desde ese lugar uno también puede ser un héroe en un momento de la vida si decidiera hacer las cosas bien.
Ahora Argentina está pasando por un momento político complicado. ¿Crees que los avances que han conseguido las mujeres van a durar en el tiempo?
Yo creo que es un suicidio político meterte con el derecho al aborto, porque la militancia del aborto puso seis millones de personas en la calle. Ósea, meterte a rebatir eso, es de alguien que no piensa políticamente bien las cosas porque no les conviene. De hecho, no lo hicieron porque pueden amenazar con eso, pero no lo hicieron. Y yo creo que no lo van a hacer, porque es demasiado y sería ir en contra de ellos mismos. Más allá de que expresan que el aborto es un asesinato, que dicen cualquier barbaridad porque tienen poder, también es una manera de distraer el foco de lo que está pasando realmente en Argentina. Distrayendo de un gobierno que vació el país, que pidió prestamos al FMI (Fondo Monetario Internacional), que salieron audios de la hermana del presidente confesando que se quedaba con la plata de la discapacidad. Quisieron vetar la ley de la discapacidad, que no lo pudieron hacer, pero igual la desfinanciaron, con un veto. Hacen todo mal, todo mal. A los jubilados le sacaron los recursos. Los enfermos de cáncer del Garrahan, el hospital de niños más importante de Argentina que es público, que hace trasplantes, que es el hogar de un montón de niños con problemas, les quitan el presupuesto. A la UBA (Universidad de Buenos Aires), a la universidad pública. Se meten con todo y no les importa, pero porque para mí no les importa el país y, claramente, como esta película tiene alma, hay gente que no tiene alma. Porque si no, no entenderíamos lo que pasa en Gaza ¿cómo se comprende lo que pasa? Es porque hay gente que no tiene alma y no le importa.
¿Y con respecto al cine? Porque esto va a impactar al cine también. El cine es algo de procesos largos, se corta el presupuesto hoy, pero los resultados se ven en un futuro.
Justo ayer estábamos hablando con Rebordinos, que es el presidente de este festival, y que decía que hay tres películas en competencia oficial de Argentina. Entonces hay gente que dice: “ah bueno, no está tan mal el cine argentino”. Y él decía: “sí, pero de work in progress no hay ninguna”. Eso quiere decir que el año que viene no va a haber ninguna película que venga de un proceso. Entonces, está bien, ahora hay tres películas, porque igual resistimos y porque igual se hacen algunas, las que se pueden hacer y, desde el privilegio, es un milagro filmar en Argentina hoy día. Pero no está bien el cine argentino porque haya tres películas acá. Está bien entender que con lo poco que se filma, igualmente son buenas las películas. Hay una identidad del cine muy importante que, entonces lo que están haciendo es ir en contra de ellos mismos, porque la cultura es fundamental. Lo que pasa también con los artistas que ponemos nuestra voz, nuestra popularidad en pos de una responsabilidad social civil, es lo que molesta, porque nosotros exponemos las problemáticas y lo que no quieren es que eso pase. Entonces quitan la financiación a la cultura. A la vez, yo creo que, como todos los gobiernos, van a pasar y los pueblos quedan. Después tenemos que repensarnos como pueblo, cómo vamos a hacer para volver a restablecer las normas desde un cine sano, que es como una sanidad del cine, de cómo sanar lo que hicieron. Y hay que pensarlo desde ahora, porque le quedan como dos años a este gobierno.
Volviendo a la película, ¿cómo llegaste a este caso y cómo te involucraste? ¿Leíste los expedientes, hablaste con los involucrados?
Llegué el caso porque en 2016, cuando yo gané un premio en los Premios Platino como mejor actriz, yo ya me había enterado del caso por Soledad Deza, del Movimiento Tucumán por todo lo que habían hecho. Y yo salí con un cartel que decía: “libertad para Belén”. Ahí estaba una productora, que es Leticia Cristi de K&S Films, que preguntó quién era Belén. Cuando sale el libro sobre el caso llamado Somos Belén, de Ana Correa, Cristi saca y compra los derechos para desarrollar el proyecto. En el medio, yo estreno mi primera película y ellos no tenían ni director ni guion todavía terminados, a lo que me piden que reescriba, dirija y actúe, después de Blondi. Entonces es ahí cuando pasa, pero yo en el 2016 levanto un cartel sin imaginar nunca que, primero, iba a dirigir Blondi, y, después, que iba a terminar dirigiendo este caso, que es tan emblemático y que me tocó tanto en su momento. Así que es como un cierre, un proceso redondo, como un regalo cuando me dice Leticia: “¿querés hacerla?” Y yo digo: “sí, obvio”.
¿Y qué representó para ti hacer esta película?
Para mí, creo que una gran pasión que siento es exponerme, porque el personaje de Soledad, por supuesto está construido con Soledad a la par, porque ella es generosa y porque se abrió conmigo de una manera única, pero a la vez también es exponerme a mí. Es exponer mi crianza con la religión, es exponer mi militancia, cómo sería una abogada. Mi mamá es abogada, cómo o de dónde surgen estas verdades que llenan a esta película de capas verdaderas de humanidad. Por eso es una película que tiene alma y que pega, porque hay algo que trasciende todo, que es que nos podemos reír de nosotras mismas, a pesar de las tragedias. Y que, aunque pueda ser que te toque un caso emblemático, igual tienes que ir a buscar a tu hijo al colegio. Entonces no suelta nada la película. No es que solo se ocupa de la parte heroica del personaje. Muestra todo, muestra la vulnerabilidad, cuando le da ansiedad y cree que no la va a sacar, y todo eso.
¿Cómo se eligió el casting? ¿Tú tuviste ahí la mano?
Sí, el casting estaba en manos de Mariana Mitre y Katya Szechtman, que son las que vieron el reparto de Blondi también. El casting para mí tiene una humanidad muy especial, con esta variedad de gente, que era importante que sean de Tucumán, de Salta, era relevante federalizar el caso, como que haya mucha gente de todos lados. Que fuera más allá de los porteños, que somos de Buenos Aires. No hicimos lo del acento, porque no tuvimos el tiempo, ya que se hizo muy rápido la película y parecía como una falta de respeto. Además, hubiera sido una distracción innecesaria verme a mí hablando en Tucumán, por eso. Hay gente que se queja porque quejarse es gratis. Si hubo una intención de audición federal.
Ficha técnica
Título: Belén
Género: Drama
País: Argentina
Año: 2025
Duración: 100 minutos
Directora: Dolores Fonzi
Elenco: Dolores Fonzi, Camila Plaate, Laura Paredes, Julieta Cardinali